Después del mediodía, cuando los deberes de Joey se habían reducido, tuvo oportunidad de visitar el Hospital Lincoln Park. No era su caso, no era de su incumbencia, pero aun así acudió en su sedán negro para pasar desapercidbido. Desde luego, David iba como copiloto, poniéndolo al tanto de la situación.
—Es un caso muy curioso, si me preguntas —dijo David, pasando la información desde su tablet—. Desde luego, la familia Cadwell quiere demandarlos; no es para menos. La chica llega por traumatismo, ¿y muere debido a una embolia?
—En cristiano, Dave —dijo con hartazgo mientras encontraba el lugar ideal para aparcar el auto.
—Nina Cadwell ingresó al hospital con múltiples fracturas debido al golpe que tuvo al salir volando de su parabrisas y estrellarse contra el asfalto.
—¿Ajá?
—Los informes toxicológicos dieron positivo en algunas sustancias ilícitas. —No dejaba de ver la pantalla mientras bajaba del auto. Pudo seguir a su compañero sin dejar su lectura—. Pero nada de eso está relacionado directamente con una embolia.
—¿Qué sugieres?
—¿Sabes cuán fácil es provocar una? Claro que no. Reprobaste biología básica en la preparatoria, de seguro. Una embolia es provocada por el exceso de aire en las venas.
—¿Y...?
—Alguien pudo haberlo hecho con una jeringa.
Los detectives caminaron con paso apresurado al hospital, donde tuvieron que pasar entre reporteros, chicos jóvenes qué pedían justicia para el caso de Nina, y un puñado de guardias de seguridad qué restringían el paso a cualquiera.
—Buenas tardes. Tengo una cita médica.
—Por el momento todas las citas fueron pospuestas hasta nuevo aviso.
—Usted no entiende. —Con una sonrisa calmada le mostró su placa al guardia de seguridad—. Tengo una cita.
De mala gana, el guardia de seguridad abrió un poco la puerta para que ambos hombres entraran, pero tuvo problemas para volver a cerrarla antes de que alguien más ingresara en el edificio.
A Joey le gustaba el autoritarismo que sentía cuando dejaba pasar su placa por delante. El miedo de las personas al saber que un policía estaba entre ellos era embriagante. Le gustaba recalcar el cargo "detective". Podía ver en los ojos de las personas cómo corrían internamente.
¿Podría arrestarlos? Sí. ¿Llevaba consigo un arma? Siempre. ¿Era el detective bueno o el malo? Depende de quién preguntara.
Pasearon en silencio por donde la temerosa recepcionista les indicó que era el camino para el cuarto de terapia intensiva. Por lo que habían leído, William Armstrong no tenía necesidad de estar ahí, su caso no era tan grave.
De cualquier manera, se metieron a su cuarto, solo para encontrarlo dormido.
Joey, con modales de un paquidermo, dio pisadas muy fuertes, azotó la puerta y tuvo el descaro de tirar una mesita, pero nada parecía despertar al doctor Armstrong.
—Olvídalo, Joe. Debieron haberle dado somníferos. Vamos, a la escena del crimen —dijo David en susurro, como si eso fuera suficiente para despertar al paciente.
Lo que decía su informe era que Nina había fallecido dos cuartos más a la derecha. No tardaron en llegar al lugar en cuestión.
El detective principal suspiró con pesar.
—¿Sabes por qué un hospital regulado es el mejor lugar para un homicidio? —preguntó Joey con fastidio.
—¿Por qué?
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Operativos invisibles
Mystery / ThrillerMichael Armstrong fue secuestrado. Lo único que sabía era que junto a él también estaba una mujer cautiva. Días más tarde, él fue liberado, y resultó que la otra víctima era Adrianne Quentin, su amiga de la preparatoria a quien no había visto desde...