XIX SEUNGCHEOL

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A la mierda él y sus planes conspiratorios.
Quería jodidamente tirar algo, golpear a alguien, y renunciar a la avalancha que se construía rápidamente en mi interior.

Necesitas una recarga.

Pensaba que mi dosis era perfecta, pero era inútil contra él. La intensidad que proyectaba... la salvaje energía y la virtuosa ira. Era suficiente para jodidamente paralizar mis paredes y expulsar mi niebla adormecedora.

No va a pasar.

Había llegado tan lejos. No retrocedería. No podía. No sobreviviría, y no sólo porque Seugmin me mataría, sino porque no podía vivir de esa manera por más tiempo. No tenía la fortaleza física contra esta enfermedad. Cumplí con mi penitencia. Veintinueve largos años de eso.

Sacando la pequeña botella de mi bolsillo mientras entraba en mi habitación, coloqué dos pastillas en mi lengua y las tragué.

Jeonghan ni siquiera había regresado un día y ya había triplicado la cantidad que normalmente tomaba.

Y cuando lo besé.

¡Mierda!

¿En qué pensaba? ¿Acercarme tanto a él? ¿Probarlo de nuevo?

Había planeado una improvisación espontánea para el artículo, pero todo jodidamente fracasó.

Irrumpí en mi cuarto de baño y me arranqué el traje gris que vestía durante la entrevista de Vanity Fair. Un sudor frío empapó mi espalda. Escalofríos cubrieron mi piel mientras me quitaba el resto de mi ropa y entraba en la ducha.

Tan pronto como terminó la reunión, dejé a Jeonghan en el salón y salí a mi habitación. Estar cerca de Jiseok y Miyeon fue sencillo. Sus reacciones y opiniones no me impactaron tanto como las de Jeonghan.

¿Qué había en él? ¿Por qué no podía bloquearlo?

Agua caliente calló sobre mí, quemándome. En lugar de lavar y eliminar la tensión de la mañana, lo único que en lo que podía pensar era en Jeonghan autocomplaciéndose con la ducha hace unas semanas. La forma en que su rostro se endureció y el placer la hizo resplandecer. Nunca se vio tan condenadamente hermoso.

Mi polla se endureció, exigiendo que hiciera algo sobre el anhelo.

No podía dejar que me hiciera esto. No de nuevo. No después de haber tenido el mejor mes de mi vida con mi padre. Por fin encontré algo que podría funcionar. Finalmente, probé la libertad.

Sólo tenía que mantenerme alejado de las garras de Jeonghan y hacer lo que nací para hacer.

Empuñando mi polla, la coloqué en mi palma.

—No ganarás esta vez, Jeonghan —gruñí—. Te quiero fuera de mi cabeza. Fuera de mi maldito corazón.

Sal.

Mis músculos se tensaron mientras el éxtasis bailaba con dolor. Fui rudo, castigando mi polla por tener la osadía de desear la única cosa que podría destruirme. Mis bolas se apretaron, el delicioso placer reunido en mi vientre.

Joder, lo deseaba. Quería estar dentro de él.
Necesitaba estar lejos de él.

Mis dedos apretaron con más fuerza.

No puedes tenerlo.

No si quería lo que Seungmin prometió. No si quería mandar.

Mi mente corrió. Puede que no sea capaz de tenerlo físicamente, pero Seungmin no sabría qué fantasías permitía dentro de mi fracturado cerebro.

Podría tenerlo así.... y todavía ganaría.

Con una mano apoyada sobre las baldosas y el agua cayendo en cascadas sobre mis hombros, me imaginé a Jeonghan con las piernas abiertas sobre la cama, atado a las cuatro esquinas y jadeando por un orgasmo que justo acababa de provocarle con mi lengua.

Tercera Deuda (D.S #4) JeongcheolWhere stories live. Discover now