18. El escondite

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Lo lindo del edificio de William era que, si pedían algo a través de una aplicación, su pedido sería entregado directamente por el staff de la recepción.

La comida llegó a tiempo y caliente. Si William los viera comer boneless picantes en el sillón, seguro los regañaría por más de una hora.

—¿Rachel? —preguntó Addie.

Michael tecleó su nombre en el buscador y negó con la cabeza.

—¿Seguro? ¿Ya actualizaste la página?

—Esto se actualiza por sí solo cada dos minutos. Si Rachel hubiera sido ingresada, habría un registro, incluso si solo fue por una consulta médica.

Ella se metió otro boneless a su boca y pensó un momento.

—Emmett Hampton —sugirió él antes de teclear su nombre en la búsqueda.

—No lo vi en la reunión.

—Pudo haber ingresado después.

—Sí, pero... Mira, sería mejor que nombraras a los fallecidos y los que están delicados. Así podemos descartarlos más rápido.

—Dame un momento.

La interfaz de ese panel de control del hospital era una maravilla. Así, Michael podía monitorear todo lo que pasaba en el Lincoln Park, incluso si estaba en una cita con Beth. Fue curioso, porque estando con Addie se olvidó de su existencia, hasta que ella preguntó si no habría una forma de consultar los nombres de los pacientes.

—Bien, primero los fallecidos: Macy Williams... Skye Martinez... Steve Thompson. Oh, él me agradaba. Sharon Baker...

Adrianne estaba fascinada y aterrorizada por lo fácil que Michael leía los nombres. Estaba consciente de que ambos conocían a todas esas personas. Fueron juntos a la escuela, compartieron aulas, y ahora solo eran nombres en una lista que parecía interminable, aunque solo leyera los nombres que reconocía.

—¿Sospechábamos de alguno de ellos? —preguntó Michael como si nada.

—Y-Yo solo sospechaba de Louie Taylor... Él...

—Ah, claro. El tarado que comenzó los rumores de que te vieron comprar maquillaje para parecer "más blanca". —Giró los ojos al cielo.

—Sí... Él. —A pesar del mal rato que Louie le hizo pasar en la escuela, ella genuinamente se sentía mal de que estuviera en esa lista.

Michael vio su celular un momento. Si ella recordaba todas esas tonterías pequeñas, estaba seguro de que recordaba su última conversación con él. De pronto se sintió un completo idiota.

—¿Y los que están graves? —preguntó ella, llevándose un bastón de apio a la boca.

—Reece Mitchell... Cian Baker... Joss Stone... Toni Clark...

—No recuerdo nada acerca de ellos.

—Tiegan Thompson... Eh... Lauren Diskin —bajó la voz.

Adrianne dejó el apio donde fuera para ver la pantalla de Michael.

—¡Pero ella no estaba grave!

—Lo siento. No-No sé qué decirte. —Le entregó el teléfono para que viera su expediente.

Los ojos de Adrianne pasaron rápidamente por todas las palabras, sin entender mucho al respecto. Lo único que entendía era un problema del aparato digestivo y algo cerebral. Terapia intensiva.

Por eso no podían escapar a Europa. Porque la paranoia le dictaba que, quien estuviera detrás de todo, seguro tendría identificadas a las personas más cercanas a ellos.

Operativos invisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora