>[UN COMIENZO LLENO DE AVENTURAS]<

91 19 2
                                    

Ace aterrizó suavemente en las afueras de una villa pequeña y tranquila, sus llamas se extinguieron gradualmente mientras volvía a su forma humana. Los dos días que había pasado volando en su forma de fénix le habían dado tiempo para reflexionar, pero también lo habían agotado. La traición seguía pesando sobre su corazón, pero ahora más que nunca necesitaba pensar con claridad.

El sonido de la villa lo recibió: risas lejanas, el murmullo de las conversaciones, el crujido de las ruedas de un carro pasando por la calle principal. Era un lugar tan pacífico que, por un momento, Ace casi se sintió como si estuviera fuera de toda la locura del mundo.

Caminó por las calles, buscando algo en lo que concentrarse. Necesitaba vendas. No tanto por las heridas físicas -que ya habían sanado en su mayoría gracias a su habilidad de Logia-, sino por lo que representaba la marca de los Barba Blanca en su espalda. "Ese símbolo"...Lo había llevado con orgullo una vez, pero ahora solo sentía rechazo.

Encontró una pequeña tienda de medicamentos, una farmacia de barrio. Al entrar, el tintineo de una campanita le dio la bienvenida, y una anciana le sonrió amablemente desde detrás del mostrador.

- ¿En qué puedo ayudarte, joven? -le preguntó la mujer, acomodando unos frascos en una estantería.

- Solo necesito vendas -dijo Ace, intentando no parecer demasiado perturbado.

- Claro, aquí las tienes. - La mujer le entregó un pequeño paquete de vendas, y él las tomó, agradeciendo con un asentimiento.

Pagó rápidamente y salió de la tienda, sintiendo cómo el aire fresco le ayudaba a despejarse. Aun así, el peso de sus pensamientos seguía ahí. Los Barba blanca...Su pecho se tensó. Durante el tiempo que estuvo con ellos , había creído que era parte de esa familia, pero ahora...

- Basta -se dijo en voz baja, sacudiendo la cabeza mientras caminaba hacia una taberna cercana. "No tiene sentido revolverme en esto".

Entró al bar, uno de esos lugares oscuros y acogedores, con algunas mesas ocupadas por locales que hablaban en voz baja. Se sentó en una mesa junto a la ventana, y el camarero se acercó para tomar su orden.

- Un vaso de agua -pidió Ace, sin ánimo de beber nada más fuerte.

Con el vaso en la mano, se quedó mirando por la ventana durante varios minutos. Luego, como si hubiera recordado algo importante, sacó un pequeño Den Den Mushi de su bolsillo. "Sabo", pensó. Su hermano mayor, la única persona que podría entender lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

El caracol despertó lentamente, como siempre lo hacía, con los ojos aún algo adormilados.

- Vamos, Sabo... contesta -murmuró Ace, tamborileando los dedos sobre la mesa.

Pasaron unos largos segundos antes de que el Den Den Mushi finalmente emitiera una suave vibración y se escuchara la voz familiar al otro lado.

- ¿Ace? -La voz de Sabo sonaba tranquila, pero alerta, como si siempre estuviera preparado para lo inesperado.

Ace respiró profundamente antes de responder.

- Sí, soy yo. - El peso en su pecho se hizo más evidente. - Necesito hablar contigo.

Hubo un breve silencio antes de que Sabo hablara de nuevo.

- ¿Estás bien? Suenas... diferente.

Ace cerró los ojos por un momento, intentando encontrar las palabras. ¿Cómo podía empezar a explicarle lo que había pasado? La traición que sentía. El dolor de haber dejado atrás a aquellos que alguna vez consideró familia.

𝙼𝚒 𝚙𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘 𝚕𝚘𝚋𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora