Freen no pudo concentrarse durante el resto del día. La cara de Becky seguía apareciendo en su mente, esos ojos llenos de una mezcla de miedo y desafío. Mientras estaba sentada en su clase, la voz del profesor se convirtió en un murmullo lejano. Seguía repitiendo la escena en su cabeza: la forma en que Becky la había mirado, la forma en que había huido sin decir una palabra.
Durante el almuerzo, Freen volvió a sentarse con Faye y Sammy, pero estaba más callada que de costumbre. Finalmente, no pudo contenerse más. "¿Creen que Becky es culpable?", preguntó rompiendo el silencio.
Faye la miró, sorprendida. "No lo sé, Freen. Quiero decir, tu padre fue quien llevó el caso, ¿no? Nunca se equivoca en estas cosas".
"¿Pero y si lo estuviera?" Freen insistió, su voz apenas por encima de un susurro. "¿Y si hay más de lo que sabemos?".
Sammy se encogió de hombros. "Es posible, supongo. Pero, ¿por qué iba a incriminarla tu padre?".
Freen no tenía una respuesta a eso. Todo lo que sabía era que había algo en toda la situación que no le cuadraba. No podía deshacerse de la sensación de que Becky era algo más que un nombre en un expediente: era una persona cuya vida había sido destrozada, y su padre había desempeñado un papel en ello.
Cuando el día llegaba a su fin, Freen tomó una decisión. Tenía que saber la verdad. Tenía que encontrar a Becky y escuchar su versión de la historia.
El mundo de Becky era una cuerda floja entre los restos de sus sueños rotos y la dura realidad a la que se vio abocada. Tras salir del reformatorio, Lenny Chankimha había dejado claro que su vida seguía estando bajo su control. A cambio de su protección y del apoyo económico a su madre, Becky se vio obligada a realizar trabajos secundarios para él. No eran los inocentes recados que parecían al principio. Cada misterioso paquete que entregaba conllevaba sus propios peligros, y la gente que conocía era tan impredecible como los bajos fondos de la ciudad.
Una noche, Becky entregó un paquete a un hombre en un callejón oscuro. Se suponía que la transacción iba a ser rápida, pero el hombre se quedó mirándola como si la tocara físicamente. Se acercó y le rozó el brazo con la mano, con intenciones claras.
"Tranquila, cariño", le dijo con una sonrisa lasciva, "¿qué tal si me das algo extra?".
A Becky se le revolvió el estómago, pero se mantuvo firme y entrecerró los ojos. "Alejate de mi", advirtió, con voz fría y firme. Había aprendido algunas cosas en el reformatorio y no tenía miedo de usarlas. Cuando el hombre no hizo caso, la mano de Becky salió disparada, retorciéndole la muñeca y obligándole a soltar el dinero que llevaba en la mano.
"¡Vale, vale!", gritó, retrocediendo con una mueca. "¡Sólo estaba bromeando!"
Becky no respondió. Recogió el dinero, se lo metió en el bolsillo y se alejó sin mirar atrás. Le temblaban las manos, pero mantuvo la cabeza alta. Esta era la vida a la que se había visto obligada y estaba decidida a sobrevivir, pasara lo que pasara.
A pesar de la oscuridad de su vida, Becky se había aferrado a un sueño: ir a la universidad. Cuando por fin pisó el campus, le pareció una pequeña victoria. El bullicioso campus, las risas de los estudiantes y la promesa de un nuevo comienzo eran todo lo que siempre había deseado.
El primer día, Becky conoció a Freen. Era una mezcla de contrastes: una nerd que aprobaba todos los exámenes y una animadora que iluminaba el campo de futbol con su energía. Desde el momento en que se conocieron, a Freen le cautivó la intensidad de Becky, la forma en que parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros y Becky por su parte quedó hipnotizada por la chica de los ojos bonitos.
Empezaron a pasar tiempo juntas y, al poco tiempo, Freen se enamoró perdidamente de Becky. Freen admiraba su fuerza, su resistencia y el misterio que la rodeaba. Para Freen, Becky era todo lo que ella no era: audaz, intrépida y llena de secretos. Pero esos secretos tenían un precio.
A lo largo del día, Becky desaparecía aleatoriamente sin dar explicaciones. Por mucho que Freen insistiera, Becky nunca revelaba adónde iba ni qué hacía. El secretismo corroía a Freen, pero ella intentaba apartarlo, centrándose en los momentos que compartían.
A medida que su relación se estrechaba, Freen decidió que era hora de que Becky conociera a sus padres. "Quiero que sepan de quién estoy enamorada", dijo Freen, con los ojos brillantes de emoción.
Becky dudó. La idea de enfrentarse a Lenny en el contexto de su relación la aterrorizaba. Pero no podía soportar decepcionar a Freen. "De acuerdo", aceptó, forzando una sonrisa. "Lo haré".
La cena transcurrió sin problemas al principio. Los padres de Freen fueron educados, su madre hizo las preguntas habituales sobre los estudios y aficiones de Becky. Pero Becky podía sentir la tensión hirviendo a fuego lento bajo la superficie. Los ojos de Lenny estaban clavados en ella todo el tiempo, observando cada uno de sus movimientos, cada palabra.
Después del postre, Lenny se aclaró la garganta. "Becky, ¿te importaría ayudarme con algo en el estudio?".
El corazón de Becky se hundió. Sabía lo que se avecinaba. Asintió, obligándose a mantener la calma. Mientras caminaban hacia el estudio, podía sentir los ojos de Freen sobre ella, llenos de esperanza y confianza.
Una vez dentro, Lenny cerró la puerta tras ellos. Su comportamiento amistoso desapareció, sustituido por el hombre frío y calculador que Becky conocía demasiado bien.
"Estás jugando a un juego peligroso, Becky", dijo Lenny, con voz grave y amenazadora. "Puede que salgas con mi hija, pero no olvides quién controla tu vida".
Becky tragó saliva, con las manos aferradas a los costados. "Nunca haría nada para herir a Freen".
Lenny se inclinó más cerca, con los ojos entrecerrados. "Procura no hacerlo. Si le rompes el corazón, tu madre pagará las consecuencias. ¿Nos entendemos?"
Becky asintió, el peso de sus palabras se asentó en su pecho. "Sí, señor.
Lenny dio un paso atrás, su expresión se suavizó como si nada hubiera pasado. "Bien. Ahora, volvamos con las chicas".
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Realidad Alterna
FanficFreen y Becky en diferentes escenarios donde me hubiera gustado verlas. Tambien historias delulu que se me ocurren cuando me baño.