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Unos días más tarde. Después de salir de la habitación, Lionia visitó a los sirvientes y se disculpó por su conducta. No importa cuán torpe sea, su colmillo es el colmillo de una bestia, y cinco personas que estaban trabajando en el vestíbulo de entrada en ese momento todavía estaban enfermas.
- ¡Oh Dios mío! ¡Señorita! - Connie exclamo sorprendida - Señorita, ¿Qué la trae por aquí?
- ¡No! ¡No! ¡Quédate en la cama! ¡¡¡No te levantes!!! - grito - ¡No necesitas levantarte! Quería ver si estabas bien...
El rostro de la pequeña expresaba su malestar
- Lo siento - extendió dos paquetes de galletas hechas por ella misma - ¿Están realmente enfermas? ¿Están bien...?
Sus cejas caídas y su voz persistente mostraban lo apenado que estaba el niño.
- ¡Estamos bien!
- Estábamos más preocupadas por usted, señorita...
- ¡Si! ¡También por la señora!
- ¿Esta herida en algún lugar?
- ¡No! ¡Estoy bien!
Sin embargo, los sirvientes estaban más preocupados por Lionia. Escucharon que la razón por la que se le acabaron los colmillos a Lionia fue por la condesa Tedros, quien vino como su profesora de etiqueta.
- ¡Su excelencia seguramente castigará a esa mujer! - la sirvienta Connie, que era la más cercana a Lionia, mostró su voz enojada con vehemencia.
- Y estamos felices de poder descansar, por supuesto.
- Pero... El señor Givere, ¿Está bien?
Connie se frotó las uñas preguntando tímidamente mientras miraba a Lionia, y los sirvientes hicieron una sonrisa traviesa.
- La verdad es, señorita, que a Connie le gusta el señor...
- ¡E-Eso no es cierto! ¡Solo estoy agradecida porque me ayudo! - su rostro se volvió rojo
- Sí, sí
- Aja, cierto
Ver las reacciones de Connie, causaron satisfacción en Lionia
- Señorita... me esta mirando como lo haría mi madre...
Mia, la otra sirvienta que aun estaba en cama, revelo su alegría
- Para ser honesta, ¡Estamos faltando al trabajo ahora mismo!
- ¡Nos recuperamos por completo hace unos días! - señalo Connie - Simplemente estamos agradecidas de que este preocupada por nosotros, señorita. ¡Así que no necesita disculparse!
El dolor ya se había curado hace unos días, y los sirvientes se sacudieron los dedos frente a la boca. Y luego, Lionia, que puso cara de endurecido, prometió guardar el secreto tapándose la boca con los dedos y mostrando un rostro alegre.
