Capítulo 2: La fugitiva
Había un cierto toque de libertad en la forma en que el viento tocaba mi rostro al entrar por la ventana abierta. El único problema era el chirriante sonido que hacia el motor, pero sabía que era cuestión de tiempo para que el nieto del señor Josh lo reparara.
Seguí conduciendo sin percatarme que mis manos aferraban con fuerza el volante. El coche del abuelo no era muy nuevo, casi podía asegurar que teníamos la misma edad, pero se movía, y sabía que me podría llevar a todos aquellos lugares que indicaba la lista que aún no tenía el coraje de leer.
Prefería que todo en ella llegara por sorpresa, antes de que me pusiera a pensar en las consecuencias que se vendrían y terminara como toda una cobarde. A fin de cuentas, siendo finales de junio, tenía todo el verano para disfrutar antes de tener que afrontar la idea de la universidad.
Me detuve en un lugar de hamburguesas para hacer tiempo. Pedí un combo grande con helado y me lo comí con toda la paciencia del mundo, intentando no pensar en nada para no perder el apetito. En algunas ocasiones mi ojos viajaban curiosos hacia el lugar donde guardaba la carta y me rogaban silenciosos que leyera la lista del abuelo, pero les daba un manotazo mental y seguía comiendo, aun debatiéndome si aquello resultaría una buena idea.
Una hora después ya me encontraba de nuevo tras el volante. Busqué la calle que indicaba la dirección, y mientras hacía aquello, en mi cabeza el temor siguió nadando como una sirena cautivadoramente peligrosa.
Estacioné junto a la acera y me bajé del auto tomando una gran bocanada de aire, en un intento por limpiar mi cuerpo de aquellos pensamientos punzantes. No tardé en caminar hacia la casa que indicaba el papel. Me sorprendió lo hermoso del jardín, lleno de rosales con encantadoras rosas rojas que me hicieron suspirar.
Las admiré con cada paso que di hasta que llegué a la puerta y toqué. Demoraron solo segundos en abrirla, y después de eso, apareció ante mí un hombre mayor bastante alto, de cabello blanquecino y unos intensos ojos azules, tan brillantes, que me pregunté si eran naturales.
―Buenos días― saludé con una sonrisa―. Soy Moly Whrite y estoy buscando al señor Josh Rule.
El hombre me devolvió la sonrisa después de saber mi nombre, como si lo hubiera escuchado durante toda su vida. Un pinchazo de vergüenza me atacó el estómago al ver el gesto de sus labios, tan alegre y chispeante que hacia parecer al mío seco y sin chiste.
―¡Oh, claro, pasa! Te estaba esperando.
― ¿A mi?―mis pies, temblorosos, comenzaron a entrar en el lugar.
―Claro, tu abuelo me pidió que estuviera atento a tu visita―"Wow, en verdad Nicolas estaba seguro de que aceptaría" pensé mientras mis ojos recorrían la decoración de la sala de estar―, solo que no pensé que llegaras tan pronto. Él dijo que probablemente te tardaras en aparecer por aquí.
Seguro mi abuelo había pensado que necesitaría tiempo para aceptar su propuesta, pero no tomó en cuenta que tenía más ganas de alejarme del infierno, que quedarme en él. Un pequeño error de cálculo.
―Entre más pronto mejor ¿no?
Asintió.
―Muy cierto. Pero ven, no te quedes ahí parada, ¿quieres un café?
La amabilidad que desprendía parecía una burbuja que lo cubría.
―De hecho, estaba buscando a su nieto.
Una sonrisa invadió ese rostro que al parecer siempre estaba adornado con una, y al gesto se le sumó un brillo peculiar, como si tuviera oculta alguna traviesa broma personal.
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Un viaje al universo de tus labios
Roman pour AdolescentsCuando Nicolas da su último aliento en este mundo, una carta llega a manos de Moly, su nieta, la joven a la que dedicó su vida entera a herir, pidiéndole que se embarque en un viaje lleno de destinos impredecibles, como única forma de sanar su coraz...