>[TRENZAS]<

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Desde que anclamos en esta isla, he encontrado una razón para verla cada día. Isuka está siempre en su puesto, cumpliendo su deber como marine, con esa expresión seria y profesional que mantiene a todos a raya. Pero hay algo en ella que me hace querer acercarme, más allá de su autoridad y compostura.

Hoy no es diferente. Camino hacia donde está, fingiendo que tengo algo importante que hacer, pero en realidad solo quiero verla y hablar con ella.

-Isuka, -la saludo, intentando mantener un tono despreocupado.

Ella me mira de reojo, su expresión tan seria como siempre, pero noto un leve rubor en sus mejillas, como siempre ocurre cuando me acerco.

-Deuce, -responde con voz firme-. ¿Otra vez aquí? ¿No tienes mejores cosas que hacer?

-Solo vine a asegurarme de que todo está en orden, -digo, tratando de sonar casual-. Nunca se sabe cuándo podría pasar algo.

Isuka frunce el ceño, su mirada es severa, pero no puedo evitar notar que parece un poco incómoda.

-No necesito que nadie me cuide, -dice con convicción-. Puedo manejarme perfectamente sola.

-Lo sé, -respondo inclinándome un poco hacia ella-. Pero, ¿qué tiene de malo tener a alguien con quien hablar? A veces, es bueno desconectar un poco de las formalidades.

Ella me mira con un poco de sorpresa, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le hablara de esa manera. Es una marine eficiente, dedicada a su trabajo, pero veo cómo mis palabras la hacen titubear, aunque sea por un momento.

-Las formalidades son importantes, -dice, intentando mantener su tono firme-. Son lo que nos mantiene en línea.

-Es verdad, -admito-. Pero a veces, dejar esas formalidades de lado, aunque sea solo un poco, no le hace daño a nadie.

Isuka parece pensativa por un momento, y veo que su rostro se suaviza ligeramente. El rubor en sus mejillas se intensifica, pero sigue luchando por mantener su compostura.

-No todo es tan simple, -responde con un leve suspiro.

-No, no lo es, -coincido-. Pero tampoco tiene que ser tan complicado.

Ella me mira, esta vez con más curiosidad que antes. Es como si estuviera tratando de entender por qué sigo viniendo, por qué sigo empujando esos límites que ella ha trazado tan cuidadosamente.

-Deuce, -dice con un tono más serio-. Si no tienes nada importante que hacer aquí, deberías irte. Tengo trabajo que hacer.

-¿Qué haces cuando no estás en servicio? -pregunto, inclinándome un poco más cerca.

Isuka no responde de inmediato, y puedo ver que está evaluando la situación, pensando en cómo responder. Después de unos segundos, me mira directamente a los ojos.

-No es de tu incumbencia, -dice, su tono es firme, pero hay una ligera vacilación en su voz-. Tengo una responsabilidad, y la tomo en serio.

-Lo sé, -respondo suavemente-. Y lo respeto. Pero... si alguna vez decides que quieres hablar, aunque sea por un momento, estaré aquí.

Ella me mira de nuevo, y puedo ver que está luchando con algo interno. El rubor en sus mejillas es más intenso ahora, y es evidente que mis palabras la han afectado más de lo que está dispuesta a admitir.

-Eso no es profesional, -responde finalmente, su voz apenas un susurro.

-Quizás no, -admito-. Pero a veces, ser profesional todo el tiempo puede ser agotador, ¿no crees?

𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora