>[NOS TIENES A NOSOTROS]<

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Ace estaba sentado en el suelo, observando a Koala y Belo Bety mientras ambas reían y jugaban entre ellas. Llevaba semanas en la base de los revolucionarios, y aunque al principio había sido difícil adaptarse, poco a poco se sentía más en paz. Sin embargo, el recuerdo de su salida del Moby Dick seguía presente, una herida aún fresca que no sanaba fácilmente.

Koala, siempre animada y curiosa, lo miró desde su lugar en el césped.

-Oye, Ace -dijo con una sonrisa dulce, inclinándose hacia él-. Ya llevas varias semanas aquí. ¿Cómo te has sentido con nosotros?

Belo Bety, más seria pero igualmente curiosa, se sentó a su lado, observando el cambio en la expresión de Ace.

-Sí, queremos saberlo -añadió Bety, cruzando los brazos-. Sabemos que no fue fácil para ti llegar aquí después de todo lo que pasó con los Barba Blanca.

Ace dejó escapar un suspiro profundo. Aún era difícil hablar del tema, pero con Koala y Bety sentía que podía abrirse un poco. Las dos lo habían aceptado sin hacer preguntas desde que llegó, lo que lo ayudó a sentirse más cómodo.

-Bueno... -comenzó, mirando sus propias manos mientras pensaba-. No voy a mentir, fue duro. Al principio me costaba mucho entender por qué me echaron. Después de todo lo que hice, todo lo que peleé... que me traicionaran de esa forma fue un golpe muy fuerte.

Koala asintió, poniéndose seria también.

-Debe haber sido muy duro para ti, Ace. Pero recuerda que aquí nadie te juzga por lo que pasó. Sabemos que no fue tu culpa.

Bety también lo miró con comprensión.

-A veces las lealtades cambian en los peores momentos. La traición puede venir de las personas en las que más confiamos, pero eso no significa que tú hayas fallado.

Ace dejó escapar una pequeña risa amarga.

-Lo sé, pero... eso no lo hace más fácil. Verlos a los ojos mientras me culpaban de algo que no hice, ver cómo la tripulación, a quienes consideraba mi familia, me dieron la espalda... No sé, fue un golpe demasiado fuerte. Nunca pensé que algo así pasaría.

Koala le dio un pequeño empujón en el brazo, con una sonrisa reconfortante.

-Pero ahora estás aquí, con nosotros. Y no tienes que preocuparte por eso. Eres parte de nuestra familia revolucionaria ahora.

Ace sonrió levemente, aunque la tristeza aún era visible en su expresión.

-Aquí... las cosas son diferentes. No me siento juzgado, ni tengo que demostrar nada a nadie. Es como si por fin pudiera respirar sin esa presión constante sobre mis hombros. A veces todavía pienso en lo que pasó, pero... estar aquí, con ustedes y con Sabo, ha ayudado mucho.

Bety le dio una palmada en la espalda con fuerza.

-Me alegra que lo veas así, Ace. Sabemos que no fue fácil dejar el Moby Dick, pero estamos felices de que hayas decidido quedarte aquí. Y oye, siempre que necesites hablar de lo que pasó, estamos aquí.

Ace levantó la mirada, agradecido por el apoyo de las dos.

-Gracias, chicas. Ustedes me han hecho sentir bienvenido, y eso significa mucho para mí. No pensé que volvería a sentirme parte de algo tan rápido, pero aquí... siento que tengo un nuevo comienzo.

Koala sonrió ampliamente, levantándose y estirándose hacia el cielo.

-¡Eso es lo que queríamos escuchar! -dijo, saltando de alegría-. Porque no queremos que te sientas solo. Además, tienes a tu hermano Sabo aquí, ¡y a nosotras!

𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora