Capítulo XV (Primera Parte)

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LA CARRERA

Tomo asiento y me relajo en el espaldar de mi puesto, sin perder la compostura. Las personas comienzan a llenar las sillas y la nieve parece intensificarse más con la llegada de la noche.

—¿En dónde estabas? —Me pregunta mi madre con brusquedad.

—Solo estaba conversando con Lady Adelaida y su progenitora, madre. —Le respondo, aceptando con amabilidad los anteojos de teatro que me ofrece una mujer del servicio.

—¿La Dama Blanca? —Cuestiona después de pensar unos segundos, recibiendo, al igual que yo, la herramienta que nos ayudará a ver más de cerca.

—Así es, madre.

—¿Está ella aquí?

—Ella y su hija vienen a ver la carrera, supongo.

—Mmm.

—Creo que quería hablar contigo. —Comento cuando la mujer encargada de ofrecer los anteojos se ha alejado.

—¿Sobre qué, exactamente?

—Algo me dice que está un tanto nerviosa por el próximo cambio de Damas y sobre quién será su predecesora.

—Aún falta mucho para eso. ¿Por qué la prisa?

Me encogo de hombros.

—Eso deberás preguntárselo a ella, madre.

Inesperadamente, los faroles que iluminan las tribunas y todos los alrededores se apagan con lentitud y de forma consecutiva.

Algunas personas alzan la voz, alarmadas. Incluso mi madre y yo miramos hacia los lados en busca de guardias de seguridad. Esto podría ser un atentado y nosotros estamos en primera fila.

Pero nos tranquilizamos al fijarnos en la pista, cuyo hielo reluce tanto que funciona mejor que la misma iluminación del Hielódromo. Pareciera que colocaron cientos de faroles de luz blanca y azul bajo el suelo congelado. No tengo idea de como lograron ese efecto, pero la vista es sumamente impresionante.

—Buenas noches, damas y caballeros —Comenta una elegante voz a través del megáfono, resonando en cada rincón—. En un placer tenerlos aquí presentes. La inauguración de los Juegos de Hielo es un evento histórico que muchos anhelan apreciar, por eso le doy la bienvenida a aquellos que verán por primera vez en su vida una carrera magnífica e inolvidable. Así como también les invito a los que ya han vivido este momento varias veces, que lo disfruten como sino hubiera próxima vez.

»Les daré una breve explicación de lo que sucederá a continuación: los jugadores están preparados para dar lo máximo de sí mismos en la pista durante diez vueltas consecutivas. Podrán ser pocas, sí, pero no la tendrán tan fácil. El hielo está lleno de inesperados y estratégicos obstáculos que eliminarán a algunos corredores, le quitarán el aliento a otros y proclamarán ganador al mejor.

»Así que, sin más que decir, ¡Qué inicien los Juegos Extremos!

El sonido de una campana llega hasta nuestros oídos, señal para que los diez jugadores den apertura a la carrera.

Cada uno tiene un uniforme con un número que lo identifica. Y cada número representa su estatus. Lo que quiere decir que el número diez es ese joven en el que deposité mil diamantes.

Dirijo los anteojos de teatro hacia mis ojos, esto se pondrá interesante.

—Patín de Plata no pierde el tiempo y encabeza la carrera. Tiene por seguro que hoy gana su tercera copa de hielo. —Anuncia el narrador.

—No lo creo... —Murmuro, inclinándome hacia adelante.

Los corredores realizan la primera vuelta sin ningún inconveniente, rayando con una feroz velocidad el hielo sobre el que patinan.

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