Estaba terminada.
La pieza central de mi colección Diamante Arco Iris.
Di un paso atrás para inspeccionar el vestido, asegurándome de que colgaba justo.
El maniquí presentaba el vestido de crinolina como si hubiera viajado a través del tiempo y hubiera creado algo que mi tatara-tatara- abuela usaría.
El aro en las enaguas gruesas forzaba al sofisticado vestido gris a formar una elegante campana. No había capas o plumas o tul, no como el destacado corsé de mi espectáculo Fuego y Carbón de Milán. Este era sencillo y elegante, como una cascada humeante brillando de secretos y misterio.
Alrededor de los puños, cosí encaje crema que encontré en un armario cerrado y oxidado en mis aposentos. El encaje sostenía el símbolo de la Y. Mis antepasados deben haberlo creado cuidadosamente hace décadas; era conveniente para adornar un vestido como este.
El corpiño brillaba con paneles de seda de media noche, creando un efecto prismático. Cuentas negras diminutas adornaban del escote hasta el dobladillo en un patrón asimétrico brillante, al igual que el diamante negro que Seungcheol me mostró en el almacén.
No había un arcoíris en este vestido.
Sólo oscuridad.
Pero me llenó de terrible orgullo, junto con inmensa tristeza. Esta podría ser la última pieza titular que hago antes de dejar este mundo.
En lugar de ser más optimista mientras mi tiempo continuaba sin ser molestado, me volví cada vez menos seguro. Seungcheol no podía ocultar su frustración. En el desayuno, apenas hablaba. La cena, apenas comía. Observaba a Seungmin con una mezcla de rabia salvaje y obediencia. Pero bajo todo era impotencia.
Me crucé con Seulgi dos veces desde que había vuelto. Cada vez estiraba los delgados labios rojos en una sonrisa tan fría que helaba mi sangre otra vez. Ella no me llamó. No quería tener nada que ver conmigo. Sin embargo, tenía la horrible sensación de que no tardaría en cambiar.
Alejándome del maniquí, estiré mi espalda baja. Mis manos se hallaban pinchadas y doloridas. Mis ojos adoloridos y cansados.
Había trabajado sin parar durante cuatro días, desde que Mingyu me llevó a mi primer paseo.
Todavía tenía moretones en mis muslos internos de agarrarme tan fuerte, pero no me caí. No había tenido un ataque de vértigo. Y no
pensé en Seungcheol una vez que me elevé sobre los campos y escapé de todo lo que me perseguía.Y eso me hizo absolutamente miserable.
No pensé en él. Ni una sola vez.
Mingyu me dio tanto ese día, y lo tomé sin pensar en cuánto o cómo afectaría a mi relación con Seungcheol. Me sentía culpable, lleno de vergüenza.
Me sentía como si lo hubiera traicionado.
Y cuanto más tiempo permanecía lejos de mí, peor me sentía.
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Tercera Deuda (D.S #4) Jeongcheol
Fanfiction"Él me sanó. Me destrozó. Me liberó. Pero estamos en esto juntos. Terminaremos esto juntos. Las reglas de este antiguo juego no pueden ser quebrantadas." Yoon Jeonghan ya no se reconoce a sí mismo. Dejó a su amante, su coraje y su promesa. Dos deuda...