Capítulo 23. Respiro en Paddington

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— Tal vez — me quedo pensando — tal vez podría empezar por hablarme a mí misma con más cariño y evitar hacerme reproches. Y también podría hacer cosas que me gusten y que me hagan sentir bien.

— Esa es una excelente idea. La autocompasión es una herramienta muy poderosa para la sanación. Además de trabajar en tu autocompasión, también podemos establecer metas más concretas para tu terapia. ¿Qué te parece si creamos juntas un plan de acción con pequeños pasos que te ayuden a alcanzar tus objetivos?

— Me parece una buena idea. ¿Por dónde podríamos empezar?

— Podríamos empezar por identificar las situaciones que te generan más ansiedad o miedo. Una vez que las hayamos identificado, podemos trabajar en estrategias para enfrentarlas de manera más saludable. También podríamos explorar algunas técnicas de relajación para ayudarte a manejar el estrés y la ansiedad.

— Me gustaría mucho aprender algunas técnicas de relajación. Creo que me ayudarían mucho.

— Además de trabajar en terapia, también quiero que sepas que hay otros recursos que pueden serte de gran ayuda. Existen grupos de apoyo para personas que han pasado por experiencias similares a la tuya. Estos grupos te pueden proporcionar un espacio seguro para compartir tus sentimientos y conectar con otras personas que te entienden. ¿Te gustaría explorar esa opción?

— Creo que sí, me podría servir hablar con otras personas que hayan pasado por lo mismo.

— Me parece una excelente idea. Podemos buscar juntas algún grupo de apoyo que se adapte a tus necesidades. Recuerda que no estás sola en esto y que hay muchas personas que pueden ayudarte.

— Doctora, no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Gracias a usted, siento que por fin puedo ver la luz al final del túnel.

— Anna, me alegra mucho escuchar eso. Recuerda que este es solo un paso en tu camino hacia la recuperación. Es importante que sigamos trabajando juntas. — me dice sonriendo

— ¡Por supuesto! De hecho, quería pedirle si podríamos agendar otra cita.

— Claro que sí, Anna. Me parece una excelente idea. Continuaremos avanzando, pero recuerda que es fundamental ir paso a paso.

— Lo sé, lo sé. A veces me impaciento y quiero que todo se solucione de inmediato.

— Es normal sentir esa urgencia, Anna. Pero es importante que te concentres en el presente y no te permitas que el pasado te consuma. Cada día es una nueva oportunidad para crecer y sanar.

— Tiene razón. Intentaré enfocarme en el ahora.

— Muy bien. Y si sientes que en algún momento necesitas un apoyo extra, no dudes en contactarme. Estoy aquí para ti.

— Gracias, doctora. Significa mucho para mí.

....

El sol de la tarde bañaba de oro las hojas de los árboles en Paddington, creando un espectáculo de sombras danzantes sobre el sendero. Anna, con los auriculares puestos y la música a un volumen bajo, caminaba despacio por el parque, buscando despejar su mente después de la intensa sesión de terapia.

Cada paso que daba era como una pincelada en el lienzo de su nuevo comienzo. La conversación con la doctora Matus resonaba en su interior, como una melodía que se repetía una y otra vez. El primer paso ya estaba dado; el reconocimiento de sus heridas era el cimiento sobre el cual construiría su recuperación.

El parque era como un pequeño bosque en medio de la ciudad. Robles majestuosos, con sus troncos rugosos y sus ramas extendidas, ofrecían una sombra refrescante. Los rayos del sol se colaban entre las hojas, creando un juego de luces y sombras en el suelo. Anna se sentó en un tronco caído y observó a una ardilla que saltaba de rama en rama, escondiendo bellotas en algún rincón secreto.

....

Ahora, el siguiente desafío era cultivar la confianza en sí misma y el amor propio que tanto necesitaba. Era como regar una planta marchita, paciente y constantemente, hasta verla florecer. Y con las vacaciones a la vuelta de la esquina, tendría todo el tiempo del mundo para dedicarse a sí misma, para sanar y reconstruirse.

Mientras observaba a la aventurera ardilla, sus pensamientos divagaban entre los ejercicios que la doctora le había asignado y los planes que haría para disfrutar de sus días libres. De repente, escuchó una voz familiar que la sacó de su ensimismamiento.

— ¡Anna! ¡Qué casualidad encontrarte por aquí en el parque! — la saludó David con su habitual sonrisa. — Iba camino a tu departamento.

— ¡David! ¡Qué gusto verte! Estaba dando una vuelta por aquí para despejarme un poco después de esa reunión tan larga. ¿Y tú? ¿Qué planes tienes para esta tarde?

— Pues, la verdad es que no tenía nada pensado. Pero ahora que te veo, se me antoja muchísimo una pizza. ¿Te gustaría acompañarme? — me propuso, consultando su reloj. — Creo que todavía hay tiempo para una buena porción antes de que se nos haga tarde.

Siguieron sentados un rato más en ese tronco de madera, bajo la sombra de un árbol frondoso, ambos se perdieron en la melodía de la nueva banda de indie rock que tanto les gustaba. Después de unos minutos, David se volvió hacia Anna con una sonrisa.

—¿Y tú qué tal? ¿Cómo te fue con todo eso?

Anna lo miró con los ojos brillantes.

— Muy bien, la verdad. Estoy empezando con pequeños cambios este viaje de autodescubrimiento será muy emocionante. — le dijo con optimismo

— Sabes, Anna, te admiro mucho por tu valentía. Enfrentar tus miedos no es fácil para nadie, y tú lo estás haciendo de manera increíble. — David asintió, conmovido.

— Gracias, David. Significa mucho para mí. — Me sentí conmovida por sus palabras.

— Recuerda que siempre puedes contar conmigo para lo que sea. Y no te olvides de disfrutar del proceso. A veces, los cambios más grandes comienzan con pequeños pasos. — David tomó mi mano.

Ambos se quedaron mirando el lago, disfrutando del paisaje. Después de unos momentos, David se volvió hacia Anna.

—Ya tengo ganas de que lleguen las vacaciones — dijo. ¿Tienes algún plan especial?

— La verdad es que aún no lo sé muy bien. Quizás me aventure hacer un viaje por carretera o simplemente me quede en casa leyendo y descansando

— Podríamos hacer una escapada juntos algún fin de semana. ¿Qué te parece?

— Me encantaría. Estaría genial desconectar un poco — le digo sonriendo.

En ese momento, con David a su lado, sintiéndose comprendida y apoyada, se dio cuenta de lo afortunada que era. Tenía un largo camino por recorrer, pero sabía que no estaba sola. Y con cada paso que daba, se acercaba más a la versión más auténtica y feliz de sí misma.

....

Antes de regresar a su departamento, David y Anna se detuvieron en una pequeña pizzería cerca del parque. El aroma a queso fundido y orégano los envolvió al entrar. Pidieron una pizza margarita y una de cuatro quesos, y se acomodaron en una mesa cerca de la ventana. Mientras esperaban su pedido, hablaron sobre sus libros favoritos y sobre sus sueños de viajar por el mundo. Cuando llegó la pizza, era aún más deliciosa de lo que habían imaginado. Con cada bocado, la conversación fluía con naturalidad.

Con el estómago lleno de pizza y el corazón lleno de esperanza, David y Anna emprendieron el camino de vuelta a casa. Esa noche había sido el comienzo de algo especial, una amistad que prometía crecer y fortalecerse con el tiempo. 


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