Capítulo 19. Giros del Destino

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Londres me había transformado. La escuela, con su diversidad, había ampliado mis horizontes y desafiado mis creencias. Mi amistad con María, había sido un regalo inesperado. Pero como en toda gran aventura, los giros del destino me llevarían por caminos insospechados.

David Wang, mi compañero de clase de Marketing, era como un imán. Su inteligencia, su humor y esa sonrisa que parecía brillar con luz propia lo convertían en el centro de atención. Sus ojos oscuros, como dos pozos sin fondo, me hipnotizaban. David era el alma de la clase, siempre rodeado de gente. A pesar de su popularidad, encontraba en mí a alguien con quien ser auténtico.

Encontré en él un confidente, alguien con quien compartir mis sueños, pero no mis miedos. Sin embargo, David parecía tener otros planes....

....

Estábamos trabajando en nuestro proyecto de Marketing en la biblioteca de la escuela. Ahí rodeados de libros y papeles, buscando inspiración. De repente, me encontré con un poema que me conmovió profundamente.

— ¡Mira esto, David! ¡Es hermoso! — le dijo hojeando un libro de poesía

— ¿Qué encontraste? — el levanto la vista de su cuaderno.

— Se llama Poema 20 de Pablo Neruda — empecé a leerlo en voz alta...

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Y en la quietud de la noche, mi alma canta una melodía

que solo el viento puede oír..."

— ¿No es increíble? — le dijo emocionada y limpiándome algunas lágrimas que se me escaparon.

— Sí, es muy bonito. — me dice sonriendo — Me recuerda a una canción que he estado escribiendo. ¿Quieres escucharla?

— ¡Claro! — le dijo emocionada.

— "Tengo miedo de volar, pero anhelo las alturas..." Habla sobre mis dudas y mis esperanzas. — empieza a cantar mientras toca con ritmo la mesa.

— David, es preciosa. Tus letras son muy profundas. — me quedo embelesada, tiene una hermosa voz.

— Gracias, Anna. Tu poema también me ha conmovido mucho. Creo que tenemos mucho en común. — me lo dice mirándome fijamente, con esos hermosos ojos oscuros que hipnotizan.

— Sí, creo que sí. Ambos encontramos en el arte una forma de expresar lo que sentimos. — le comento, sintiéndome algo nerviosa, ante su atenta mirada.

— Es increíble cómo una simple palabra o una melodía pueden transmitir tantas emociones.

— Totalmente. Y es genial haber encontrado a alguien con quien compartir esta pasión.

— Silencio — la encargada se acerca a nosotros — están en una biblioteca.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro y de la atmósfera creativa que nos rodea.

El Renacer de un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora