Capitulo 5

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Que comience la aventura.

No dormí nada.

Sentía los ojos completamente secos e hinchados, pero era mejor así. Prefería sufrir los efectos del desvelo, antes que ser atormentada por una pesadilla.

La mamá de Nolan me vio tan mal que alistó un botiquín improvisado para que lo lleváramos al viaje por cosas como esa. Se lo agradecimos. Ambos estábamos impacientes por subir a la camioneta y perdernos por la carretera, pero Laurine no nos había dejado ir sin que desayunaramos un poco. Le tuvimos que obedecer y en el tiempo que tardé en acabar mis huevos revueltos no pude dejar de pensar que habría sido lindo crecer con una madre como ella.

―¡Terminé!―anunció Nolan pegando un brinco en la silla.

― ¡No olvides lavarte los dientes!―le recordó su madre como si aún tuviera cinco años y no fuese algo mayor que yo.

La despedida de la señora Rule fue larga y repleta de precauciones que debíamos tomar en cuenta durante el camino, después fue la de su esposo, quien era más seco y decidió irse por algo rápido y simple. Josh dormía hasta tarde, así que se había despedido de nosotros la noche anterior después de la cena.

En cuanto a mi familia, tenía dos llamadas perdidas en el celular de mi tía Verónica y ni una más. Pensaba que las había hecho como una forma de tener algo con lo que respaldarse cuando llegara La Charla sobre este tema. Quizá creía que me arrepentiría y volvería a casa, y yo solo cruzaba los dedos sabiendo que al terminar el viaje sería imposible negarme al hecho de que tendría que regresar a aquel lugar.

Dolería sentir el encierro después de probar la libertad, pero por el momento, disfrutaría del momento con todas mis fuerzas y juntaría recuerdos para guardarlos en una caja fuerte, y utilizarlos de consuelo en tiempos difíciles.

Solté una gran bocanada de aire mientras bloqueaba el contacto de mi tía para que no llegaran más llamadas y me montaba en el asiento del copiloto.

Era muy cómodo ahí dentro. Todo estaba totalmente limpio a diferencia de la habitación de Nolan, e incluso parecía que lo cuidaba más que a esta.

Él entró unos segundos después. Lo vi soltar un suspiro enorme, como si se desinflara un poco y después, sus ojos se posaron en mí.

―Esa mujer va a hacer que se me caiga el cabello―se quejó mostrando una mueca cansada.

Lo mire alzando una ceja, confundida.

― ¿Tu madre?

― ¡Sí!―se pasó por la cabeza con frustración.―Me trata como si fuese un niño. Ya tengo diecinueve, por Dios. Estoy a punto de cumplir veinte y me detuvo mil veces antes de subir a la camioneta solo para darme un papel con los números de sus amigos por si ocupábamos algo y estábamos en otra ciudad. Creo que cree que aún estoy chico y ocupo ayuda para subsistir.

Cada uno de sus reclamos llegó a mi cabeza con nostalgia.

―Por lo menos tienes una madre―le respondí y sus ojos se abrieron enormes.

Algunas veces me sorprendía lo que muchos se quejaban de sus mamás, cuando yo le pedía a Santa Claus, todas las navidades, que me devolviera a la mía. Nolan se quejaba porque Laurine era sobreprotectora con él, mientras yo quería a alguien que me cuidara.

―Yo... lo siento, Moly. No quise hacerte sentir mal, solamente...

―No te preocupes. Ya no duele―Le mentí y él lo supo.

Un silencio se abrió brecha entre nosotros y me removí en el asiento, incomoda, mientras mi cabeza buscaba la forma de cambiar de tema.

― ¿Entonces tu madre te dio un papel con números?

Nolan carraspeo sintiendo mi urgencia de llevar la conversación a otro rumbo y posteriormente asintió repetidas veces antes de pasarme un papel organizadamente escrito.

―Sí, tiene amigos por todos lados. Ahí están sus números y direcciones por si nos encontramos en problemas―su rostro estaba bajo.

Guardé bien el papel en mi bolso de mano y adentro de este apareció, como si deslumbrara, la carta que había escrito Nicolas. La saqué lentamente llamando la atención de Nolan. Sus ojos la miraron expectantes, y sus manos temblaron como si él también viera en ese papel la salvación, ¿sería eso por lo que quería hacer ese viaje?, pero en todo caso, ¿de qué se quería salvar?

― ¿Esa es la lista?―su boca se escuchaba seca.

―Sí, está adentro junto con un poco de dinero que dejó para el camino, pero como ahora somos dos creo que necesitare tomar también de mis ahorros―comencé a abrirla lentamente.

―No tienes por qué preocuparte por el dinero, florecilla. Yo traigo suficiente para ambos, y si en algún momento llega a faltar, bien podemos compartir la comida.―bromeó mientras reía un poco. Yo también sonreí―. Ahora dime que dice la lista, que siento que si no lo haces ya, moriré de nervios.

La lista en mis manos hacía cosquillas.

― ¿A dónde iremos primero?

Leí mentalmente:

Querida Moly, como lo dije en mi carta, no puedo hacer mejor cosa que dejarte todos mis sueños, así que atesoralos y vívelos como si también fueran tuyos.

Conocí a Mary Alice, tu abuela, en un restaurante cerca del mar. Se veía hermosa con aquel vestido azul cielo. Recuerdo que tuve que respirar cinco veces para tomar fuerzas antes de acercarme a ella. Le hablé como todo un experto en el tema de las mujeres y cuando me sonrió, querida Moly, puedo apostarte que si volviera a vivir, jamás encontraría a alguien que me hiciera sentir todo lo que Mary podía con ese simple gesto. El mundo dejó de girar completamente con ella a mi lado, y entendí que, hay veces en la vida en las que nos preocupamos por si las cosas saldrán bien, y al final, lo que importa es como hacemos que sucedan. Debemos de poner empeño en todo y al final, cualquier resultado nos dejará feliz, porque sabremos que hemos dado todo de nosotros. Ella no me aceptó a la primera. Era una mujer difícil, y tardé dos bofetadas por descarado, para que me aceptara una cita, y después de algunas cuantas, nos casamos y tuvimos a tu padre y a tu tía.

No sabes cuánto me encantaría revivir aquella primera cena en el que se convirtió en mi restaurante favorito, así que ese será tu primer destino. El "Mar y Arena" te espera.

Tuve que leer dos veces lo anterior para que el sabor volviera a mi boca. Aún mi cabeza no digería que sus palabras fueran todo lo amable que no había sido en vida.

― ¿Y bien?―insistió Nolan.

―Iremos a la playa―solté las palabras con un aire de diversión en el tono de mi voz.

Tardó unos minutos en saborear mi respuesta.

― ¿La playa?

Asentí.

―Wow, entonces tendré que ponerle más gasolina a Charlie.

― ¿Charlie?

Nolan se encogió de hombros mirándose avergonzado. Abrió un par de veces su boca como si buscara las palabras para no quedar tan mal.

―La camioneta es Charlie.

Me reí mirándolo con una ceja alzada.

―Ni se te ocurra burlarte, Florecilla.―Amenazó encendiendo a Charlie.

El motor rugió mientras nos perdíamos por la carretera, como llevábamos deseándolo desde el día anterior. El pasar de las casas y de los coches sabía a libertad.

Se habían abierto las puertas de la prisión y el ave tomó vuelo.

Un viaje al universo de tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora