Cambios de toda una vida

Capítulo 4: Minimal Loss

Después de darle un largo abrazo a Reid, se dirigió a la ambulancia. Estaba bastante segura de que más de uno de sus huesos estaba roto o al menos agrietado. Se sentó con cuidado en la camilla y dejó que empezaran a trabajar en ella. Los últimos tres días aún no la habían alcanzado. En otras circunstancias, habría ido a este caso con su pareja, pero Derek todavía estaba en el papeleo, aunque no le había dicho a nadie por qué. No es que no le gustara pasar tiempo con Reid, simplemente no era su pareja. Su estado de ánimo había empeorado rápidamente cuando la situación en la casa de la secta comenzó a empeorar. Todavía no sabía cómo Cyrus había sabido que uno de ellos era un agente del FBI, pero sabía que no podía permitir que Reid recibiera la paliza. Ya había pasado por demasiadas cosas. Las siguientes horas habían sido terribles para ella, ya que apenas podía mover cualquier parte de su cuerpo sin hacer una mueca de dolor. Sin embargo, cuando recibió la señal de que la ayuda estaba llegando, se convenció a sí misma de que el dolor no era tan malo y luchó para salir.

—¿Emily?

Miró a través de la puerta abierta de la ambulancia para encontrar a su compañero con una expresión preocupada.

—Estoy bien.

Él levantó una ceja y la ayudó mientras ella salía de la ambulancia. Querían que fuera al hospital y le revisaran las costillas, pero le dijeron que hasta ahora se veía peor de lo que realmente era.

—¿Sabes que tu mensaje para nosotros podría haber hecho que te mataran? —preguntó en voz baja mientras se acercaba a una de las camionetas.

—Tuve que impedirte entrar. —Ni siquiera tuvo que preguntar de qué mensaje estaba hablando, simplemente supo instintivamente que era el que había dado mientras la golpeaban.

Si Emily hubiera levantado la vista, lo habría visto poner los ojos en blanco ante su actitud. No había duda de lo terca que podía ser ella en temas como este, pero él también lo era, y esa era una de las razones por las que funcionaban tan bien como socios. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras le abría la puerta.

—¿Qué haces aquí? —Se había detenido en sus movimientos y miró a su compañero. Hasta ahora, su cerebro había tenido que resolver muchos otros problemas, pero de repente volvió a su mente que Derek ya no viajaba con el equipo.

—Bueno, obviamente te metes en demasiados problemas cuando no estoy allí para vigilarte.

—Es gracioso, pero ¿quién está con Avery?

—Sophie, la niñera que recomendaste. Pensé que si era algo de una sola vez, estaría bien.

—Sí, y el hecho de que casi te exploten finalmente demostró tu punto —añadió secamente y se hundió en el asiento—. Emily no iba a mentir, amaba a Avery y sabía por qué Derek estaba tomando las decisiones que estaba tomando en ese momento, pero eso no impidió que se molestara por eso. Estaba acostumbrada a tener a su mejor amiga cerca la mayor parte del tiempo cada semana y ahora, de repente, todo era tan diferente. En su mente, todavía había estado tratando de encontrar una manera de hacer que volviera al campo, pero ahora que casi había volado por los aires en su primer caso en semanas, todas las formas posibles de convencerlo habían desaparecido.

Morgan cerró la puerta junto a ella y corrió alrededor de la camioneta. Trató de relajarse contra el asiento, pero le dolía demasiado la espalda como para disfrutar de la tranquilidad. Se sentó a su lado y cabalgaron hasta el hospital en silencio. Hizo algunos intentos de iniciar una conversación, pero Emily los terminó bastante rápido con sus respuestas de una sola palabra.

Cuando volvió del hospital, donde le habían aconsejado que se tomara unos días de descanso, pero le dieron el visto bueno, encontró a su pareja apoyada en la camioneta hablando por teléfono. Él le dedicó una sonrisa cuando la vio y luego terminó la llamada.