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~NAT~

Termino de darme una ducha y una vez que me seco y me cambio, regreso a mi habitación, encontrando que Liz se había quedado dormida, así que apago la luz y me acuesto en mi propia cama.

Pero no puedo dormir.

Por el simple y sencillo hecho de que no puedo dejar de pensar en la chica que está dormida en mi cama.

La hermana menor de mi amigo, que de hecho también es mi amiga, pero, maldición, es tan difícil verla solo así porque la manera en la que... no, no puedo decir en la que luce, porque como dije, no es mi tipo de chica. En realidad es todo lo contrario. Pero es peculiarmente hermosa. No. Es hermosa y punto. Quizás nunca me había dado cuenta que en realidad ella es mi tipo de chica.

Esa sonrisa que tiene puede conseguir de mí muchas más cosas que un exagerado escote y una minúscula minifalda. Quién lo diría.

Dios esta chica está jodiendo conmigo de muchas maneras y es malditamente intocable.

No es cómo si realmente yo estuviese listo para una relación, pero hubiese sido lindo que cuando lo estuviera fuese con ella.

Iba a dejar salir un suspiro cuando Liz, de hecho, deja salir uno.

Sonrío.

─ ¿Tampoco puedes dormir?

─ ¡Maldición, Nat, casi me matas de un infarto!

─ ¿Lo siento?

─ ¡Dios! ─dice y la imagino cubriendo su rostro.

Me gusta cuando hace eso. Es tan tierna.

─Lo siento ─repito.

─Está bien, no sabía que estabas despierto. Estabas muy quieto.

Sonrío más.

─A mi defensa, tú también parecías dormida.

─Solo estaba pensando con los ojos cerrados.

─ ¿Sigues con los ojos cerrados?

─ ¿Qué?

─Que si sigues con los ojos cerrados.

─Sí...

─Sigue así.

─ ¿Ok?

─Y hablemos.

─ ¿Sobre qué? ─su voz es suave como la miel.

─Sobre lo que estabas pensando.

─Uhm, era sobre nada y sobre todo al mismo tiempo.

Mi sonrisa se hace incluso más grande.

─ ¿Estaba yo en uno de tus pensamientos, Elizabeth?

─Quizás... ─pude imaginarla mordiendo su labio inferior.

Cambio mi posición.

─ ¿Y sobre qué pensabas?

─Sobre que cuando te vi, afuera de mi casa, esperándome, me hiciste sentir que ya no estoy sola.

─No lo estás.

Nos quedamos en silencio por un momento y luego vuelvo a hablar.

─ ¿Sigues ahí?

─Sí.

─ ¿Con los ojos cerrados?

Liz se ríe.

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