>[UN COMIENZO]<

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En un rincón del denso bosque, un pequeño niño llamado Ace Portgas D. Ace corría a toda velocidad. Su forma de lobo le permitía moverse ágilmente entre los árboles, con una bolsa llena de dinero y objetos de oro colgada del cuello. Al llegar a su destino, volvió a su forma humana, destacando su melena negra abundante y ondulada, y las pecas que adornaban su adorable rostro.

Ace se encontró con su amigo Sabo, un niño de melena amarilla que vestía con un elegante traje. Sabo también traía una bolsa llena de tesoros. Se sentaron bajo un árbol y comenzaron a contar su botín.

—¿Cuánto crees que tenemos esta vez, Ace? —preguntó Sabo, mientras sacaba monedas de oro de su bolsa.

—Más que la última vez, seguro. —Ace sonrió, sacando una cadena de oro—. Con esto, podremos vivir como reyes.

—O al menos comer algo decente por unos días —bromeó Sabo, mirando el montón de objetos brillantes frente a ellos.

Después de contar cuidadosamente su tesoro, lo escondieron en una cavidad del árbol. Gray Terminal era su territorio de juegos y peleas, una zona peligrosa donde los ricos de la isla desechaban su basura. A pesar de los riesgos, Ace y Sabo disfrutaban de sus aventuras.

—¿Nos vemos mañana en el mismo lugar? —preguntó Ace, levantándose.

—Claro. Y tal vez encontremos algo aún mejor —respondió Sabo, sonriendo.

Al caer la noche, Ace siempre llevaba la cena a la casa de los bandidos que lo habían acogido tras la muerte de sus padres. Su padre, el legendario Gold D. Roger, se había entregado a la marina para su ejecución, y su madre, Portgas D. Rouge, había fallecido tras retenerlo en su vientre durante más de 20 meses. Ambos eran hombres lobo, capaces de transformarse en lobos, mostrar sus orejas y colas, o parecer completamente humanos, como todos en su mundo.

Después de la muerte de su madre, su abuelo no biológico, Garp, lo había llevado con los bandidos para que lo cuidaran. Desde entonces, Ace se había criado bajo la tutela de Dadan, la jefa de los bandidos. El pequeño pecoso pasaba sus días entrenando arduamente, acumulando rasguños y moretones que requerían vendas y curitas.

Un día, Garp llegó a la casa de los bandidos acompañado de un niño más pequeño que Ace, con una cicatriz bajo el ojo derecho y sin pecas.

—Ace, este es mi nieto, Luffy. Vivirá con ustedes a partir de ahora —dijo Garp, empujando suavemente a Luffy hacia adelante.

Ace miró a Luffy con desdén y, sin pensarlo dos veces, le escupió en la cara.

—No me caes bien —dijo Ace, dándole la espalda.

Luffy se limpió la cara y, en lugar de enfadarse, sonrió ampliamente.

—¡Seremos grandes amigos, Ace! —exclamó Luffy, siguiéndolo con entusiasmo.

Desde ese día, Luffy no dejó de perseguir a Ace, intentando ganarse su amistad. A pesar de los intentos de Ace por alejarlo, Luffy siempre encontraba la manera de estar cerca.

—¡Ace, espera! —gritaba Luffy, corriendo tras él por el bosque.

Sabo, observando la situación, no podía evitar reírse.

—Ace, parece que has ganado un admirador —dijo Sabo, riendo a carcajadas—. No puede ser tan malo, ¿verdad?

Ace gruñó, mirando a Sabo con irritación.

—No sé por qué me sigue tanto. ¡Es un niño molesto! —protestó Ace, aunque en el fondo empezaba a acostumbrarse a la presencia constante de Luffy.

Con el tiempo, Ace empezó a aceptar a Luffy, reconociendo su tenacidad y espíritu indomable. Sin embargo, no todo era fácil. Ace y Sabo se dieron cuenta de que Luffy no sabía defenderse bien y era más propenso a meterse en problemas. Así que, además de sus propias aventuras, los hermanos mayores decidieron entrenar a Luffy.

