La observé con confusión, desconfianza y un poco de molestia, ¿Que hacía esa mujer aquí?. Era nada más y nada menos que la tía Giselle, hermana de mi difunta madre, quien siempre había preferido a Samantha antes que a mí y quien siempre se había esmerado por hacerme saber su desagrado para conmigo. Se encontraba justo enfrente de mí, mirándome con una de sus características muecas de desagrado como cada vez que me veía o estaba cerca de mí.
— Entonces, ¿Puedo pasar o me vas a dejar aquí parada todo el día?— oír su voz se sentía extraño, la miré con recelo mientras abría la puerta para que entrara.
Caminó dentro haciendo resonar sus costosos zapatos de tacón. Era una mujer de gustos costosos y extravagantes, a quien siempre le gustaba vestir pulcramente y siempre estaba viajando por su trabajo siendo una diseñadora reconocida.
Casi nunca la veíamos, solo cuando aparecía de sorpresa para algunas navidades o alguna otra fecha especial en el calendario, llevando regalos para Sam y su hija malcriada, quien era de mi edad. A veces también cuándo mi madre le pedía dinero para nuestros alimentos ya que al ser una madre soltera, no tenía muchos recursos y su trabajo de camarera no le daba lo suficiente para mantenernos.
La seguí con recelo en cuánto la ví moverse para inspeccionar cada rincón del primer piso, se adentro a la cocina como a quien no le gusta algo. Realmente no sabía cómo había conseguido nuestra dirección pues aunque Samantha la adora hacía tiempo no habíamos tenido comunicación desde el funeral de nuestra madre. La observé desde el marco de la puerta con ambos brazos cruzados esperando que dijera algo más, pasó su dedo por la barra y luego se sacudió las manos, como si hubiera tocado demasiado polvo.
— Bueno, no está tan mal como imaginé, solo le hacen falta unos pequeños retoques y quedará perfecta— su voz chillona era un fastidio para mis oídos, rodé los ojos con desagrado sin tomarme la molestia de disimular.— ¿Dónde está Samantha?— le dió poca importancia a mi gesto y siguió detallando la casa, no me había dado cuenta de la pesada mirada de Brahms hasta ese momento por estar muy al pendiente de sus movimientos.
— No se encuentra, como puedes deducir— está vez ella paró de ver a su alrededor para fijar toda su atención en mí.
— Ah mira, ahora eres muy contestona— alzó una ceja y sonrió falsamente — creo que así no es como le debes hablar a tú tía.
— Usted no es nadie para mí— la miré con el mayor de mis desprecios.— Y estoy muy segura que ya lo sabe, usted misma me lo hizo saber cuando yo aún era una niña— mi voz era igual de ácida que la suya, me miró con cierto asombro y luego soltó una carcajada, ¿Que es tan gracioso?
— Vaya, no creí que fueras rencorosa — seguía teniendo esa sonrisa de suficiencia que me irritaba.
— No lo soy, sin embargo solo quiero hacerte saber que aquí no eres bienvenida — alcé el mentón, no iba a dejar que me humillara con Brahms observando.
— Bien, me iré— tuve un brillo de esperanza que se desvaneció en cuanto siguió habalndo.— Pero solo si tú hermana me pide que me vaya, de lo contrario me quedaré todo el tiempo que quiera.— escuchar aquello solo hizo que mi ira aumentará, pero no quería que viera lo que sus palabras habían afectado mi buen humor.
— Bien, entonces puedes divertirte con las ratas y todos los animales que salen del campo abierto en el qué nos encontramos, pues si no lo notaste está es una casa de campo. Así que, Bienvenida, querida tía — visualice cómo su rostro se deformaba al escuchar aquello, no me quedé a escuchar sus quejas y simplemente me dirigí a mi habitación con una sonrisa de orgullo estampada en el rostro, nadie, ni siquiera ella, iba a arruinar mi buen humor.
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«TEACH ME»| Brahms Hellshire.
Novela Juvenil-¡Llamaré a la policía si no me dices quien eres y que carajo quieres!.- lo amenacé. -No..- respondió casi en un susurro por fin. -¿Porque no, acaso hiciste algo malo?.- le pregunté por su respuesta negativa ante la mención de la policía. -No, no lo...