Los Armstrong (15)

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Recuento desde la perspectiva de John

John miraba a su hermano Ricardo con una mezcla de frustración y resentimiento. La pequeña habitación en la que se encontraban se sentía aún más asfixiante bajo el peso de lo que Ricardo le estaba pidiendo.

"No puedo creer que me estés pidiendo esto", dijo John, con la voz apenas controlada. "¿Quieres que me deshaga de la madre de tu hijo? ¿Estás loco, Richie?"

Ricardo, siempre frío y calculador, no mostró ninguna emoción.

"No es solo mi hijo, es tu sobrino. Y si Kate sigue adelante con sus amenazas, perderemos todo. Tú sabes lo que he hecho para llegar hasta aquí. Si se descubre, no solo perderé a Sebas, ambos perderemos mucho más."

John sintió un nudo en el estómago. Sabía que Ricardo no era un santo, pero esto era otro nivel. Sin embargo, la deuda que tenía con aquellos matones en Bangkok no le daba muchas opciones. Ricardo ya le había pagado una parte significativa, pero la presión sobre él era abrumadora.

"Lo haré", susurró finalmente, "pero después de esto, estamos a mano."

Ricardo asintió, dándole una palmada en el hombro.

"No te preocupes, hermanito. Esto es por el bien de todos nosotros. Sebas estará mejor con nosotros que con esa loca desquiciada."

Esa noche, John no pudo dormir. Las palabras de Ricardo resonaban en su cabeza, mezclándose con los recuerdos de la vez que sostuvo a Sebas por primera vez en brazos, apenas un bebé. La idea de hacerle daño a Kate le enfermaba, pero no podía ver otra salida.

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El día del accidente, John observó desde la distancia, oculto en la penumbra de una calle poco transitada. El hombre al que había contratado, un exconvicto desesperado por dinero, seguía las instrucciones al pie de la letra. Vio cómo el coche aceleraba, el chirrido de los frenos y luego el impacto. Kate fue lanzada al suelo como una muñeca de trapo, su cuerpo inerte en el pavimento. El hombre se bajó rápidamente, agarrando la cartera de Kate antes de huir.

El corazón de John latía con fuerza, el sonido ensordecedor en sus oídos. Todo había terminado en un instante, pero el remordimiento lo golpeó con fuerza. Se quedó en su lugar por lo que parecieron horas, hasta que oyó el sonido de un coche que se aproximaba. Un transeúnte había encontrado el cuerpo. La ambulancia llegó minutos después, llevándose a Kate al hospital.

John no podía moverse, sus pies pegados al suelo. ¿Qué había hecho? No era un asesino, pero había arruinado la vida de alguien, alguien que no lo merecía. Mientras observaba cómo la ambulancia se alejaba, sintió que una parte de él moría también.

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Días después, la culpa seguía devorando a John por dentro. Había conseguido la dirección del hospital donde estaba Kate y decidió visitarla, alegando ser su único familiar. Al llegar a la habitación, la encontró conectada a varias máquinas, su rostro pálido y su cuerpo frágil. La imagen le rompió el corazón.

Durante las siguientes semanas, John visitó a Kate regularmente. No sabía por qué lo hacía, quizás era la culpa o una necesidad de redimirse de alguna forma. Al principio, solo se quedaba en silencio, sentado junto a ella. Pero con el tiempo, comenzó a hablarle, a contarle cosas triviales, hasta que un día, ella despertó.

"¿Quién eres?", preguntó Kate, su voz débil pero alerta.

"Soy John", respondió él, tratando de mantener la calma. "Soy tu... amigo. Te encontré en la calle después del accidente."

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