Capítulo 11

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¿Qué vamos a usar para llenar los espacios vacíos, donde las olas del hambre rugen?


¿Vamos a navegar a través de este mar de rostros en busca de más y más aplausos?


¿Compramos una guitarra nueva?


¿Nos meteremos en peleas?


¿Haremos giras hacia el este?


¿Nos tiraremos a la bebida?


¿Apenas y dormiremos?


¿Llenaremos el ático de dinero?









Presente


"La crisis"




San Francisco, California


Marzo 1981


Eran las 8 de la noche, la noche anterior él no había podido dormir nada, se la había pasado tomando whisky e inyectándose.

Después de 3 conciertos, todos estaban descansando un poco, estarían en San Francisco por lo menos 4 días, el próximo concierto sería en una semana y media en Los Ángeles.

Desde que regresaron del estadio Candlestick Park al hotel dos días atrás después del último concierto, Terry se encerró en su habitación y nadie volvió a verlo y tampoco él volvió a hablar con nadie, ni siquiera Mark el asistente de los integrantes del grupo, logró que él le abriera la puerta de su suite.


Aunque la presencia de Pitufina con pecas había aligerado el ambiente, Terry, por más que se esforzara no iba a solucionar sus problemas existenciales bromeando y coqueteando con la tierna rubia que quería aparentar una rudeza que no poseía, además él se había propuesto alejarse de ella, no quería corromperla y arrastrarla a su patética vida, ni siquiera había tenido la valentía de liberar por fin a Susana firmando los papeles de divorcio que ya tenía más de un mes en su poder.


Sentado en la alfombra de su suite con algunas botellas vacías y una a medio terminar, sorbía lentamente su whisky, ojalá volvieran esos días en los que algunos sorbos le permitían ser un ser humano funcional. Ese día en especial se encontraba en un profundo desasosiego, había llamado a casa de Maggie pero su ama de llaves le dijo que se había ido unos días a Bath con una amiga. Después marcó el maldito número de su casa en Chelsea...pero como siempre que llamaba, nadie contestó.


Observaba esa guitarra Stratocaster blanco con negro que su ahora casi ex-esposa le había regalado, era una de sus favoritas. Ella había inspirado un par de canciones exitosas y cuando las tocaban en vivo él siempre se las dedicaba a ella. Amaba a Susana, o al menos eso pensaba, pero al mismo tiempo, al contrario que con la música, jamás se entregó por completo a ella, jamás la dejó acercarse lo suficiente e inconscientemente la apartó y la hirió para que ella se alejara definitivamente de él.


Quería escuchar su voz, solo una vez más, aunque fuera para gritarle y reclamarle, era demasiado tarde para aferrarse a la familia que nunca logró formar con ella. Hacía un año y medio ella tuvo una sospecha de embarazo, pudo ser testigo de su felicidad inicial y después de su gran decepción cuando se confirmó que había sido una falsa alarma. Él lo único que logró hacer fue fingir primero felicidad y después fingir una decepción que jamás sintió, en el fondo estaba aliviado de que no hubiera ningún hijo suyo creciendo en el vientre de Susana.

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