Sunghoon no se sintió culpable al bajarse de su auto para ir en busca del chico, no le importó que viera la desesperación, no le interesó ser él quien buscara el encuentro.
Porque valientemente, inició algo que ambos estaban tratando de evadir desde hace ya varios días.La tensión se podía palpar, se deslizaba entre ellos cada que estaban a solas y aunque hicieron el mejor esfuerzo por no hacer caso, cedieron ante el deseo acumulado después de todo.
Se besaban con fuerza, mallugándose los labios entre sí, chocando los dientes y enroscando sus lenguas.
Después de una buena mamada en la sala, se movieron a la habitación de Sunoo por la comodidad que representaba una cama.
Tras una serie de acontecimientos previos, el pelinegro acabó desnudo en su totalidad, con el culo al aire, levantado y ofreciéndose como carnada para el depredador que lo iba a capturar.
Sunghoon solo tenía su bóxer puesto, cubriendo su dolorosa y muy dura hombría. No se permitió correrse cuando la boca del ojimiel hizo su magnífico trabajo minutos antes, ocupaba durar lo más posible esa noche.
—Ya, por favor...—Sunoo lloriqueó, enterrando su rostro en la almohada de su lecho.
—¿Qué quieres?—murmuró el mayor, apretujando lo más que pudo las nalgas que moría por azotar.
—Cómeme, usa tus dedos, fóllame... lo que sea, solo... hazlo—imploró, echando con un solo movimiento su cadera hacia atrás—. Pero ya, por favor.
El tener a Sunoo así de expuesto, tan desesperado por sentir algo dentro, entregándose en bandeja de plata y clamando por un roce, le encendió un fuego que jamás había sentido.
Y no era el hecho de estar a punto de follar como una bestia, mas bien era la singularidad y el cambio tan drástico que la personalidad del pelinegro dió. Pasó de ser un insinuante y descarado muchacho, a un manejable muñeco que pedía a gritos ser usado.
Eso le voló la cabeza.
—Necesitado, eso eres, un necesitado por mi polla—decretó, mirando el pequeño agujero que lo iba a recibir pronto.
Decidió dejar el lubricante a un lado en ese preciso momento, porque su instinto lo llevó a derramar un chorrito de saliva en el pliegue del pomposo trasero que iba a poseer.
El gemido del ojimiel lo descolocó, fue algo tan obceno, tan sensual que no tardó nada en hacerlo de nuevo, esta vez acumulando una mayor cantidad de aquel líquido bucal y lo dejó caer, escupiendo justo en el orificio que se contrajo con antelación.
—Dios mío—bisbiseó, apretando su sábana entre los dedos.—De nuevo, p-por favor...
—Ni siquiera te he tocado y ya estás implorando, ¿qué rayos te pasa? ¿Es que nadie te ha follado jamás? Porque dudo que alguien se resista a un cuerpo como el tuyo...
¿Un cumplido? Sí.
¿Lo había pensando antes de decirlo? No.
Todo era tan sucio, caliente y sin ningún compromiso de por medio.
Ya no reprimió más las ganas que tenía de hundirse entre el voluminoso trasero que tenía marcados sus dedos en la delicada piel. Sunoo ahogó un grito, temblando anticipadamente al sentir una lengua pasarse por los bordes de su entrada pausadamente y Sunghoon encontró un gusto muy particular en el chico, porque nunca estuvo con alguien que no tuviera vergüenza de gemir con fervor cada que las olas de placer lo inundaban.
—¡Ah, joder!—tarareó, cuando repentinamente algo caliente se abrió pasó entre sus angostas paredes, llenando el espacio que sentía tan vacío.
Eso se convirtió en un mar de sensaciones, sus súplicas fueron atendidas por su compañero de trabajo, el cual exploraba una estrechez sensacional, maleando a su favor la carne en los glúteos que aprisionaba con brío.
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Club Bengala || Sungsun
FanfictionSunoo disfrutaba de su empleo, realmente lo disfrutaba. Se esforzaba al máximo para mejorar cada día y sus compañeros lo trataban bien, brindándole la orientación que necesitaba. Menos Sunghoon. Ese chico maldito, con sus ojos color café y sus pómu...