Despedida

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"Richmond, Kentucky..." murmuró Edgar, guardándose la carta en el bolsillo. Salió de su casa y miró al cielo. Estaba nublado. Su cuerpo se levantó del suelo y comenzó a elevarse cada vez más.


Cuando estaba a una distancia considerable del suelo comenzó a volar a gran velocidad rumbo a Kentucky. La habilidad de volar era una de las más difíciles de dominar para los psíquicos de aura amarilla.


Tenía que viajar unos 900 kilómetros hasta llegar a su destino y encontrarse con Elmira. La velocidad de Edgar en el cielo era muy irregular. Superaba los 200 km por hora.


Después de unas cuatro horas, llegó a su destino. No se detuvo ni un momento. Miró el pueblo desde el cielo y aterrizó en una zona solitaria. No quería que un normies se llevara un susto de muerte.


Richmond es una ciudad situada en el condado de Madison. Estaba empezando a desarrollarse desde hacía bastante tiempo. Su población era de hasta 10.000 habitantes.


Edgar caminaba mientras observaba a los normies ir y venir. Caminó hasta llegar a una calle desierta y se detuvo frente a lo que parecía ser una herrería abandonada.


'Es aquí', pensó Edgar mientras tanteaba el lugar. Pudo encontrar el aura de Elmira dentro de ese taller abandonado. Esto es gracias a su habilidad de clarividencia.


En la carta, solo decía el nombre del pueblo y el condado de Kentucky. Así que tuvo que buscarla él mismo.


Cuando recibió una carta de Elmira con una sola ubicación, supo que algo en su misión había salido mal y necesitaba refuerzos. Trabajó con ella durante muchos años y no era la primera vez que usaban ese método para dar a conocer su ubicación.


Edgar entró al lugar por una puerta de chapa destartalada. Todo estaba oscuro, polvoriento y lleno de telarañas. Cuando dio unos pasos, sintió un cuchillo en su cuello. "No te muevas", dijo una voz que reconoció.


"Soy yo, Elmira", dijo Edgar con indiferencia. Ya había notado el movimiento con su habilidad extrasensorial.


—Uf... Al fin llegaste —dijo Elmira, soltando el cuchillo y sentándose en el suelo, apoyando la espalda contra una caja.


Edgar se dio la vuelta y abrió mucho los ojos al ver la condición de Elmira. Tenía heridas y quemaduras por todas partes. La peor era una herida profunda en el estómago que sangraba profusamente.


—¿Qué te pasó? —preguntó Edgar con preocupación y creciente enojo. Encontraría al bastardo que le hizo esto a Elmira y lo golpearía hasta dejarlo hecho papilla.


—Mis hermanos, Edward y Elton —respondió Elmira con una mueca de dolor.


La expresión preocupada y enojada de Edgar se convirtió en confusión.


—¿Qué dijiste? Creo que no escuché bien —dijo, limpiándose los oídos.


—Escuchaste bien. Mis hermanos me dejaron en estas condiciones —rectificó Elmira.


Wednesday: El psíquico más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora