La noche era tranquila, y el fuego en el centro del campamento apenas iluminaba el rostro pensativo de Ace. Llevaba días sintiéndose ajeno a todo, incluso entre sus compañeros revolucionarios, quienes siempre habían sido amables y comprensivos con él. Sentado a solas, observaba las llamas, como si en ellas pudieran disolverse las sombras de su pasado.
Sin embargo, aunque él creía que estaba solo, sus compañeros, ocultos entre la espesura, no dejaban de observarlo con preocupación. Sabo, quien lideraba la pequeña misión, miró a Koala, Karasu y Belo Betty, dándoles una señal para que avanzaran con cautela. Sabía que Ace era demasiado terco para pedir ayuda, y aunque llevaba semanas sin mencionarlo, el dolor que había sufrido entre los Barba Blanca aún lo seguía atormentando.
Finalmente, decididos a hablar con él, Sabo dio un paso adelante y se sentó junto a Ace, guardando una distancia respetuosa. Koala y los demás le siguieron, colocándose a su alrededor de manera que no se sintiera acorralado.
—Pensé que estarías durmiendo —murmuró Ace sin mirarlos, aunque claramente había notado su presencia.
Sabo le dirigió una sonrisa tranquila. —Pareces necesitar compañía más de lo que necesitas dormir, ¿no? —dijo en tono suave.
Ace soltó una risa amarga. —Estoy bien solo, ¿no lo ves? No necesito ayuda para sobrellevar nada.
Koala cruzó los brazos y se sentó cerca de él, manteniendo la mirada fija en el fuego. —Sabes, Ace, a veces fingir que estamos bien solo nos hace daño a nosotros mismos. No tienes que cargar con todo esto solo.
Ace suspiró, y aunque sus palabras eran defensivas, en el fondo sabía que ellos tenían razón. La verdad era que el dolor de haber sido traicionado y desechado aún ardía dentro de él, tanto que ni siquiera encontraba palabras para describirlo.
—No sé qué quieren que diga… No es como si fuera tan fácil olvidar y seguir adelante —replicó en voz baja.
Karasu se inclinó ligeramente hacia él, su expresión seria y sus ojos penetrantes. —No tienes que olvidar, Ace. Pero quedarte atrapado en ese dolor no te va a ayudar a avanzar.
—¿Y qué se supone que haga? —Ace lanzó la pregunta al aire, sin dirigirla a nadie en particular—. Ya intenté olvidarlo, dejar todo atrás. Pero cada noche siento que estoy en el mismo lugar, reviviendo la misma decepción.
Belo Betty, quien hasta entonces había escuchado en silencio, le miró con una mezcla de empatía y determinación. —No puedes permitir que un solo momento defina tu vida, Ace. Todos hemos pasado por cosas difíciles, pero no nos quedamos atrapados en el pasado.
Ace frunció el ceño, apretando los puños. —Ustedes no entienden… creí en ellos. Pensé que éramos familia, y, al final, ellos dudaron de mí. ¿Cómo se supone que siga adelante?
Sabo se inclinó hacia él, poniéndole una mano en el hombro. —Ace, puedes seguir adelante porque no estás solo. Nosotros estamos aquí, y somos tu familia también, ¿no?
El joven omega bajó la mirada, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Sabía que sus palabras eran sinceras, pero también sabía que su dolor era algo que solo él podía comprender en su totalidad.
—Aprecio lo que hacen, de verdad… pero no creo que algo cambie este dolor —dijo finalmente, dejando entrever la vulnerabilidad que había tratado de ocultar durante tanto tiempo.
Koala colocó una mano en la suya, dándole un leve apretón. —Ace, no se trata de cambiar el dolor de inmediato. Se trata de aprender a vivir con él y dejar que otros te apoyen. Si nosotros podemos ayudarte, aunque sea un poco, ¿no es suficiente?

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𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜
WerewolfAce es un cachorro lobo Omega dominante que no tiene padres pero tiene a su cuidadora y a sus hermanos y que mientras va creciendo va viendo el mundo y le pasan grandes cosas que cambiarán su vida