CAPÍTULO 4

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Estoy segura que ya había vaciado el armario completamente, y aún no encontraba algo para la camina que tenía con Bramhs, Samantha pasó en frente de mi habitación, miro de reojo y siguió, al segundo volvío a aparecer con el ceño fruncido.

– ¿Que rayos?, ¿Estás reorganizando tu armario o que diablos Jodie?– me miró confundida. No podía decirle que iba a salir con el hombre que vive escondido entre las paredes de la casa, así que opté por la opción fácil.

– En realidad, estoy viendo que prendas no uso y no me quedan.– la miré con una mueca ¿confundida?.– Me enteré que cerca hay un centro de donaciones y quiero aportar.– sonreí inocentemente.

– Si, seguro – aún tenía el ceño fruncido.– iré a preparar el desayuno y luego me voy, esta vez debo llegar más temprano y nos veremos hasta la cena.– su semblante cambió a uno serio– y no olvides que hoy traen las provisiones.

– Si señora. – hice el saludo militar. Ella solo sonrió y desapareció de mi vista. 

Decidí seguir con mi cometido, necesitaba encontrar un atuendo apto; Al final me decidí por unos pantalones negros, una blusa manga larga y unas botas para la lluvia, últimamente eso era lo único que veía por los ventanales de la casa.

Después de mi nutritivo desayuno, -una tostada con café-, Bramhs apareció vestido de forma diferente a cómo acostumbraba, llevaba pantalones negros una camisa de mangas cortas y encima de está llevaba una chaqueta, también llevaba puestas unas botas de estilo leñador, y claro la bendita máscara. Salimos de la casa rumbo a nuestro destino, caminamos un rato hasta que entre los árboles logré visualizar una construcción hecha de vidrio, definitivamente ese era el invernadero, cuando llegamos Brahms me pidió que cerrara los ojos, quería que fuera una sorpresa, no lo entendí al cabo de unos segundos después de ser guiada por él mismo.

– Ya los puedes abrir, espero que te guste tanto como a mí.– es suficiente para abrirlos rápido. Al principio tarde un momento para acostumbrarme a la luz, pero luego abrí la boca en total asombro, todo allí era simplemente hermoso, habían de todo tipo de plantas. Me gire para observarlo, su mirada choco con la mía:

–¿ Cómo?, esto es realmente hermoso, creo que me quiero mudar a este lugar.– mi sonrisa y el tono con el que lo dije lo hizo soltar una carcajada. Fue la primera vez que lo escuchaba reír.

– Entonces si te gustó tanto como a mí.– miró todo el lugar y luego posó su vista en mí.

–¿ Es broma? Por supuesto que me gustó, es más, lo amé, no hay cosa que me guste más que las plantas y escribir.–. Creo que la sonrisa de felicidad que tenía fue suficiente para él.

Duramos unas cuantas horas ahí, perdí por completo la noción del tiempo, realmente disfrutaba estar en ese lugar con él, sabía muchas cosas sobre ellas que me tenía imnotizada. Mi teléfono vibró en señal de un mensaje, lo saqué para revisarlo y caí en cuenta de algo que había ignorado por completo. ¡Las provisiones!.

Corrí como nunca antes dejando atrás aún muy confundido Bramhs, ya más tarde me disculparía por salir así de allí. Llegué justo cuando la camioneta de la tienda se estacionaba, estaba agitada por la carrera, el chico me observó de forma extraña y luego me sonrió.

– Buenas tardes señorita Benner– su voz era juvenil, me sonrió, era moreno con una sonrisa muy linda a mi parecer.

– Buenas tardes …– lo miré esperando que me dijera su nombre, él reaccionó de inmediato.

– Lo siento, mi nombre es Nicolás Wayans– estreché su mano.

– Es un placer Nicolás, déjame abrirte la puerta para que puedas bajar las cajas.– me apresuré a abrir– Había olvidado que hoy venías.

«TEACH ME»| Brahms Hellshire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora