— ¿Estás bien mi niña?.— la pregunta de rose me sacó de mis pensamientos. Habíamos estado hablando una hora, el chico de las entregas ya se había retirado y Sam había subido a la habitación a darse una ducha, así que estábamos completamente solas.
— Sí por supuesto.— la mire con una sonrisa falsa, la verdad era que me sentía vacía, de verdad que me hace falta el enmascarado, después de todo ya me había encariñado.
— ¿Porque?.— mi pregunta la hizo mirarme con incredulidad.
— Es obvio que no lo estás corazón mío.— hizo una pausa mirándome con los ojos entrecerrados.— creo saber el motivo del porque te ves decaída.
— No estoy decaída, no se de qué hablas.— me hice la tonta, no quería hablar del tema.
— Claro que sí
— Que no
— Está bien, entonces dime dónde está el grandulon .— la mire con hastío y eso solo la hizo sonreír confirmando su teoría.
— No lo sé, ha de estar dando vueltas en la casa.— mi tono fue agrio, de verdad no quería hablar del tema.
— Entiendo…— chasqueo la lengua.— ¿Desde hace cuánto? .— su pregunta me hizo mirarla y le sonreí casi con lastima.
— Cinco semanas..
— Vaya .— levantó sus cejas en sorpresa.— ¿Que sucedió?
— Es una larga historia y la verdad no creo que tengas tiempo.— quería subir a mi habitación a llorar, pero Rose no se iba a dar por vencida.
— ¿De qué hablas?, está noche me quedaré con ustedes .— su sonrisa me tranquilizó un poco, la verdad me viene muy bien la compañía.
Empecé a relatarle todo lo que había pasado el día del altercado con detalles específicos de lo que sucedió, sus reacciones a cada suceso me causaban gracia, pero no me reí, solo seguí con mi relato, hasta que Sam apareció interrumpiendo nuestra charla diciendo que saldría a comprar comida chatarra, solo asentimos y luego escuchamos como su auto se alejaba, Rose se giró a verme.
— Sabía que ese hombre solo causaría problemas desde que te interceptó en mi jardín .— su tono era molesto y la entendía.
— Lo sé, nunca debí hablarle, pero no podemos volver el tiempo atrás.— la mire con expresión apenada.
— Tranquila mi niña, hay personas malas de corazón, no te preocupes.— sonrió dulcemente mientras apretaba mi mano.— ahora sí me disculpas querida subiré mis cosas a la habitación.
— Oh no, déjame ayudarte
— Yo puedo
— Que no, yo lo hago
— Está bien, solo no las dejes caer
— Lo haré mientras .— me gire con un puchero ella entrecerró los ojos.— ¿Puedes preparar el té?
— Está bien, ve.— subí casi dando saltitos, eso le causó gracia a Rose porque escuché sus carcajadas detrás de mí.
Estaba a punto de entrar a la habitación de Rose cuando noté algo en frente de mi puerta, era Brahms muñeco, que rayos, según yo lo había dejado en la biblioteca. Recordé que Brahms es el que lo mueve de sitio cuando lo ve abandonado, me regañé mentalmente por haberlo dejado botado.
Deje las maletas de rose en su habitación y me moví directamente a recoger a Brahms muñeco, noté que llevaba las reglas pegadas a su espalda, lo miré extrañada. Me dirigí a su habitación, lo llevaría a la cama, como sea ya casi era la hora de dormir. Cuando llegue a la habitación del tercer piso me sorprendió ver qué la pijama de Mini Brahms ya estaba sobre la cama, luego noté la sensación de ser observada, pero no me gire simplemente me dispuse a vestir al muñeco y acostarlo.
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«TEACH ME»| Brahms Hellshire.
Ficção Adolescente-¡Llamaré a la policía si no me dices quien eres y que carajo quieres!.- lo amenacé. -No..- respondió casi en un susurro por fin. -¿Porque no, acaso hiciste algo malo?.- le pregunté por su respuesta negativa ante la mención de la policía. -No, no lo...