—Vamos, Luffy. Si quieres ser nuestro amigo, tienes que aprender a defenderte —dijo Ace, entregándole una vara a Luffy.

—¡Estoy listo! —respondió Luffy con entusiasmo, aunque sus movimientos eran torpes.

Sabo observaba con una sonrisa mientras Ace le enseñaba a Luffy técnicas básicas de combate. Los tres pasaban horas entrenando, intercalando lecciones con juegos y bromas.

Un día, mientras exploraban una nueva área de Gray Terminal, se encontraron con un grupo de bandidos que intentaba robar su tesoro escondido.

—¡No dejaremos que se lleven nada! —gritó Ace, transformándose parcialmente en lobo, mostrando sus orejas y colas.

Sabo y Luffy hicieron lo mismo, listos para defender su botín. La batalla fue intensa, pero gracias a su entrenamiento y su espíritu de equipo, lograron ahuyentar a los bandidos.

—¡Lo hicimos! —gritó Luffy, saltando de alegría.

De vuelta en la casa de los bandidos, Dadan los esperaba con una mezcla de preocupación y orgullo.

—¿Qué hicieron esta vez? —preguntó, cruzándose de brazos.

—Defendimos nuestro tesoro —respondió Ace, mostrando sus heridas con una sonrisa.

Dadan suspiró y empezó a curar sus heridas.

—Son unos locos, pero también unos guerreros valientes —dijo, con una sonrisa—. Recuerden siempre cuidar de ustedes mismos y de sus hermanos.

—Lo haremos, Dadan —prometió Ace, mirando a Sabo y Luffy—. Siempre cuidaremos unos de otros.

A medida que los días pasaban, los lazos entre los tres hermanos se fortalecían. Las enseñanzas de Ace y Sabo hicieron que Luffy se volviera más hábil y confiado. Juntos, enfrentaron numerosos desafíos, desde los peligros del Gray Terminal hasta las estrictas reglas de Dadan, quien aunque severa, siempre velaba por su bienestar.

—Un día, seremos los piratas más grandes del mundo —declaró Luffy, mirando el horizonte con determinación.

—Sí, pero primero tienes que dejar de meterte en problemas cada cinco minutos —respondió Ace, riendo.

—Y aprender a contar dinero —añadió Sabo con una sonrisa, mientras los tres se reían juntos.

Una tarde, mientras el sol se ponía, los tres se sentaron en una colina con vistas al mar. Ace había traído una botella de sake que había encontrado en uno de sus botines.

—Hagamos un juramento de hermanos —dijo Ace, con seriedad—. Compartiremos esta botella de sake y nos haremos una marca de hermandad.

Luffy y Sabo asintieron, emocionados. Ace sirvió tres vasos y los distribuyó.

—Por nuestra hermandad y nuestros sueños —dijo Ace, levantando su vaso.

—¡Por nuestra hermandad! —repitieron Luffy y Sabo, chocando sus vasos y bebiendo el sake.

Después de beber, los tres se transformaron parcialmente en lobos y, con determinación, se mordieron suavemente entre el cuello y el hombro, dejando una marca distintiva en cada uno.

—Estas marcas nos recordarán siempre nuestra promesa —dijo Sabo, tocando la suya.

—Sí, hermanos por siempre —agregó Luffy, sonriendo.

—No importa lo que pase, siempre estaremos juntos —concluyó Ace, mirando a sus hermanos con orgullo.

Las aventuras de los tres hermanos no tenían fin. Cada día traía nuevas pruebas, risas y, sobre todo, la promesa inquebrantable de cuidarse mutuamente. En un mundo lleno de peligros y maravillas, el pequeño lobo con pecas, su amigo de melena amarilla y su hermano tenaz forjaron un vínculo que los llevaría a cumplir sus sueños más salvajes.

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Wiiii nueva historia que será omegaverse y de lobos jsjsjs que les pareció el primer capítulo? Si les pareció apoyen mucho mi segunda historia que hice en esta aplicación.

Muchas gracias por leerla! Chaíto! 🪻⭐

Palabras:1181

𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora