Cambios de toda una vida

Capítulo 27: Que comience el reto

Habían sido unas semanas difíciles para ambos. Derek había estado bajo un estrés constante con sus superiores vigilándolo de cerca en los casos pasados. Odiaba tener que cuestionar cada uno de sus movimientos. Sabía en el fondo que Hotch estaba de su lado, pero no llegaba a sentirlo muy a menudo. Emily, por otro lado, poco a poco pareció acostumbrarse a ser madre a tiempo completo. Afortunadamente, Avery resultó ser una gran ayuda en casa y rara vez quitaba la atención de su hermanita. Por lo tanto, su madre se había propuesto trabajar con la niña tanto como pudiera mientras mantenía al bebé satisfecho y la casa no parecía un desastre.

Esta noche, madre e hijas estaban acurrucadas en el sofá. Derek, que todavía estaba en el trabajo, le había dicho la noche anterior que se quedara en casa solo por el bien de los disturbios que estaban ocurriendo en otras partes de DC y ella tampoco tenía ningún interés en presenciarlos. Emma estaba durmiendo en su columpio cercano, mientras su hermana estaba ocupada leyendo el libro con ella. Cuando el teléfono celular de Emily comenzó a sonar en el pasillo, Avery se levantó de un salto, desde donde estaban leyendo su libro ilustrado, y corrió a buscarlo.

"Entrené bien a tu hermana, ahora si pudiera hacer que hicieras las tareas por mí, la vida sería genial", le dijo Emily al bebé mientras acercaba el columpio al sofá para poder tocar las mejillas sonrosadas. Aunque a veces seguía siendo difícil, ahora comprendía por qué un padre haría absolutamente todo por sus hijos.

—¿Teléfono de papá? —Avery había regresado entregándole el teléfono móvil; De alguna manera se las había arreglado para sacarlo de la mesa que se suponía que estaba fuera de su alcance. Emily echó un vistazo al identificador de llamadas y luego negó con la cabeza.

—Lo siento cariño, es la tía Penélope. —Luego presionó el botón para responder a la llamada.

—Hola, la tecnología más popular del planeta, ¿me extrañas o te has equivocado de marcación rápida?

—Por supuesto que la primera. ¿Cómo están mis bebés?

Emily sonrió al mencionar a sus hijas. Desde que Emma nació, cada conversación parecía comenzar con la pregunta de cómo estaban las niñas, y aunque disfrutaba hablando de ellas, a veces se sentía extraño, como si su vida se hubiera reducido solo a los pañales y juguetes que la rodeaban todo el día. Aunque las amaba y adoraba a ambas, en ocasiones deseaba que sus amigos hablaran de otros temas. Finalmente, se había dado cuenta de que le había hecho lo mismo a JJ después de que Henry naciera.

—Emma está durmiendo la siesta en el columpio que compraste, y Avery me acaba de traer el teléfono con la esperanza de que sea su papá.

—Bueno, no puedo seguir el ritmo de nuestro trueno de chocolate —Emily se rió mientras ayudaba a la niña a subirse al sofá y le entregaba el libro—. ¿Así que supongo que aún no está en casa?

—No —Emily levantó las cejas en señal de alerta—. ¿Debería estarlo?

—No, supongo que no —respondió Penélope.

—Penélope...

—Bueno, se fue justo después de que terminó el caso y no pude localizarlo en su teléfono, así que pensé en intentarlo.

—¿Por qué querrías localizarlo? —Podría haber sido su instinto natural, habiendo crecido con una madre que guardaba secretos, su carrera en la Interpol, o tal vez simplemente el papel de esposa y madre preocupada, pero algo en la forma en que su amiga le preguntó la puso en alerta.

—Dejó su celular.

Estaba mintiendo y no hizo falta el entrenamiento de la Interpol para darse cuenta de eso. Emily se sentó y luego se levantó del sofá para distanciarse un poco de ella y las chicas.