—Eso lo hizo a propósito. —Fue un reclamo genuino de Adrianne.
Michael tenía una sonrisa difícil de borrar, no por el cuerpo desnudo de Rachel en su celular en las poses más antinaturales que pudo haber encontrado, sino por la situación. No entendía cómo Rachel pudo haber caído en una sesión de sexting tan ridícula, donde parecía que la persona que inició todo estaba viendo una mala película pornográfica de hace cuarenta años.
—No puedes hacer nada de lo que le prometí, ¿verdad? —Michael mordió su lengua para no soltar una carcajada.
—Claro que no —dijo al salir de la habitación.
Leyó una y otra vez esa conversación. El Michael falso le había dicho que antes de la graduación se había mudado a Canadá, que regresó para encargarse del hospital Lincoln Park, y se pasó la mayor parte del tiempo intentando impresionarla con cuentos de hazañas lujosas. Mientras más avanzaban en la conversación, Michael podía detectar cómo Rachel iba mostrando creciente interés en la vida del hombre. Eso explicaba por qué en la presentación había hecho énfasis en que era millonario.
Pronto pasaron de ese interesante punto, a cuando el Michael falso le propuso a Rachel presentarlo en la reunión de exalumnos, y ella accedió. Luego vino la interminable plática sexual que terminaba con él proponiéndole una aventura, aunque ella claramente dijo al inicio de la conversación que estaba saliendo con un sujeto.
Fuera inventado o no, el verdadero Michael sintió desprecio por Rachel.
—¿Algo interesante? —Adrianne le ofreció una taza de café, más suave y menos caliente que el brebaje que William solía preparar.
—Rachel es una zorra. —Recibió la taza.
—Dime algo nuevo. —Sonrió.
—Se vio interesada en cuanto este sujeto le estuvo presumiendo acerca de todos los lugares que "visité cuando estuve en Canadá".
Addie se sentó frente a él en el colchón, cruzando las piernas. Rodeó la taza con sus dedos para entrar en calor.
—Escucha esto —dijo Michael—: "En cuanto volvamos puedo llevarte por crucero hasta las Bahamas, donde tengo una casa en una isla desierta. Ahí nadie va a poder molestarnos, y podrás gritar todo lo que quieras cuando te meta..." ¡Agh, yo no hablo así!
Adrianne apenas había reconectado con él, pero ya sabía que Michael era de pocas palabras cuando se trataba de mensajes de texto. Tomó un sorbo de su café.
—¿Sexting o asesino serial? —bromeó ella.
—¿Qué?
—"Nadie va a poder molestarnos y podrás gritar todo lo que quieras". Piénsalo. Suena como asesino serial.
Michael sonrió un poco.
—Espera. —Deslizó su dedo hasta encontrar el mensaje—. "Quisiera darte tan duro que no puedas volver a hablar". —Leyó con una voz actuada.
—Por Dios, Rachel. —Sin dejar de reir, Addie se llevó una palma a su rostro de lo abochornada que estaba.
—"Quiero escuchar cada gemido y cada susurro que salga de tus labios."
Ambos soltaron una carcajada.
—"Quiero sentir tu cuerpo completamente bajo mi control."
Adrianne volvió a sorber de su café, pensando en la rara sensación que tenía, pues saliendo de la voz de Michael, viéndola a los ojos y sobre una cama, la situación se volvía un tanto tensa.
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Operativos invisibles
Mystery / ThrillerMichael Armstrong fue secuestrado. Lo único que sabía era que junto a él también estaba una mujer cautiva. Días más tarde, él fue liberado, y resultó que la otra víctima era Adrianne Quentin, su amiga de la preparatoria a quien no había visto desde...