>[HASTA LUEGO EN EL MAR]<

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Narrador Deuce:

La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas de mi camarote, anunciando otro día en la isla. Ace, mi capitán y mejor amigo, había estado ocupado últimamente con varios asuntos en el barco. Aunque inicialmente solíamos salir juntos a explorar, él comenzó a delegar más y más tareas en mí, dejándome libre para... otras actividades.

-Vas a ir a verla otra vez, ¿verdad? -preguntó Ace un día, con una sonrisa traviesa mientras me observaba preparar mis cosas.

-¿Qué? No... Bueno, tal vez... -respondí, sintiendo el rubor subir por mis mejillas. No había necesidad de que lo negara; Ace ya sabía lo que estaba haciendo.

-Buena suerte, Deuce -dijo Ace con una leve risa, dándome una palmada en la espalda-. Yo me quedaré aquí haciendo lo que me encargaron. Pero oye, no te preocupes por mí. Haz lo tuyo.

Lo observé con cierta culpabilidad, pero Ace solo agitó una mano despreocupadamente. Supe entonces que tenía su aprobación, aunque no podía evitar sentirme un poco raro por dejarlo atrás. Aún así, las palabras de Ace me dieron el empujón que necesitaba. Tomé aire profundamente y salí del barco.

El mercado de la isla estaba lleno de vida, con puestos de frutas frescas, artesanías y perfumes que llenaban el aire con sus fragancias. Caminé hasta el lugar donde solía encontrarme con Isuka, una pequeña cafetería cerca del puerto. Allí estaba ella, sentada junto a una mesa con una taza de té entre las manos. Su uniforme de marine contrastaba con el ambiente relajado de la isla, pero había algo en ella que la hacía encajar perfectamente en cualquier lugar.

-¡Deuce! -exclamó al verme, levantándose rápidamente-. Pensé que no vendrías hoy.

-Lo siento, me retrasé un poco -dije mientras me acercaba, notando cómo su rostro se iluminaba al verme. Mis nervios disminuyeron un poco al ver su sonrisa-. ¿Cómo has estado?

-Muy bien, aunque... bueno, lo mismo de siempre. Patrullar, informes... nada tan emocionante como tus historias de alta mar -dijo, soltando una pequeña risa. Habíamos estado viéndonos todos los días desde que anclamos en esta isla, y cada día parecía más a gusto conmigo.

Nos sentamos juntos, y comenzamos a conversar. Había algo natural en nuestras charlas; el tiempo parecía volar sin que nos diéramos cuenta. Le conté sobre algunas aventuras que había vivido con Ace, omitiendo, por supuesto, los detalles más comprometidos. Ella escuchaba atentamente, a veces riendo o haciendo preguntas.

-Debe ser increíble, navegar sin las restricciones de la Marina -comentó Isuka en un momento-. Aunque también debe ser peligroso.

-Lo es -asentí-. Pero hay algo en la libertad del mar que no se puede comparar con nada más. Y, bueno, no es tan malo cuando tienes amigos en quien confiar.

Isuka asintió, pensativa. Sabía que su lealtad a la Marina era fuerte, pero también parecía tener curiosidad por el otro lado de la vida en el mar. Había algo en su mirada que me decía que no estaba tan convencida de que su camino era el único correcto.

Narradora Isuka:

Deuce era... diferente. En mi vida como marine, había conocido a muchos hombres, pero ninguno como él. No era solo su apariencia, aunque era guapo a su manera tímida y encantadora, sino también su forma de ser. Había una sinceridad en sus palabras, una honestidad que me desarmaba. Nunca pensé que podría sentirme así por alguien que, en otras circunstancias, consideraría mi enemigo.

-Me alegra que hayamos seguido viéndonos -dije, dándole un sorbo a mi té. Sentí mi corazón latir un poco más rápido, pero me obligué a mantener la compostura.

𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora