Observar mi casa ser invadida por personas totalmente desconocidas se sentía totalmente raro, y cuando digo que habían muchos era totalmente cierto. Gisselle había vuelto de su viaje para seguir torturando a todos con su presencia, y desde su regreso no había parado de dar órdenes en cada momento para que todo saliera perfecto o, de punta en blanco, como solía decir.
Mire con fastidio a la ventana de la cocina desde mi lugar en el comedor mientras dejaba mi plato de lado, la mujer fastidiosa había entrado en la cocina para buscar una copa de vino, le dió una mirada a la sirvienta, sí así es. Contrato una sirvienta por el tiempo que estuviera ella aquí. La mujer le sirvió el vino y le entregó la copa casi que inclinándose en el proceso.
—Nudia puedes retirarte ya.
Ni siquiera la miró y tampoco tuvo que repetirlo dos veces, la mujer robusta abandonó la habitación más rápido que una bala. Levanté la mirada hasta la cara de la mujer que tenía enfrente.
— Anoche oí muchos ruidos extraños saliendo de tu habitación.— Tenía una ceja alzada y la mirada altiva, era obvio que esperando que le confirmara todo, o que le soltara todo. Algo que definitivamente no iba a hacer.
Le devolví el gesto y me crucé de brazos.
— La verdad es, que eso no es tu problema.
— Sigo sin entender, porque quieres hacerte la difícil.
— Y sigo sin creer cómo es que sigues viva, si eres muy vieja.
Observar cómo se ofendía por mis palabras era sumamente placentero y no tenía precio.
—¡Mamá!..— La cocina se volvió un ambiente tenso en el cuál ambas luchábamos con la mirada.
La guerra se interrumpió gracias a Vanessa, pero no venía sola. A su lado tenía al pelinegro enganchado a su brazo. Lo observé quedando atontada por su aspecto, cada vez que lo veía no podía disimular mi estupefacción al ver su rostro al descubierto, y era en realidad, demasiado para mí corazón.
Los mire a ambos con fastidio, gire la cara hacia el jardín, últimamente se la pasaban muy juntos y eso me desagrada en niveles que me sobrepasan.
Aunque Brahms también estaba cerca de mí por lapsos muy cortos para mí gusto. La mayoría del tiempo estaba con ella, siempre estaban muy cerca uno del otro, me molestaba y mucho.
En todo el lapso que estuve después del hospital, estuve más en el jardín con Rose que en la casa, como solía estar antes.
Y el día que la bruja mayor volvió de su viaje y descubrió a su hija con un hombre totalmente desconocido y bueno, de aspecto un poco sombrío hubo un alboroto y luego una pelea en la que por tonta, me metí a defender al enmascarado, algo que fue un error total porque me hizo quedar como una imbécil al igual que a Rose, pero ella es menos rencorosa que yo, así que ambos juramos no hablar jamás, me duele pero no sé lo demostraré, mi orgullo es más grande que el sol.
Así que aquí estoy, mirando la brisa mover las flores del jardín mientras escucho los cumplidos estúpidos que Gisselle le hace a su hija por encontrar “un buen hombre”. Por cierto, Gisselle noto qué Brahms prefirió a su hija antes que a mí y lo catalogó como su favorito.
— Buenos días, Gisselle, Vanessa.. y Brahms.
Era la voz de Rose, sonreí inconscientemente por ello, aunque no lo crean Rose tampoco sabe el motivo por el cuál Brahms ahora es más apegado a Vanessa y siempre me defiende de todos aquí, aunque no lo necesite. Igual es mi mejor amiga
— Buenos días cariñito, ¿Ya has desayunado?
La miré con una pequeña sonrisa, esa mujer alegraba mis días más oscuros de una manera que no sabía explicar.
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«TEACH ME»| Brahms Hellshire.
Ficção Adolescente-¡Llamaré a la policía si no me dices quien eres y que carajo quieres!.- lo amenacé. -No..- respondió casi en un susurro por fin. -¿Porque no, acaso hiciste algo malo?.- le pregunté por su respuesta negativa ante la mención de la policía. -No, no lo...