El auto rodó a través de las puertas. Los neumáticos se acercaron al pórtico delantero.
La puerta principal se abrió.
Mi hermano apareció. Joshua.
Antes de que pudiera tomar un respiro y prepararme, la puerta del auto se abrió de golpe.
Él no había cambiado. Su cabello negro seguía cayendo con picardía sobre un ojo. Su cuerpo se hallaba en forma y tonificado, se veía fuerte, con líneas de modelo perfecto.
—Joshuji... —Quería decir más, pero mi garganta dejó de funcionar.
Lágrimas brotaron de mis ojos.
Joshua se encontraba aquí.
Podría arreglar esto. Podría reparar mi corazón defectuoso. Podría luchar por mí, así yo no tendría que hacerlo.
Tenemos que salvar a Seungcheol. Antes de que hagan algo terrible.
Sus manos capturaron mis mejillas, sosteniéndome firmemente mientras sus ojos negros reflejaban los míos.
—Hannie. —Me dio un beso en la sien—. Hannie. Joder, estás aquí.
Respiré hondo, buscando a tientas el cinturón de seguridad. Quería estar más cerca de él. Para permitirle borrar mis piezas rotas. Porque estaba roto.
Seungcheol robó mi todo.
Pero este era mi hermano. El hermano al que traicioné.
Un sollozo se atoró en mis pulmones, haciéndome toser, haciéndome revivir lo que los Choi me hicieron en el lago. Volví a toser. Más lágrimas cayeron.
Joshua gimió en voz baja, arrancando mi cinturón de seguridad y me arrastró a sus brazos.
Mis piernas colgaban mientras me aplastaba contra su pecho. Su ritmo cardíaco era firme y fuerte mientras lloraba contra su camisa blanca.
Estable y fuerte.
El ritmo cardiaco de Seungcheol era irregular y aterrorizado.
Lloré más fuerte. No sólo por la forma en que realmente jodí todo, sino por dejar a Seungcheol cuando le prometí que me quedaría.
Por favor, por favor, que se encuentre bien.
—Está bien, Hannie. Te tengo. Ahora estás a salvo. Esos malditos bastardos nunca se acercarán a ti de nuevo. ¿Me escuchas? Nunca. —Su voz era severa por la promesa.
Sonaba tan joven en comparación con la rasposa y dura voz de la inmaculada elocuencia de Seungcheol. Decir palabrotas era algo a lo que Seungcheol sólo recurría cuando no podía controlarse, mientras que mi hermano las utilizaba como acentuación.
—Jeonghan.
Mi cuerpo se tensó ante mi nombre... ante la forma tan amorosa en que mi padre lo pronunció.
Joshua desenrolló sus brazos. Levanté la cabeza y miré a los ojos de mi padre. Yoon Jeonghyun parecía un centenar de años más viejo.
Su físico tonificado desapareció, reemplazado por uno medio flácido y aún peores ojos caídos. Su estilo natural de pantalones y camisas de vestir había sido cambiado por pantalones holgados y camisetas polo de
colores.Su desesperación, el completo abandono de todo lo que fue, era mejor que cualquier disculpa dicha. Más doloroso que cualquier ruego o petición de comprensión.
—Lo siento mucho, Jeonghan —dijo con voz ahogada y los ojos llenos de lágrimas.
Me encontraba lívido. Me sentía angustiado. Tenía tantos asuntos sin resolver con mi padre, pero éramos familia. El perdón era de suma importancia.
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Tercera Deuda (D.S #4) Jeongcheol
Fanfic"Él me sanó. Me destrozó. Me liberó. Pero estamos en esto juntos. Terminaremos esto juntos. Las reglas de este antiguo juego no pueden ser quebrantadas." Yoon Jeonghan ya no se reconoce a sí mismo. Dejó a su amante, su coraje y su promesa. Dos deuda...