Sunoo solía pensar que la vida estaba escrita desde que llegabas a éste pútrido mundo.
Como que, cada persona tenía un libro en el que todo estaba plasmado y las cosas se iban cumpliendo conforme el pasar de las estaciones; incluso, sabía que si tuviera la oportunidad de leer el suyo, no lo haría porque le quitaria lo divertido a su futuro.
Sin embargo, Sunghoon no compartía ese pensar; él era un creyente nato de que el destino lo ibas armando tú, sin importar lo establecido, si tu deseabas darle un giro de trescientos sesenta grados a lo planeado, podías obtener algo mejor en tu existencia terrenal y esa era la chispa de un mejor mañana.Sunoo pensaba que Sunghoon se había cruzado en su senda por alguna razón que todavía no resolvía.
Y Sunghoon no pensaba en un por qué, solo vivía a tope los momentos buenos que él trazaba.Una doctrina dividida era el resultado de dos personas contradictorias en muchos aspectos, dos polos opuestos, como el agua y el aceite; elementos que nunca iban a combinarse pero podían estar juntos en el mismo espacio sin perder sus propiedades.
En eso se habían convertido.
Porque no por nada, Sunoo estaba sentado justo al borde de su pequeño escritorio recientemente adquirido; si iba a estudiar en unos meses, quiso prevenirse y tener un espacio dónde realizar sus tareas. Sus lápices estaban regados en el suelo, al igual que su nueva caja de marcadores de colores que había conseguido en internet y esperaba usarlos en los apuntes que hiciera en un salón de clases.
Hojas sueltas regadas en el suelo, la silla acolchada y con rueditas varada en una esquina.
Y un chico de orbes añil entre sus piernas, preparándolo con sus dedos en busca incrustarse más adelante en su agujero dilatado.
—Eso...—farfulló, apretando los ojos y gimiendo bajito,—no te detengas, así...
—Es que no puedo creer lo dócil que eres, estás tan abierto y caliente—encantado, Sunghoon le encajó los dos dedos, barriendo su próstata y haciéndolo lloriquear con tan sencilla acción— te tomé ayer y mírate, puto insaciable.
La mitad de su culo sobresalía del mueble y sus pobres brazos resentían el peso de su cuerpo. Era casi inmundo el chapoteo ocasionado por el lubricante, el temblar en sus piernas separadas y los jadeos perpetuos repletos de placer que provenían de su ronco pecho.
Se estaban acercando a la perdición, un viaje sin retorno y con el boleto pagado... por supuesto que irían.
—¿Qué quieres?—Sunghoon juntó su frente sudorosa a la del ojimiel, ambos respirando pastoso.
Su polla estaba dura, ya no llevaba ropa puesta que lo confinara, ambos desnudos de pies a cabeza, siendo adolescentes hormonales en pleno despertar sexual. Sunoo no sabía cuánto más iba a durar en tal posición, no podía tocar el cuerpo de su verdugo y se iría de espaldas si dejaba de apoyar todo su peso en ambas manos.
Pero es que joder, una fantasía ser follado sobre el mueble de caoba que usaría más adelante para obtener buenas notas.
—Te pregunté que quieres—demandó endiosado, abusando del orificio angosto que el menor le ofrendaba— contesta, ofrecido.
Sunoo perdió la capacidad del habla y aspiró el aire con torpeza. Su cerebro estaba congelado, se estremecía con cada penetración dada por los dígitos delgados, hirviendo en sus adentros y a la espera de que el pene del castaño tomara el protagonismo.
Fue ahí, cuando otro manotazo aterrizó en su mejilla ruborizada; el escozor en su epidermis le calcinó, elevando su excitación y evacuó un lloriqueo gozoso.
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Club Bengala || Sungsun
FanfictionSunoo disfrutaba de su empleo, realmente lo disfrutaba. Se esforzaba al máximo para mejorar cada día y sus compañeros lo trataban bien, brindándole la orientación que necesitaba. Menos Sunghoon. Ese chico maldito, con sus ojos color café y sus pómu...