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~LIZ~

Habían llegado las vacaciones de verano, pero están muy lejos de ser vacaciones para mí. Esta época del año es una de las que más trabajo da en el restaurante de comida rápida en el que trabajo y mi turno usual de ocho horas debe extenderse con horas extras.

Pero no me quejo, porque a pesar de que la paga no es nada del otro mundo, me ayuda a pagar las deudas y los vicios de mi hermano; pero sobretodo mantiene mi mente ocupada y así no puedo pensar en las pesadillas que no solo me atormentan durante la noche, sino también en el día.

Sí, sacarse el aire no es tan malo. Sobre todo porque tengo tiempo de prepararme a mí misma y hacer como si él dolor de los recuerdos intacto dentro de mí fuese inexistente y así poder ayudar a mi hermano con el suyo. Necesito mostrarle que estoy bien para que él sienta que también puede estarlo.

Respirando profundamente saco las llaves de mi bolso y las introduzco en la cerradura.

─Hola, hermanita ─me dice Ed en cuanto abro la puerta y la cierro con mi pie derecho.

─Hola ─respondo distraída mientras vuelvo a meter las llaves en el bolsillo interno de mi bolso.

─Hola.

Me sobresalto al escuchar la nueva voz y frunzo el ceño al ver un par de ojos que no son los de mi hermano mirándome.

─ ¿Quién eres tú? ─lo miro fijamente, esperando una respuesta.

─Soy Nathaniel ─él me da una sonrisa encantadora que ahora mismo no puedo apreciar porque lo hace mientras me mira de pies a cabeza.

─Sí, Edward y yo somos hermanos ─le digo secamente.

Estaba cansada que la gente no disimulara en lo más mínimo cuando tratan de descubrir las similitudes que mi hermano y yo tenemos.

Y la respuesta es casi nada.

Sí, ambos tenemos los ojos marrones, pero los de Ed son lentes de contacto, porque odia los suyos.

Sí, ambos tenemos el cabello rizado, pero yo odio la manera en que luce en mí por lo que me lo aliso todo el tiempo y nadie me ha visto con mi cabello natural jamás, además de mi familia. Y añadamos el hecho de que el suyo es castaño y el mío es negro.

Al igual que los tonos de nuestras pieles son distintos, la suya es clara y la mira unos tonos más oscura.

Y ni hablar de nuestra altura, quizás eso es lo que más odio y con lo que más me acomplejo. Mi hermano es perfectamente alto con sus 1.78 pies de alto, mientras yo puedo perfectamente llegar a ser confundida con una hormiga o incluso una pulga.

Siempre pienso que la vida fue más generosa con Ed, de que lo fue conmigo. En todos los aspectos.

Así que sí, en cuanto la gente nos conoce, gracias a nuestras "pequeñas" diferencias siempre cuestiona si realmente somos hermanos. Y a veces incluso aunque les digamos que lo somos y que tenemos los mismos padres, quieren que se lo demostremos, pero solo lo hacemos cuando vale la pena.

Miro una vez más al lindo chico antes de girarme hacia mi hermano.

─ ¿Nathaniel? ─le doy una mirada interrogativa para que me explique de dónde había salido porque realmente me acordaría si lo hubiese visto antes.

Él perfectamente puede pasar como un Weasley con su cabello pelirrojo, sus pecas y sus penetrantes ojos verdes que junto a esos rellenos labios rosados hacen una combinación sexy y encantadora al mismo tiempo, que seguramente vuelve locas a muchas.

IntenseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora