El sol brillaba intensamente sobre la cubierta del Moby Dick, y Ace, como era costumbre, había decidido pasar el día en su forma de lobo, alejándose de las miradas curiosas de la tripulación. Le gustaba correr, saltar y simplemente moverse libremente en su forma animal. Sin embargo, en el fondo, sabía que su comportamiento también era una forma de escapar de algo más: Marco.
Marco había comenzado a cortejarlo de manera más evidente en los últimos días. Ace lo sentía en cada gesto, cada mirada, y especialmente en las palabras que Marco le dedicaba. Lo llamaba "Pequitas" de una manera que, aunque irritante, también lograba hacer que su corazón latiera más rápido de lo que quisiera admitir. Sabía que eran almas gemelas, pero eso no significaba que tenía que lidiar con todo lo que eso implicaba. Era un Omega dominante, y aunque los celos o ciertas emociones propias de su naturaleza le daban esa urgencia de moverse, no estaba dispuesto a dejarse llevar por la dinámica tradicional de pareja. Y mucho menos frente a Marco.
Así que, en lugar de enfrentar la situación, Ace hacía lo que mejor sabía hacer: huir y jugar.
Esa mañana, después de transformarse en lobo, había estado corriendo por la cubierta, robando trozos de comida de los cocineros y evadiendo a los tripulantes que intentaban atraparlo. Saltaba entre los barriles, esquivaba sogas y se escondía en las sombras, disfrutando del caos que dejaba a su paso. Pero a pesar de la libertad que sentía en su forma animal, no podía evitar que su mente volviera una y otra vez a Marco.
El maldito rubio parecía estar en todos lados, siempre con una sonrisa tranquila en el rostro, observándolo con esos ojos penetrantes que Ace sabía que lo veían todo. No solo su forma física, sino lo que ocultaba en su interior. Sabía que Marco estaba cortejándolo, pero Ace no estaba listo para admitir lo mucho que eso le afectaba. El simple hecho de pensar en esa palabra, "cortejo", hacía que su pelaje se erizara.
De repente, mientras masticaba un trozo de carne que había robado, Ace escuchó una voz familiar detrás de él.
-Pequitas, ¿otra vez robando comida? -La voz de Marco era suave, con un toque de diversión.
Ace soltó un gruñido bajo y giró la cabeza, mirando al comandante con desconfianza. A pesar de su forma de lobo, sus ojos dorados dejaban claro que no estaba contento con ese apodo.
Marco se acercó con pasos tranquilos, como si no tuviera prisa alguna. Ace sabía que podía haberse transformado en su forma de fénix y haberlo alcanzado en un instante, pero Marco siempre parecía preferir ese acercamiento calmado, como si todo fuera parte de un juego largo y premeditado.
-Te ves adorable así, pero me pregunto si estás evitando algo... -Marco se inclinó un poco, como si hablara con un cachorro travieso.
Ace gruñó de nuevo, esta vez transformándose de vuelta a su forma humana. Se sacudió el polvo de la ropa y cruzó los brazos, claramente molesto.
-No estoy evitando nada -dijo, pero su tono y la forma en que desvió la mirada lo traicionaron.
Marco sonrió suavemente, sabiendo que había tocado un punto sensible. Pero no insistió, al menos no de la manera directa que Ace temía. En lugar de eso, dejó que el silencio se asentara entre ellos, dejando que Ace fuera quien tomara la iniciativa de hablar, aunque el joven Omega no lo haría fácilmente.
-¿Te molesta que te corteje? -preguntó Marco al cabo de unos segundos, con ese tono despreocupado que parecía tener siempre.
Ace sintió el calor subirle a las mejillas y apartó la mirada rápidamente. No podía negar lo que estaba pasando, pero tampoco quería admitir que le daba vergüenza. Las palabras de Marco eran demasiado directas, demasiado... intensas. Todo esto le resultaba incómodo. ¿Por qué no podía simplemente seguir como si nada, como hacía siempre?

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𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜
Hombres LoboAce es un cachorro lobo Omega dominante que no tiene padres pero tiene a su cuidadora y a sus hermanos y que mientras va creciendo va viendo el mundo y le pasan grandes cosas que cambiarán su vida