Hwang Hyunjin y Lee Felix fueron los amigos más envidiados de toda la escuela. Muchos juraban y apostaban todo porque estarían juntos para siempre, pero muchas cosas pasaron.
• Historia en curso.
• Inicio de historia: 29/05/2024
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• Maritza F. Sánchez
Desde aquel día Hyunjin no vivió bajo el dinero de su padre, si no, bajo el de su abuelo, aunque después de unos días se comenzaron a distanciar ya que Hyunjin prefería mantenerse alejado de todos, solo se veían en ocasiones especiales, pero su abuelo no dejaba de enviarle dinero cada semana, lo suficiente para vivir y divertirse, sin duda, su abuelo había ocupado el roll que su padre abandono.
Hyunjin llegó a la casa, estaba igual, pero no se sentía igual y bueno, la incomodidad era notable en su rostro, pero solo se dispuso a tocar el timbre, unos pocos minutos después la reja se abrió automáticamente haciendo que ingresará con el auto, después salió y se dirigió a la puerta donde una vez se acerco fue abierta por su padre.
El señor Hwang se le notaba que estaba cansado, la barba y ojeras no ayudaban a su imagen. — Adelante — le indicó que entrará a lo que Hyunjin solo paso.
La casa estaba igual a como su madre la había adornado, las flores que ella siempre ponía estaban ahí, los floreros y cada mueble que su madre eligió seguían decorando aquella casa, pero a pesar de ello seguí sin sentir aquella comodidad o aquella sensación de hogar. Pues ahora su único hogar, era al lado de Felix.
Hyunjin se dio la vuelta viendo a su padre quien se acercaba a él. — Habla rápido, por favor — vio su reloj que tenía en la muñeca izquierda. — Felix me espera para la cena.
Y bueno, Hyunjin iba con todas las intenciones de solo escuchar, tal vez de recibir regaños o incluso un desprecio más, pero nunca se esperó lo que veían sus ojos. Su padre, aquel hombre de carácter fuerte, rostro serio y un cuerpo fornido se encontraba de rodillas frente a él con unas cuantas lágrimas que iban de sus ojos a sus mejillas y caían por la mandíbula.
Sin duda alguna Hyunjin estaba sorprendido, pero sus ojos también comenzaban a llenarse de lágrimas. — Perdóname, hijo — soltó el señor Hwang de la nada haciendo que toda aquella confianza que tenía se fuera a la basura y sus ojos dejaran salir las lágrimas además de sentir su garganta rasgarse.
Hyunjin trato de apartar la mirada, pero aun así sus lágrimas y dolor no desaparecieron. — ¿Por qué te arrodillas? — decía con la voz rota, pero seria. — Levántate, yo no tengo nada que perdonarte.
El señor Hwang se levantó, pero, aun así, mantenía la mirada abajo. —No me di cuenta de que te había lastimado tanto, tampoco me di cuenta del daño que le causé a tu madre, no sé porque me dejé llevar, creí que ella era sincera y creí que... — dejó de hablar ya que no sabía cómo decir aquellas palabras que sin duda serían dolorosas para Hyunjin.
Pero, Hyunjin entendía todo. — Creíste que podías crear una nueva familia, ¿no es así? — el silencio de su padre lo dijo todo. — Tú ya no nos amabas — su padre lo volteo a ver. — Incluso ahora, sigues sin amarme — eso le dolió más a Hyunjin que al señor Hwang. — Tú solo buscas que te perdone para que no vivas solo, pero a mí no me interesa tu lastima, ni tú compasión, yo ya no te necesito, padre.