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En la oficina del duque, Lupert y la mayordomo principal Kara, esperaban al joven pelinegro.
- ¡¿Ella no es su hija?!
- ¡Shh!
- "Pero su cabello y ojos negros, y su temperamento..." - pensó recordando lo que pasó anteriormente.
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- No van a ninguna parte - les mostró su dedo medio - Estoy disgustada de haberlos conocido a todos, espero que no nos volvamos a encontrar en esta vida. Ahora váyanse al infierno.
Se quedo mirando como se llevaban a todos los que alguna vez le hicieron daño
- Uff, eso se sintió genial~ es como si diez años de indigestión hubieran sido aliviados
- Solo tienes siete
- Es un dicho, ¿No sabes de modismos?
Una delicada voz los interrumpió
- Lio... no deberías... decir esas cosas
- ¡Camille! ¿Estas bien? ¿Te sientes mejor?
- Si, no te preocupes - sonrió - Ya me siento mejor
La niña se quedó mirando como el pelinegro y la rubia conversaban hasta que escucho que la llamaban
- Ven aquí, cariño - dijo la rubia sonriendo y abriendo sus brazos
- Señora... estas bien...
Y la pequeña que hasta ese momento había estado preocupada, por fin se permitió llorar.
- Señora... pensé que no despertarías
- Ya estoy aquí, Lio - acaricio su espalda feliz de saber que la niña le tenía tanto aprecio
Pelliot estiro su mano para darle un dulce a la pequeña cuando esta por fin calmo su llanto
- Pero ni siquiera hice cosas lindas hoy.
- Si lo hiciste - habló mientras ayudaba a Camille a levantarse
- ¿Oh eso? ¿Atormentar a los maestros del orfanato?
