Capítulo 17: El Duelo de Voluntades

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El cráter humeaba aún cuando las piedras y fragmentos de tierra caían como lluvia alrededor de Ashira, quien había logrado evadir el impacto por un suspiro. A pesar de la fuerza bruta que Barghest desplegaba, Ashira mantenía su compostura, sus ojos centelleando con determinación como si la ferocidad de su adversaria la impulsara.

Hasta ahora, Ashira se había limitado a esquivar los devastadores ataques de Barghest, como una gacela eludiendo a un león. Estaba estudiando el patrón de ataque y defensa de su oponente, buscando la mejor manera de contrarrestar su brutalidad. Sin embargo, darle tanto terreno a Barghest resultó ser un error; cada paso atrás le permitía a Barghest acortar la distancia, aprovechando su fuerza sobrehumana para mantener la presión constante.

El bosque se alzaba alrededor de ellas como un muro de sombras, sus gigantescos árboles con troncos gruesos y raíces que serpenteaban por el suelo, apenas visibles bajo la niebla que cubría el terreno. El crujido de las hojas bajo los pies de Barghest resonaba como un tambor de guerra mientras lanzaba otro golpe feroz hacia Ashira, que evadía con movimientos fluidos. Las ramas más bajas temblaban con cada impacto, como si el propio bosque estuviera reaccionando ante la intensa batalla, absorbiendo la energía que vibraba en el aire.

El aire estaba cargado de una tensión palpable, cada respiro se sentía más pesado, saturado con la energía mágica que ambas combatientes desprendían, un aroma a ozono y tierra húmeda. La luz del sol, apenas visible entre el dosel del bosque, creaba destellos sobre las armaduras y lanzas de Ashira, mientras Barghest avanzaba, imparable.

Barghest no cedía terreno. A cada intento de Ashira por retroceder y estudiar a su oponente, Barghest la acosaba, cerrando cualquier brecha con su rapidez inesperada para alguien de su tamaño. Sus espadazos venían desde diferentes ángulos, como si tratara de aplastar no solo a su oponente, sino al propio terreno bajo sus pies. Cada golpe dejaba grietas profundas en el suelo, y los árboles cercanos se inclinaban, algunos cediendo y cayendo por la fuerza de los impactos.

Ashira apretó los dientes, su mente corriendo a mil por hora. Sabía que debía cambiar su enfoque rápidamente antes de quedar acorralada. En ese momento, una lanza negra, forjada de un metal oscuro como la noche, cayó del cielo, estrellándose contra el suelo frente a Barghest. El impacto hizo que la bestia fae diera un salto hacia atrás, levantando una nube de polvo y hojas secas a su alrededor, y Ashira sintió un destello de esperanza. Era el turno de Ashira para atacar. Era el turno de Ashira para atacar.

Con un gesto firme de su mano, invocó varias lanzas que brillaban con una luz oscura y etérea. Las lanzas volaron hacia Barghest a una velocidad impresionante, cortando el aire con un silbido agudo. Barghest, visiblemente irritada por el cambio en el flujo de la batalla, empezó a esquivar los proyectiles con una sorprendente agilidad, pero no pudo evitar retroceder ante la lluvia de ataques. Su expresión se transformó, y Ashira notó que tras la rabia de su rostro se escondía algo más: el deseo de no ser subestimada.

Ashira sonrió con confianza al ver a su oponente finalmente retroceder. Sin embargo, esa sonrisa provocó un cambio en Barghest. La furia en sus ojos aumentó, y con un gruñido feroz, ajustó su postura. El suelo bajo sus pies crujió mientras flexionaba las piernas, preparándose para su próximo movimiento. El aire alrededor de Barghest se volvió denso, casi sofocante, mientras una risa baja y amenazante brotaba de sus labios.

Con un estallido de velocidad, Barghest desapareció de su lugar, su figura transformándose en un borrón oscuro. En un abrir y cerrar de ojos, había acortado la distancia entre ellas. El sonido de sus pasos resonaba como el eco de un trueno a través del bosque mientras su espada descendía con una fuerza imparable, cortando el aire en dirección a Ashira.

Pero Ashira estaba lista. En el último segundo, invocó una lanza y la agarró con su mano derecha, alzándola para interceptar el golpe. El choque de las armas fue ensordecedor, una chispa de energía mágica estalló en el punto de impacto, iluminando brevemente los alrededores. Barghest presionaba hacia adelante con una fuerza colosal, sus ojos fijos en Ashira con una intensidad animal, mientras que Ashira resistía, sus pies hundiéndose en el suelo por la presión.

Herencia de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora