Capítulo 10. Castigada

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Dos meses después...

Pasábamos horas juntos, compartiendo risas, confidencias y sueños. Sus palabras me hacían sentir especial, única. Un simple mensaje de texto suyo era suficiente para iluminar mi día.

Sin embargo, la felicidad no duraría para siempre. Mis calificaciones en la escuela comenzaron a desplomarse, absorta en el torbellino de emociones que Bratt despertaba en mí.

Mis padres, preocupados por mi futuro, me impusieron un castigo:

— Nada de Bratt, hasta que tus notas mejoren — dijo mi padre severamente, mi madre lo apoyo también.

— Pero papá — exclame con disgusto — no es gusto.

— Nada de Bratt, he dicho— dijo mi padre molesto.

— Tu padre tiene razón, cariño. Es importante que te concentres en tus estudios — me dice mi madre igual de molesta

— Pero papá, no es por gusto que mis notas son malas. ¡Me esfuerzo mucho! — conteste con frustración y haciendo un puchero

— Lo sé, hija. Pero el esfuerzo no siempre es suficiente. Necesitas encontrar mejores estrategias de estudio, pedir ayuda a tus profesores si la necesitas, y ser más constante —me explica mi padre, en un tono conciliador tomando mi mano.

— Además, recuerda que no solo se trata de las notas. Lo importante es que aprendas y que desarrolles tu potencial. — me dice mamá — además vemos que te distraes mucho con Bratt.

— Está bien, lo entiendo. Intentaré mejorar mis notas — les dijo suspirando

— Me alegra escuchar eso. Recuerda que siempre estamos aquí para ayudarte en lo que necesites — me dice sonriendo papá

— Confiamos en ti — mi mamá se acerca y me da un beso en la frente.

— Gracias, papás — les digo tímidamente y zanjando el tema.

...

Días después, cada latido de mi corazón era un eco del vacío que había dejado su ausencia. Sentía como si mi mundo se hubiera derrumbado a mi alrededor, dejando solo ruinas y escombros de lo que alguna vez fue una historia de amor. La distancia física se agigantaba, acentuada por el frío silencio que se había instalado entre Bratt y yo. Un silencio ensordecedor que resonaba en mi mente como un recordatorio constante de su ausencia. Una semana completa sin su voz, sin su tacto, sin la calidez de su mirada. Cada segundo se convertía en una eternidad, cada minuto en una agonía. Su ausencia era una herida en carne viva que no cicatrizaba, un vacío que solo él podía llenar. Cada minuto se alargaba como una tortura, cada hora como una eternidad. El tiempo se había convertido en mi enemigo, cada tic-tac del reloj un recordatorio cruel de la soledad que me envolvía.

...

Una tarde, cuando menos lo esperaba, Bratt entro en mi habitación como un rayo de sol en medio de la tormenta. Un ramo de flores silvestres en sus manos, una sonrisa traviesa en su rostro y una mirada llena de arrepentimiento.

—¡Hola, preciosa! — me sorprendió esa voz.

— ¡Bratt! ¿Qué haces aquí? Estoy castigada.

—El amor verdadero encuentra la forma, ¿no lo sabías? — me mira con una sonrisa traviesa. Se acerca y me rodea con sus brazos

— Lo siento tanto. Sé que he sido un idiota y he descuidado lo más importante. Tú eres lo más valioso que tengo, y no quiero perderte. — me mira con una intensidad que me desarma.

—No digas eso... — hundo mi rostro en su pecho.

— Estas flores son para ti. Son tan hermosas como tú. — me muestra el ramo de flores silvestres

— Son preciosas, Bratt. Gracias. — siento que mi cara se sonroja.

— Te quiero. Y no quiero volver a estar sin ti. — me dice mirándome a los ojos.

— Está bien, Bratt. Te perdono. — le dijo contemplándolo por un momento. Ambos sonreímos y nos abrazamos.

Su mano, firme y cálida, ahuecó mi rostro, elevándolo hasta que nuestros ojos se encontraron en una profunda e intensa mirada, me perdí por completo, sintiendo cómo una corriente eléctrica recorría mi cuerpo y encendiendo una llama de pasión que amenazaba con consumirnos. La suavidad de sus labios, rozando los míos con timidez al principio, se transformó en una pasión arrolladora que me envolvió por completo. Cada roce, cada caricia, cada suspiro era una sinfonía de amor que se escribía en el lenguaje universal del deseo. En ese beso, en esa entrega absoluta, supe que había encontrado a mi alma gemela. En esa entrega, en esa noche que marcó un antes y un después, entregué mi cuerpo y, en un acto de fe ciega, también mi corazón.

.....

En un receso escolar, Kate y yo nos encontrábamos charlando animadamente. De pronto, su expresión se tornó seria y me preguntó con cierta incomodidad por qué nuestras salidas se habían vuelto tan esporádicas. Me sentí un poco apenada y le expliqué que últimamente había estado muy ocupada con mi nuevo novio, Bratt.

Al escuchar esto, Kate me miró con ojos un tanto tristes y me confesó que se sentía desplazada por mi nueva relación. Me dijo que extrañaba nuestras salidas y que sentía que ya no era tan importante para mí.

Conmovida por sus palabras, decidí contarle con entusiasmo sobre mi reciente experiencia con Bratt, especialmente sobre mi primera vez juntos. Kate me escuchó con atención y sin juzgarme, pero me advirtió con cariño que tomara las cosas con calma y cautela. Me dijo que le parecía que estaba avanzando demasiado rápido en la relación y que, además, había algo en Bratt que no le terminaba de convencer.

Sus palabras me hicieron reflexionar y me di cuenta de que tal vez estaba dejando de lado otras cosas importantes por la emoción del nuevo romance. Le agradecí a Kate su honestidad y su preocupación por mí, y le prometí que tomaría en cuenta sus consejos.

Ese día comprendí que las amistades verdaderas son un tesoro que hay que cuidar y cultivar, y que no deben descuidarse por ninguna relación, sin importar lo intensa que sea.

....

En casa, el panorama no era más alentador. Mis padres continuaban profundamente molestos por mis malas notas en la escuela. Mi padre, con sus prejuicios arraigados, no veía con buenos ojos mi relación con Bratt debido a la diferencia de edad. Mi madre, aunque me apoyaba, no podía evitar tener sus reservas.

La amenaza de la suspensión se cernía sobre mí como una oscura nube. El amor me había golpeado con fuerza, y sin darme cuenta, había empezado a dedicarle demasiado tiempo a mi relación con Bratt, lo que había desembocado en un descuido de mis estudios.

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