V SEUNGCHEOL

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Algo duro golpeó mi pecho.

Me despertó con brusquedad, arrastrándome de las entrañas del infierno hasta un cuerpo que sollozaba con dolor.

—Abre los ojos, Cheol.

Me estremecí, temiendo otra patada o puñetazo.

¿Por cuánto tiempo me estuvo castigando Minhyun?

Lo suficiente para romper un par de costillas e hinchar mi ojo izquierdo hasta el punto de quedar completamente cerrado.

—Se ha ido. —Una presencia se encontraba en cuclillas frente a mí, una figura borrosa oscurecida por la sangre y la suciedad.

Intenté tragar, pero mi garganta se hallaba demasiado seca. Increíblemente, una botella de agua fue empujada en mis manos sin vida. Cuando casi la boté, Seungmin envolvió sus cálidos dedos alrededor de los míos, apretando bien la botella.

Una oleada de compasión y simpatía se envolvió alrededor de mi empapado cuerpo forzando mi visión a enfocarse.

—Gra...gracias —susurré de manera entrecortada.

Seungmin asintió, sentándose sobre sus muslos mientras bebía de la botella ya abierta y lentamente conseguía volver mi cuerpo a la vida.

Luchando para sentarme, Seungmin se movió para que así pudiera extender las piernas y recostarme contra la fría pared empapada.

—¿Mejor? —preguntó. Como si se preocupara por mi bienestar momentos después de pegarme hasta convertirme en pulpa.

Aún sigo vivo, para tu desgracia.

Luché contra mi respuesta sarcástica y en su lugar lo miré con furia.

—¿Aprobé tu pequeña prueba, padre? —En ese segundo, lo odié.

Malditamente desprecié que este hombre fuera mi patrón y mi familiar.

No respondió. Solamente hizo un gesto a lo que aterrizó en mi pecho y rodó hacia un lado con un extraño ruido.

—Ese es el segundo requerimiento de esta última oportunidad.

No podía entender lo que era. Mis ojos parpadearon al tiempo que mi sistema organizaba mi dolor en archiveros de vida en peligro, palpitante y vivible.

—Recógelo.

Tragando mi gruñido, me deslicé de lado contra la pared y cogí la pequeña botella blanca. Entrecerré los ojos, tratando sin éxito de leer la etiqueta.

—¿Qué... qué son?

Seungmin se movió, atrayendo mi atención a la pistola sobre su rodilla. Todavía me apuntaba, al igual que lo hacía mientras Minhyun me daba la paliza.

—Te lo dije. Tu última oportunidad.

Fruncí el ceño hacia la pistola.

—Y si no acepto... ¿hacer lo que sea que quieres que haga ahora?

—Termina. Aquí y ahora. Te saco de tu miseria y la vida sigue.

Mi corazón se aceleró, trayendo a Jeonghan de nuevo a la existencia.

—Si me matas, ¿eso anula la Herencia de la deuda?

¿Podría de alguna manera liberar a Jeonghan de esto sacrificándome?

Seungmin frunció los labios, ira oscureciendo sus rasgos.

—¿Estás diciendo que morirías por un maldito Yoon? Vamos, Seungcheol. Sé un hombre y acepta lo que estoy tratando de darte. —Abrió los brazos, señalando a Hawksridge—. Todo esto será tuyo. Las compañías, las rutas comerciales, las minas... todo tuyo. ¿Un hombre lo vale todo eso?

Tercera Deuda (D.S #4) JeongcheolWhere stories live. Discover now