Eran cerca de las tres con quince de la mañana.
Sunghoon se hallaba fumando un cigarrillo, cerca de la ventana abierta en su habitación; sacaba el humo por la nariz, relajándose después de la jornada tan ajetreada que tuvieron en el club.La madrugada llegó arrasando como un tornado, no se dieron abasto en cuanto a tragos y hubo una cifra elevada de gente que bailó y cantó hasta las dos de la mañana. El refrigerador de cervezas terminó vacío, las botellas quedaron con restos nimios de alcohol y probablemente tendrían que ir a surtirse la tarde siguiente, esa velada se coronó como un éxito total.
Volvieron a la casa de Park, Kiara los esperaba ansiosa, recostada en su pequeña y suave camita color rosa pastel; al final el nombre propuesto por Sunoo fue el ganador y Sunghoon creía fielmente haber sido manipulado por la maravillosa habilidad que el menor poseía con la lengua.
Una mamada en la ducha y tras correrse en su boca, aceptó por completo que le llamara como se le diera la gana.
Dio otra calada, observando con detenimiento las incontables estrellas que brillaban en el manto oscuro de la noche, hasta que su cigarro se consumió y la colilla tuvo que ser apagada, tirándola al bote de basura.
Deslizó sus sandalias por el piso, encaminándose al baño aledaño y cepilló sus dientes, luego enjuagó su rostro, se secó con una toalla y se aplicó una ligera capa de crema hidratante.
Salió del pequeño cuarto y justo antes de volver, le echó un vistazo a su cachorra que dormía plácidamente desparramada sobre su cama, en una esquina que ella misma reclamó de la sala.
Retornó a sus aposentos, botando su calzado en el tapete y se tumbó sobre el colchón, arrellanándose en el costado que le correspondía. Su lámpara de noche seguía encendida y con tal iluminación, captó que Sunoo no dormía como fingía hacerlo.
Notó que continuaba despierto, cuando el chico bajó de golpe los párpados y se acurrucó en su sitio, simulando descansar con los sentidos inactivos.
Tuvo que sonreír ante la acción. Que teatralidad.
—Sé que no estás dormido—farfulló, rodando como un tronco y quedaron nariz con nariz.
El pelinegro apretó los labios al denotar la cercanía, pero se rehusó a abrir los ojos.
—¿Yo?
—¿Quién más habría de ser?—su brazo viajó al cuerpo ajeno y lo pasó delicadamente por su cintura.
—Kiara, tal vez—se sobresaltó con el contacto urgente, Sunghoon patinó los dedos en su espalda baja.
—Gracioso—murmuró, con una proximidad afanosa entre sus bocas.—¿Qué sucede?
El humor del momento, dio un giro que modificó la atmósfera benigna en el lugar.
Los arrumacos pasaron a segundo término y Sunoo exhibió sus orbes; estos brotaban la chispa de irresolución que solían proyectar cuando le atacaba un mal presentimiento.
—Mañana... o mejor dicho, en unas horas salen los resultados de admisión—musitó, cruzándose con el mirar inquisitivo del castaño.—En el portal... se publican en el portal.
—Los resultados—duplicó lo dicho en voz bajita y le besó con finura la punta de su nariz—. Creí que lo habías olvidado, no te quise mencionar nada para no alterarte más…
—Traté de no tomarle demasiada importancia, pero ya no puedo...—aquello fue lo más cercano a un murmullo dolido—. Tengo mucho miedo, Hoon.
Miedo era poco.
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Club Bengala || Sungsun
Hayran KurguSunoo disfrutaba de su empleo, realmente lo disfrutaba. Se esforzaba al máximo para mejorar cada día y sus compañeros lo trataban bien, brindándole la orientación que necesitaba. Menos Sunghoon. Ese chico maldito, con sus ojos color café y sus pómu...