7. Condiciones

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Hacía mucho tiempo que Adrianne y Joey pactaron una condición para que su relación pudiera funcionar: no hablar de trabajo durante sus citas.

No hablar de nada que pudiera estar vinculado a algún caso de ninguna parte, debido a que las pocas veces que lo habían intentado, tuvieron discusiones interminables, casi siempre debido a que Joey le hablaba de manera muy condescendiente, y cuando Adrianne quería aportar algo, él la hacía a un lado.

La solución, propuesta por Joey, sirvió de maravilla hasta que Adrianne se convirtió en el caso del detective, y él no la dejaba de ver como tal.

—¿Alguna vez te hablé de Kat? A ella le encantaban las aceitunas.

Adrianne lo vio con una ceja alzada. El comentario había salido de la nada y ya era el tercero que sacaba a colación donde una total extraña entraba en la conversación.

¿Pues qué pregunté?, pensó ella.

—No, pero ¿quieres probar mi postre? —Reafirmó la pregunta para ella misma.

—Lo siento. Últimamente me he estado acordando de un montón de personas que no he visto hace tiempo. Todas exnovias, curiosamente.

Adrianne trató de no hacer evidente su cara de pocos amigos. Recargó su mejilla en su mano y dejó que el helado se fundiera sobre la superficie caliente del strudel.

—¿Te ha pasado? ¿Que de repente sin razón alguien viene a tu mente? —Sorbió su café.

—¿Hay algo que quieras saber, cariño? —preguntó con tedio.

—Nada en particular, solo quisiera saber un poco más de ti antes de conocernos. Tal vez...

—¿De cuando iba a la preparatoria?

—¡Claro! ¿Por qué no? ¡Cuéntamelo todo! —dijo con una boba sonrisa.

Adrianne sonrió de lo absurdo de su táctica. Esperaba con toda su alma que no se comportara de esa manera cuando estuviera interrogando a algún sospechoso. Si ella fuera su jefa, de inmediato lo enviaría a casa.

—¿Por qué no me dices qué es lo que quieres saber? —dijo ella, sin quitar su aire despreocupado.

—Adrianne, mi vida, pronto serás mi esposa. ¿No es obvio? Quiero saberlo todo.

—Ajá.

—Quiero saber qué te gustaba, qué comida odiabas, quiénes eran tus amigos más cercanos... Incluso, si quisieras contarme de parejas anteriores, yo te escucharía todo el día.

Le dio una sonrisa confiada de la que Adrianne quiso burlarse, pero reprimió esa carcajada con todas sus fuerzas. Encontraba algo lindo en esa bobería.

—Cuéntame. ¿Quién fue tu primer beso? ¿Cómo fue? —Si Joey hubiera tenido pluma y papel, estaría anotando todos los microgestos que ella no podía controlar.

—¿Me creerías si te dijera que no lo recuerdo?

—Nop —dijo entre un bocado de strudel.

—Es verdad. —Rio para atenuar el dolor que le causaba—. Tengo muy vagos recuerdos de mi infancia. Creo que cuando papá nos abandonó se llevó todo con él. —Le dio una sonrisa triste.

—Ya. Pero, ¿eso qué tiene que ver?

—No lo sé. Dijiste que querías saberlo todo acerca de mí.

—Bueno, amor, pero es que esa parte ya me la sé. No entiendo qué relación tiene lo que te pregunté con tu padre.

Adrianne soltó una risa un tanto forzada para no sentirse tonta.

Operativos invisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora