Capítulo 14. Contrato Prenupcial

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El padre de Bratt, presidía la mesa con porte regio y un halo de autoridad innegable. Su mirada severa y penetrante recorría a los presentes como si estuviera evaluándolos. A su lado, Bratt me escrutaba con una mirada penetrante e indescifrable, sus labios curvados en una leve sonrisa que no revelaba nada. No pude evitar sentirme incómoda bajo sus miradas inquisitivas, como si fuera un objeto de estudio.

—Es un contrato prenupcial. Un mero formalismo — sentenció el padre de Bratt con tono de desdén mientras depositaba sobre la mesa un grueso legajo de papeles. Sus ojos, fríos y penetrantes, me observaban expectantes, como si esperaran mi reacción inmediata. —La boda ya está en marcha, así que esto solo es un trámite inevitable. Además, el papeleo y los contratos son parte de la vida, ¿por qué no adelantar este tedioso proceso de una vez?

Un escalofrío de sorpresa e indignación recorrió mi cuerpo al ver la palabra "contrato prenupcial" estampada en la portada del documento. Jamás lo había contemplado, ni siquiera en mis peores pensamientos. Las palabras de mi padre resonaron con fuerza en mi mente: "Recuerda, Anastasia, nunca firmes nada sin la presencia de un abogado". Bratt, impasible ante la escena, observaba el intercambio de miradas entre su padre y yo con una expresión indescifrable. Un nudo de tensión se formó en mi estómago mientras me preguntaba qué tipo de futuro me esperaba junto a este hombre.

— ¿Un contrato prenupcial? ¿En serio consideran esto necesario? — Mi voz sonó incrédula y mis ojos se clavaron en Bratt y su padre, quienes me devolvían la mirada con una impasibilidad que solo aumentaba mi indignación.

Bratt se removió incómodo en su asiento, evitando el contacto visual conmigo. No esperaba esta reacción tan fuerte por parte de ella. En su mente, el contrato prenupcial era solo una formalidad, una medida de protección para él y su familia.

Con un tono vacilante, Bratt intentó justificar la existencia del contrato:

— Anna, no es nada personal. Es solo un procedimiento legal que se hace con frecuencia. No tiene nada que ver con nuestros sentimientos.

La furia de Anastasia tomó por sorpresa a Bratt. Jamás la había visto tan ofendida y herida. Una punzada de remordimiento lo invadió al cuestionarse la decisión de haber presentado el contrato prenupcial en ese preciso instante. Había subestimado su inteligencia y creído que firmaría sin rechistar, facilitando el camino para su plan. Ahora, la posibilidad de que todo se derrumbara lo aterrorizaba. La ira de su padre, ya encendida por el otro problema y sus repercusiones, se desataría con furia incontrolable. Y ese otro problema, lo sabía, no se resolvería con facilidad.

....

La puerta se abrió y la madre de Bratt irrumpió en la habitación con una bandeja de café en sus manos. Al notar la tensa atmósfera que reinaba, Mónica intervino con su habitual tono conciliador:

—Anastasia, querida, comprendo tu sorpresa —dijo con voz suave y amable—. Pero te aseguro que este contrato prenupcial no es una muestra de desconfianza hacia ti. Lo único que buscamos es proteger el futuro de ambos.

Mi respuesta fue firme e inquebrantable:

—No firmaré nada hasta que mi padre o un abogado revisen el documento. Además, no veo la urgencia de hacerlo antes de la boda.

Me mantuve firme en mi decisión, negándome rotundamente a firmar el contrato prenupcial. Era consciente de que esta decisión podría generar un gran conflicto con Bratt y su familia, pero una intuición profunda me decía que no debía ceder.

......

Bruce Paine

El sol de la tarde se filtraba a través de las pesadas cortinas de la oficina de Bruce Paine, bañando la habitación en una luz dorada. Sentado detrás de su imponente escritorio de caoba, repasaba los documentos con una ceja fruncida. Su rostro, normalmente sereno y compuesto, estaba marcado por una profunda línea de preocupación.

El Renacer de un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora