16. CELESTE

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8 de noviembre de 2024.

El dinero puede comprar lo que sea, a veces creo que incluso el amor.

Pedí un Uber al otro lado de la ciudad, gastando en por un par de horas más de lo que había ahorrado en meses para aparecer en un shopping desconocido y poco interesante para comer en un restaurante con mejor aire acondicionado que sabor. Pero estaba feliz, sí que lo estaba.

Se sentía como avanzar, como seguir con mi vida. Era algo vacío, agridulce y celeste siendo que mi color favorito es rosa. Peor era quedarme en mi cuarto a lamentarme porque alguien a quien quería no sintiera lo mismo por mí.

Sí, ¿No?

¿Qué más puedo hacer?

Había demasiados monstruos invisibles controlando que no tuviera ni una sola esperanza con Chandler, pero el mejor de ellos era la obviedad de que si me quisiera lo sabría, me lo diría o al menos lo hubiera comentado con alguno de nuestros amigos en común para que me vengan con el chisme.

Perdiendo el tiempo al mirar por la ventana en los cuarenta minutos de viaje repaso ese escenario patético. Me encantaría hacerme la cabeza, armar un detallista y cuidadoso universo donde él me corresponde de una forma misteriosa, tímida y cobarde pero tan pasional que podría pintar de rojo mi rostro pálido en la espera de que rompa la tensión cada vez que acabamos un baile a centímetros del otro. No obstante, no soy tan creativa. No soy una poeta, solo soy una adolescente un tanto triste.

Dejo el aire salir de mis pulmones, por supuesto que quiero morirme porque el chico que me gusta no siente lo mismo ¡Por favor, no soy tan madura! Pero ¿qué demonios puedo hacer? Hubiera intentado ser su tipo si no hubiera agresivamente esquivado mis preguntas sobre ello, si no hubiera rechazado hacer planes que pudiera intentar llevar a otro nivel romántico o si no pareciera que soy la única de sus amistades a la que no le daría una oportunidad.

¿Me metí en la "friendzone" sola? No creo que eso exista. Si lo hiciera, diría que llevo allí desde que nos conocimos y muy en el fondo, yo quiero algo mejor que yo para él.

Es el mejor chico que he conocido en mi corta vida y yo soy solo...

—Violeta —saluda West al darme un beso en la mejilla—. Estás hermosa hoy.

Hay cierto veneno en ser un buen hablador. Si le dices exactamente lo que quiere oír a alguien, en el momento preciso, en un tono bien estudiado mientras lo miras a los ojos... Tengo la teoría de que puedes lograr lo que sea y West lo sabía con claridad.

—Gracias.

—No se agradece por oír la verdad.

Él siempre fue todo lo opuesto a mi mejor amigo, era más de grupos grandes que amigos cercanos, más de fiesta que de casa, más de acción que planeación. Despreocupado, audaz y confiado West White era exactamente lo que cualquier chica de ciudad anhelaría tener en su cama.

Sus ojos no disimulaban y su boca tampoco, hablaba con la agilidad de alguien que nunca ha sido cuestionado. Me escudriñaba con el deseo de alguien que lleva 7 días sediento frente a un vaso de agua fresca. No tardó ni siquiera cinco minutos en apoderarse de la mesa, de la atención y del permiso para rodear con sus brazos mi cintura.

—Hey, West. Tú con una nueva cada semana. —se burló uno de sus amigos.

—Pff, cállate.

—Hay tres sillas sobrantes, ella no tiene por qué sentarse en tu regazo, lo sabes ¿cierto?

Intento moverme, muerta de la pena pero él me sostiene. No es tan escandaloso como suena, compartimos el sillón más grande de la mesa, una especie de sofá en donde entraríamos sin problemas si él no estuviera semi-recostado. Estoy exactamente encima de su pierna derecha, hacia su rodilla, el resto de mi cuerpo reposa en el sofá.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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