Michael repasó la conversación que tuvo con Adrianne afuera de su edificio, cuando el sujeto del tráiler fue tan amable para acercarlos a la ciudad después de verlos con compasión.
—Me alegró verte, aunque fuera de esta forma —le dijo Adrianne, sonriendo.
—Lo sé. Te pediría tu número, pero no tengo con qué anotar.
—No importa. Dijiste que trabajas en el Lincoln Park, ¿no? Es el camino a casa.
—Entonces sabes dónde encontrarme.
—Y tú a mí. —Sonrió ella.
Pero ya habían pasado tres días, y él estaba demasiado ocupado poniendo su vida al corriente.
Michael tomó el café de la barra y salió de la cafetería con paso apresurado al hospital Lincoln Park, cerca del centro. Aburrido, pasó al lado del guardia de seguridad que saludó con un movimiento de cabeza, luego a las recepcionistas, y siguió su camino al último piso, donde su asistente lo recibió con una sonrisa y un chocolate.
—Buenos días, Michael. El doctor William necesita...
—Kate, por favor, es muy temprano para hablar de ese —le dijo de mala gana.
—Lo siento. Por otra parte, un par de hombres te están esperando en tu oficina. —Vio el rostro serio de su jefe—. Lo sé, lo sé. Debieron haber esperado afuera... Pero estaban poniendo tensos a todos —bajó la voz.
Michael se acercó a ella.
—¿Tienen algo que ver con mis vacaciones?
Ella asintió.
—¿Todo está en orden, Michael?
—Nada de qué preocuparse. —Le guiñó un ojo.
Kate era la única a la que Michael le había tenido la suficiente confianza para apenas mencionarle qué había pasado. Desde luego que la chica había hecho un sinfín de preguntas, pero él se limitó a decir que no quería revivir el suceso. Ella supuso que tendría estrés postraumático y no lo presionó para decirle más.
De cualquier forma, si no hubiera sido por un tema de suma importancia del hospital, ella nunca hubiera pensado que algo andaba mal con Michael.
En cuanto entró a su oficina, vio a dos sujetos trajeados que inspeccionaban todo a su alrededor con las manos en los bolsillos.
—¿Puedo ayudarles? —preguntó Michael con una ceja alzada.
—Joseph Tremblay. —Se presentó el hombre rubio, alejándose de su escritorio—. Investigador del departamento de policía. Él es mi compañero, David Roy.
Michael les dio la mano, desconfiado. Enseguida los invitó a sentarse.
—Señor Armstrong, tengo entendido que usted fue secuestrado hace un par de días —comenzó David.
—¿Quién les dijo eso? ¿Fue Kate? —Se mostró molesto.
—¿El nombre Adrianne Quentin le suena familiar? —El tono de Joseph se vio autoritario.
Michael se recargó en su respaldo. Seguro ella habría ido a la policía y se los habría contado todo. No la culpó, pero no es lo que él hubiera hecho.
—Es importante poder contar con todos los datos necesarios para saber la naturaleza del acto, y asegurarnos que no vuelva a ocurrir —continuó el investigador.
—¿Cómo está Adrianne? ¿Ella testificó, o lo que sea?
—Ella se encuentra bien. Y sí, lo hizo.
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Operativos invisibles
Mystery / ThrillerMichael Armstrong fue secuestrado. Lo único que sabía era que junto a él también estaba una mujer cautiva. Días más tarde, él fue liberado, y resultó que la otra víctima era Adrianne Quentin, su amiga de la preparatoria a quien no había visto desde...