Capítulo 3: Los herederos Jeon

17 5 0
                                    

03

La mañana en la mansión Jeon llegó con la promesa de una nueva tormenta. Los cielos estaban cubiertos por nubes grises, y el aire fresco que se colaba por las ventanas parecía llevar consigo un presagio de lo que estaba por venir. Taehyung despertó lentamente, su cuerpo aún agotado por los acontecimientos de la noche anterior. Se sentía adolorido y débil, como si hubiese corrido una maratón que no sabía que estaba corriendo. Sus ojos, hinchados por el llanto, apenas se mantenían abiertos mientras intentaba orientarse en la habitación desconocida que ahora era su prisión.

El omega se incorporó lentamente, sus manos temblorosas sujetándose al borde de la cama para estabilizarse. A su alrededor, la habitación era un reflejo de la riqueza y el poder de la familia Jeon, pero para Taehyung, solo era un recordatorio de su situación desesperada. Se sentía pequeño y perdido en medio de tanto lujo, una frágil marioneta atrapada en un escenario que no había elegido.

Unos golpes suaves en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, haciéndolo sobresaltarse. La puerta se abrió con un crujido, revelando a un sirviente que evitó cuidadosamente el contacto visual con el omega mientras le informaba que el desayuno estaba listo y que debía bajar al comedor. Taehyung asintió débilmente, su voz atrapada en su garganta. No tenía otra opción, así que se levantó y se dirigió hacia la puerta, siguiendo al sirviente en silencio.

El camino hacia el comedor fue un recorrido por un mundo desconocido y hostil. Las paredes de la mansión estaban adornadas con cuadros y objetos de incalculable valor, pero Taehyung apenas los notó. Su mente estaba demasiado ocupada con el miedo y la incertidumbre, cada paso que daba parecía llevarlo más y más lejos de la vida que una vez conoció.

Cuando llegó al comedor, la escena que lo recibió fue una mezcla de intimidación y sorpresa. La mesa estaba elegantemente dispuesta con una variedad de platos exquisitos, y sentados alrededor de ella estaban tres alfas. Reconoció de inmediato a Jungkook, quien estaba sentado en la cabecera, su expresión tan impenetrable como siempre. A su lado, dos figuras que Taehyung no había visto antes conversaban en voz baja, pero al notar la llegada del omega, ambos levantaron la mirada.

Los dos alfas eran claramente hermanos de Jungkook, compartiendo rasgos similares, pero con una energía completamente distinta. Uno de ellos, de cabello oscuro y expresión severa, lo observó con una mirada penetrante pero no hostil. Este alfa, que más tarde descubriría que se llamaba Yoongi, irradiaba una calma fría y distante, una presencia que, aunque intimidante, no parecía amenazante de la misma manera que Jungkook.

El otro alfa, Seokjin, tenía una sonrisa cálida en su rostro, sus ojos brillaban con un entusiasmo que contrastaba fuertemente con el ambiente opresivo de la mansión. Taehyung sintió un pequeño alivio al ver esa sonrisa, pero su cuerpo seguía temblando ligeramente, sus instintos diciéndole que debía mantenerse en guardia.

—Ven aquí, Taehyung—, ordenó Jungkook con su voz firme, señalando el asiento junto a él.

Taehyung obedeció sin protestar, sus pasos inseguros lo llevaron al lugar que el alfa le había indicado. Se sentó junto a Jungkook, su cuerpo encogiéndose instintivamente mientras trataba de hacer el menor ruido posible. A su alrededor, los alfas continuaron con su conversación, aunque ahora había un interés palpable en el pequeño omega que se había unido a la mesa.

Seokjin fue el primero en hablar directamente con Taehyung. Con una sonrisa que parecía diseñada para ponerlo a gusto, el alfa mayor inclinó ligeramente la cabeza, observándolo con curiosidad.

—Así que tú eres Taehyung, ¿verdad?— Su voz era suave, casi musical, y no tenía el filo autoritario que Taehyung había llegado a asociar con los alfas.

Taehyung levantó la vista brevemente, sus ojos encontrándose con los de Seokjin antes de volver a bajar la mirada. No se atrevió a responder, su voz atrapada en su garganta por el miedo y la inseguridad. Jin pareció notar la incomodidad del omega, y su sonrisa se suavizó aún más, intentando romper la tensión.

—¿De dónde eres, Taehyung?— Preguntó Jin con un tono amigable, intentando establecer una conversación.

Pero Taehyung solo se encogió más en su asiento, sus manos aferrándose nerviosamente a su regazo. No podía encontrar las palabras, y cada intento de responder se encontraba con un muro de miedo que lo dejaba paralizado. Jin, viendo la falta de respuesta, frunció el ceño ligeramente, preocupado por la aparente fragilidad del omega.

Yoongi, que había estado observando en silencio, finalmente intervino. Su voz era baja y calmada, pero con un aire de autoridad que no dejaba espacio para la duda. —Quizás deberíamos darle un poco de tiempo, Jin. Está claro que no se siente cómodo.—

Jin asintió, pero no dejó de intentar conectar con Taehyung. —No tienes que tener miedo de nosotros, Taehyung—, dijo con sinceridad. —No somos como Jungkook.—

El comentario provocó una ligera sonrisa en Yoongi y una mirada de advertencia de Jungkook, pero Jin ignoró ambos gestos, concentrado en el omega que temblaba a su lado. Taehyung, sin embargo, apenas pudo procesar las palabras. Estaba demasiado asustado para relajarse, demasiado abrumado por la situación para responder adecuadamente.

El desayuno transcurrió en un incómodo silencio para Taehyung. Los tres alfas continuaron hablando entre ellos, discutiendo asuntos que escapaban a la comprensión del omega. De vez en cuando, Jin intentaba involucrar a Taehyung en la conversación, pero cada vez que lo hacía, el pequeño omega solo se encogía más junto al fornido cuerpo de Jungkook, buscando un refugio que sabía que no iba a encontrar.

Finalmente, el desayuno llegó a su fin. Jungkook, habiendo terminado de comer, se levantó de la mesa con una determinación que indicaba que tenía otros asuntos que atender. Los otros dos alfas también se levantaron, preparándose para acompañarlo. Jungkook miró a Taehyung por un momento, su expresión imperturbable, antes de hablarle.

—Tengo que salir por negocios con mis hermanos—, le informó con una voz que no admitía réplica. —No salgas de la mansión y haz lo que te ordenen. ¿Entendido?—

Taehyung asintió débilmente, sin levantar la vista. Sabía que no tenía elección, que su destino estaba sellado bajo el control de Jungkook. El alfa lo miró por un momento más, asegurándose de que el omega entendiera la gravedad de la situación, antes de girarse y salir del comedor, seguido por Yoongi y Jin.

Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Taehyung se quedó solo en la habitación, rodeado por el silencio opresivo de la mansión. Se dejó caer lentamente en la silla, su cuerpo temblando ligeramente mientras el miedo y la soledad se apoderaban de él. Los eventos de la noche anterior y la frialdad de esa mañana se unieron en su mente, formando una prisión emocional de la que no sabía cómo escapar.

Con un suspiro tembloroso, Taehyung cerró los ojos, tratando de encontrar algo de consuelo en la calma momentánea, aunque sabía que era solo el comienzo de una larga y dolorosa prueba. Cada minuto que pasaba lo acercaba más a un futuro incierto, bajo el control de un alfa cuya crueldad apenas había comenzado a descubrir.

Fuego EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora