El humor de Sunghoon estaba por los suelos.
Peor aún, Sunoo estaba temiendo por su propia existencia terrenal, al ver a Jungwon intentando soltar las muñecas del mayor con ayuda de un pasador para el cabello. Fue inteligente al solo ver de lejos la escena, con la maraña de tirabuzones enredados, su pijama mal puesta y un dolor en el culo que no podía describir con ninguna palabra.Caminaba como un maldito pato y ahora se arrepentía de haber sido tan desconsiderado con su propio cuerpo.
O no, no lo hacía.
Sin embargo, al castaño no le causaba nada de gracia estar sentado en el sofá, de espaldas a Jungwon, mientras introducía reiteradas veces la punta del broche en la abertura, justo donde debía entrar la llave extraviada.
—No quiero indagar en como terminaste así—musitó, entrecerrando los ojos para enfocar mejor su vista—, pero a juzgar por el peluche en estas porquerías, puedo deducir que pasaron una buena noche.
Sunoo tuvo que reír despacio al sentir sus mejillas encenderse.
En cambio, Sunghoon solo gruñó y suspiró extenso, rescatando una pizca de la bendita alegría que tenía en la madrugada.
—Lo fue, hasta que cierto coreano se dio cuenta de que la llave no estaba—ironizó, haciendo énfasis a lo dicho con movimientos de cabeza.—¡Mejor aún! Que vino a despertarte para que lo ayudaras y tú estabas perdido en el quinto sueño de tu noche.
—Oye, no puedes culparme, estaba tomado y aparte la marihuana me relajó. Mejor agradece que mi resaca es soportable, de no ser así, no estaría peleando con el seguro.
—¡Yo pasé toda la noche con las manos en la espalda!—cacareó con hastío, antes de rodar los ojos.—Hace un rato tuvo que ayudarme a cepillar los dientes y ni hablar de ir al baño...
Jungwon apretó los labios para no carcajearse y evitar que la molestia del castaño aumentara. Vio a Sunoo, éste solo tenía las manos escondidas detrás mientras jugaba con su pantufla, pateándola hacia afuera y luego volviéndosela a poner.
—¿De verdad no pudiste quitárselas?—cuestionó, inspirando para alejar la risa—. ¿Lo intentaste al menos?
—Lo hice—masculló el menor, sin levantar la mirada—pero digamos que Sunghoon es muy desesperado.
—Estuviste cuarenta minutos tratando—el nombrado intervino—y solo lograste romper dos pasadores... de metal.
Bueno, simplemente aquello de forzar cerraduras no se le daba.
—¡Ya perdóname!—chilló, frotándose el rostro con las manos.—Ahí te das cuenta de que yo como ladrón, no serviría.
Sunghoon nunca deseó tanto mostrarle el dedo medio a alguien. Y desgraciadamente, no podía.
—Claro, como tú si pudiste dormir tranquilamente y hasta babeaste la almohada—reclamó, en descontento.—Que me joda yo, boca abajo y sin poder moverme.
—Oye, te puse una manta encima cuando me lo pediste—murmuró en defensa.—Además, tú también dormiste, estabas roncando.
—Pero no descansé, estaba más preocupado por no torcerme.
—Te llamé dos veces y no te moviste inquieto—alzó una ceja.
—¡No pude dormir!—refutó, cínico.
—¡Mentiroso!
—¡Ya está, ya está!—el rubio se vio en la necesidad de interrumpir su discusión a tempranas horas de la mañana—. Ya quedó, diablos, sus peleas siempre producen jaqueca y lavamanos rotos.
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Club Bengala || Sungsun
FanfictionSunoo disfrutaba de su empleo, realmente lo disfrutaba. Se esforzaba al máximo para mejorar cada día y sus compañeros lo trataban bien, brindándole la orientación que necesitaba. Menos Sunghoon. Ese chico maldito, con sus ojos color café y sus pómu...