Capítulo XII

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DUEÑA DE LA NOCHE

Comprometidos.

Esa palabra resuena una y otra vez en mi mente. Creo que no termino de asimilar su significado y la forma en la que influirá en mi día a día de ahora en adelante.

Todos los miembros del Consejo expresaron sus mejores deseos con respecto al matrimonio. Las Damas de Reino Azul me aseguraron que traerían presentes el día de la boda y que estaban muy emocionadas.

Mientras los dos pares de reyes cenan y conversan animadamente, yo me profundizo en mis pensamientos, dudas e inseguridades. Normalmente tendría que pedirle a Inneve paz y tranquilidad dado que todo esto está pasando gracias a su aprobación, pero si ese fue un hecho falsificado por mi madre y el Decretador para su conveniencia —que es lo más probable—, quiere decir que la Diosa de la Sabiduría no eligió, precisamente, mi situación actual.

Además, mi fe ha disminuido considerablemente. Dado que soy la Princesa es algo inaceptable, pero aquí en mi fuero interno, lo admito. No tengo nada a lo que aferrarme, ni mortal ni espiritualmente. Solo me queda pensar en que esta decisión acarreará cosas buenas para mi pueblo, porque objetivamente hablando, mi prioridad no soy yo, sino ellos, Wendy. Mi mayor preocupación debe ser su bienestar, no debatir si seré feliz con Bruno o no.

—¿Edel?

Levanto la mirada. Estuve observando fijamente el plato con comida durante mucho tiempo.

—¿Sí? —Le sonrío levemente a Bruno.

—¿Estás bien?

El timbre de preocupación en su voz...

—Sí, es solo que he estado un poco estresada últimamente. Pero no te preocupes.

Toma mi mano por debajo de la mesa y la aprieta.

—Sabes que puedes ser honesta conmigo, ¿Verdad?

Asiento con lentitud.

Nuestros familiares comen, hablan, ríen, beben y celebran nuestro compromiso. Todos se ven felices, incluso Bruno. Soy yo la que le está causando angustia.

Finge, Edelweiss. Finge estar feliz. Es tu especialidad si lo piensas bien.

Respiro profundo, esbozo una sonrisa y empiezo a comer con la elegancia que me caracteriza.

No participo en las conversaciones y tampoco intercambio palabras con nadie, pero me dedico a escuchar, observar y a sonreír lo necesario con cada acción de los presentes.

—¿Por dónde empezaremos a planear la boda? —Me pregunta Bruno, cortando un trozo de carne.

Creo que no sabe que mi madre va a manipular todo.

—Mmm, no lo sé. Yo ya elegí el pastel de bodas. —Confieso, omitiendo mis pensamientos.

Él me mira con curiosidad.

—¿Te adelantaste, eh?

—Un poco, sí.

—¿Y cómo será? —Sonríe con picardía.

—¿Conoces las Azulberries?

Niega con la cabeza.

—Son las frutas más valoradas de Reino Azul, o eso creo yo. Crecen únicamente en Cold y forman parte del comercio. Por lo que sé son muy costosas e increíblemente suculentas. Lo último puedo asegurarlo.

—Bien, confiaré en eso entonces. Pero yo elegiré la bebida.

Alzo mis cejas, sorprendida.

—¿Vino? —Le pregunto, pues es lo primero que se me ocurre.

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