La mañana era tranquila, pero el frío calaba hasta los huesos. Desde un balcón en lo alto del castillo, Ashira observaba el reino que se extendía ante sus ojos. El aire gélido golpeaba su rostro mientras mantenía los brazos cruzados, sin moverse, con la mirada perdida en el horizonte. Todo parecía en calma, pero una inquietud oscura se anidaba en su corazón.El sonido de unos pasos ligeros rompió el silencio. Era Astrid, quien por fin la había encontrado tras horas de búsqueda. Se acercó lentamente, una sonrisa juguetona en su rostro, como solía ser su estilo.
—Veo que se despertó temprano, maestra —comentó con un tono travieso, consciente de que, por lo general, era ella quien la despertaba.
Pero Ashira no respondió. No apartó la mirada del reino, sus brazos seguían cruzados, y su postura rígida transmitía una mezcla de tensión y preocupación. Aún de espaldas a Astrid, su silencio era pesado. Astrid, al notar que algo no estaba bien, suavizó su expresión y su tono cambió, ahora más serio.
—¿Pasa algo, maestra?
Ashira finalmente se volteó, con una sonrisa apenas perceptible, aunque no alcanzaba sus ojos. Caminó unos pasos hacia ella, su mirada serena pero cargada de una ominosa verdad.
—Se acerca una guerra.
Astrid se quedó inmóvil por un momento, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba. No era la primera vez que hablaban de guerra, pero el tono de su maestra tenía un peso distinto esta vez. Había algo más en esas palabras, una gravedad que no había escuchado antes.
—¿Qué tipo de guerra? —preguntó Astrid, su voz temblaba ligeramente mientras su mente intentaba procesar la información.
—No será como las otras… —respondió Ashira, volviendo la mirada hacia el horizonte, su voz tranquila, pero cargada de significado—. Esta guerra no será como ninguna otra.
Astrid, más preocupada ahora, dio un paso adelante, su expresión se endureció.
—Maestra... —empezó a decir, titubeante—. ¿No cree que podamos ganar? Siempre ha liderado nuestras fuerzas con estrategia, con usted al frente nadie puede detenernos.
Ashira sonrió, una sonrisa que parecía un tanto melancólica. Luego levantó un dedo, como si señalara un único e inevitable obstáculo.
—Sí hay alguien. —Hizo una pausa, su voz adquirió un tono más grave—. Se llama Morgan Le Fay... mi madre.
El silencio que siguió fue abrumador. Astrid se quedó paralizada, sus ojos se abrieron por completo al escuchar ese nombre. Sabía lo suficiente sobre Morgan Le Fay, pero nunca se había atrevido a preguntar directamente a Ashira sobre su relación con ella.
—¿Morgan...? —murmuró Astrid, la palabra apenas salió de sus labios. Quería decir más, pero no sabía cómo formular sus pensamientos. Finalmente, se armó de valor y habló—. Si esperamos a que ella venga, podríamos usar las defensas que usted diseñó. Con los cañones y nuestras barreras mágicas podríamos detenerla, ¿no? Tal vez… podríamos ganar.
Ashira inclinó ligeramente la cabeza, evaluando la propuesta de su discípula. Una sonrisa, esta vez algo más cálida, apareció en sus labios.
—Es una buena idea... —admitió—. Pero estaríamos acorralados. Y aunque nuestras defensas son fuertes, estamos hablando de Morgan Le Fay. Ella podría darle la vuelta a todo, convertir nuestras propias defensas en nuestra ruina. —Sus ojos se entrecerraron, como si viera más allá de lo visible—. Además, no quiero que esta guerra llegue aquí... no quiero exponer a mi gente a algo tan devastador.
Astrid apretó los labios, buscando una alternativa, pero no encontraba respuesta. Siempre había confiado en las estrategias de Ashira, quien había logrado lo impensable al mantener las bajas de su bando al mínimo en las guerras anteriores. Pero esta vez... esta vez era diferente.
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Herencia de Luz y Sombra
FanfictionAshira, nacio siendo la hija de Morgan Le Fay, es abandonada por su madre en las frías calles de Camelot. Creciendo en la miseria, su vida da un giro inesperado cuando el sabio Merlin convence a Artoria Pendragon, la Rey de los Caballeros, para que...