05. AMARILLO

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NOTA DE AUTOR: La historia "No apto para cobardes" se desarrolla en el año 2032. El presente del libro es en 2032. A partir de ahí se restan los años para los flashbacks. 

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«I wanna go, get out of here, I'm sick of the party
I'd run away»

Run away with me - Carly Rae Jepsen

8 años antes de la carrera de Miami.

2 de agosto de 2024, el regreso a clases. Cumplía 16 hace un par de meses.

Siempre que estoy entre la gente me siento hecha de cenizas.

Gris, oscura, liviana. Frágil, insuficiente, plana, todos parecen tener superficies estrepitosas de alma y vida mientras que yo soy una pista de piano que siempre toca la misma tecla.

Me pregunto si toda mi vida me voy a sentir sola hablando con la gente que más quiero, o más me quiere, no lo sé, hay un punto en el que me desconecto. Siento que tengo una coreografía aprendida que no puedo bailar con nadie más. Nadie entiende mi ritmo.

Me aterra estar frente de la gente, por ello, en primero de bachillerato no quise participar en la actividad cultural. Siempre lo odié, lo hice desde los 13 en la secundaria donde fui la última en ser escogida como pareja y cuando me asignaron a un chico del salón, este bromeó sobre intentar "intercambiarme" con otro amigo por no querer participar conmigo.

El amigo respondió: Ni muerto. Lo cual, en ese momento, pareció ser solo otro grupo de chicos siendo chicos. No le di importancia, bueno...

Creí que no le di importancia. Pero la verdad fue que nunca volví a presentarme a actividades que requieran parejas, tenía amigas pero no eran tan buenas y yo jamás sería tan valiente de decirles que me den una mano con el torbellino que vivía en mi mente y azotaba mi pecho hasta dejarme con el pulso igual de alto que cuando estás por tener un paro cardíaco.

Siempre he sido muy cobarde, lo soy aún más cuando pueden verme fracasar. Dejé de siquiera tratar de estar en los escenarios, pero nunca me quité la máscara.

Hice lo que pude para sobrevivir incluso si eso era tener un ataque de ansiedad por el pavor a que una situación miserable de hace años se repita, no poder dejar de hiperventilar, sentir que estás por desmayarte hasta que los síntomas físicos de la ansiedad hagan que tu rostro tenga cosquilleos y luego salir sonriente del baño del instituto como si nada pasara.

Puedo hacerlo.

«Sonríe, Violeta».

Y si no puedo hacerlo, me voy a obligar.

Sigo sintiendo cosquilleos en el cuerpo pero eso mi compañera a dos metros de mí no puede saberlo, tengo una lágrima al borde de abrir la prisión y dejarme llorando enfrente de todos estos adolescentes. No logro poner en palabras qué es lo que me perturba con tal fuerza.

Movemos las mesas y las sillas a los lados para dar espacio suficiente a nuestra práctica, supuestamente esta actividad es obligatoria, nos acompañan alumnos del bachillerato de informática. No había suficientes personas para participar en mi especialidad.

Me acorralo a mí misma contra una pared, no miro a la cara a nadie, pareciera que ellos tienen una habilidad mágica para conectar, yo no. Bajo la cabeza.

Los adultos suelen desestimar qué tanto puede sentir o sufrir una persona que ni siquiera está cerca de llegar a sus 20. Sin embargo, puedo jurar que nunca estuve tan hundida como lo estuve en esa época de mi vida.

No apto para cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora