Capítulo 17: Rescate

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La mañana había comenzado de manera rutinaria en la mansión Jeon. Los sirvientes se movían con eficacia, cumpliendo sus tareas sin cuestionamientos, mientras Jungkook revisaba los documentos que tenía frente a él en su despacho. Sin embargo, el aire parecía cargado de tensión, un presagio de que algo estaba a punto de romper la calma superficial que reinaba en la mansión.

Fue entonces cuando el sonido de una notificación en su teléfono rompió el silencio. Jungkook apenas levantó la mirada de los papeles, esperando que fuera uno de los numerosos mensajes de negocios que solían llegar a su dispositivo. Pero algo en la pantalla capturó su atención de inmediato. Un video había llegado, enviado desde un número desconocido.

Al abrir el archivo, el rostro pálido de Taehyung llenó la pantalla. Jungkook sintió un nudo formarse en su estómago al ver la expresión de su omega, una mezcla de miedo y desesperación. Taehyung estaba en un lugar que Jungkook no reconocía, su entorno lúgubre y oscuro, con la única luz proveniente de una fuente tenue. El corazón de Jungkook comenzó a latir más rápido, el instinto protector despertando con fuerza al ver a su omega en tal estado.

—Jungkook... —La voz de Taehyung era un susurro tembloroso, y su mirada parecía perdida, como si cada palabra que decía le costara un esfuerzo inmenso—. Por favor, ven a salvarme...

El dolor y la súplica en su tono hicieron que los ojos de Jungkook se endurecieran. La furia comenzó a crecer dentro de él, una rabia fría que surgía del profundo amor y posesión que sentía por Taehyung. Pero lo que Taehyung dijo a continuación fue lo que encendió el fuego en su interior hasta niveles insostenibles.

—El hombre... el hombre que me tiene... —La voz de Taehyung se quebró, y un sollozo silencioso escapó de sus labios antes de que pudiera continuar—. Me obligó... me obligó a hacer cosas con mi boca...

Jungkook sintió que su mundo se volvía rojo. Cada palabra que Taehyung decía era como un cuchillo en su corazón, una herida que ardía con furia asesina. Sus manos se apretaron en puños, temblando por la intensidad de sus emociones. Ver a su omega, a su pequeño y preciado Taehyung, en una situación tan denigrante y dolorosa lo estaba desgarrando por dentro.

—No dejaré que me tome —continuó Taehyung, su voz apenas un hilo mientras levantaba la mirada hacia la cámara—. Preferiría ser golpeado, preferiría morir antes que dejar que otro alfa... antes que dejar que alguien que no seas tú me haga suyo...

Jungkook cerró los ojos por un momento, tratando de controlar la furia desbordante que lo consumía. El dolor en las palabras de Taehyung, su valentía al resistir a ese monstruo, llenaron a Jungkook de un propósito claro. No importaba lo que costara, no importaba cuántos hombres tuviera que destruir, encontraría a Taehyung y se aseguraría de que nadie volviera a ponerle un dedo encima.

Con una determinación inquebrantable, Jungkook se levantó de su asiento y llamó a sus hombres más cercanos. No podía perder tiempo, cada segundo que pasaba era un segundo en el que Taehyung estaba en peligro.

—Encuéntrenlo —ordenó, su voz resonando con una autoridad que no dejaba lugar a dudas—. Encuentren a Taehyung y traigan al maldito que lo tiene. Quiero que pague por cada segundo de sufrimiento que le ha causado.

Sus hombres, entrenados para seguir las órdenes de su líder sin cuestionamientos, asintieron y salieron rápidamente a cumplir la misión. Jungkook sabía que tenía que mantener la calma, pero el miedo de lo que podría estar sucediendo mientras él estaba atrapado en la espera lo estaba volviendo loco.

Pasaron horas que se sintieron como días. Jungkook no podía dejar de pensar en Taehyung, en la fragilidad de su cuerpo, en la fuerza con la que había resistido. Finalmente, una de las pantallas de vigilancia en su despacho parpadeó, mostrando imágenes en tiempo real de lo que parecía ser un almacén abandonado. Uno de sus hombres había enviado la ubicación.

El lugar era lúgubre, lleno de sombras y secretos oscuros. Pero Jungkook solo tenía un objetivo en mente. Tomó su chaqueta y se dirigió rápidamente hacia el lugar, con una furia controlada que solo se liberaría cuando tuviera a Taehyung a salvo en sus brazos.

Al llegar al almacén, el lugar estaba custodiado por varios hombres, todos armados y preparados para cualquier eventualidad. Jungkook los ignoró, su único interés era entrar y sacar a Taehyung de ese infierno. Entró al lugar, sus pasos resonando en el suelo de concreto mientras se dirigía al corazón del edificio, donde según la información, se encontraba Taehyung.

Lo que vio al abrir la puerta lo dejó helado. Taehyung estaba atado a una silla, su cuerpo cubierto de moretones y su rostro marcado por las lágrimas que había derramado en su cautiverio. Al lado de él estaba el alfa, el mismo que lo había capturado, con una sonrisa cruel en su rostro al ver la llegada de Jungkook.

—Vaya, vaya, parece que el gran Jeon ha venido a salvar a su omega —dijo el alfa con desprecio, levantando una mano para acariciar el cabello de Taehyung, quien se estremeció bajo su toque—. Qué conmovedor.

Jungkook no dijo nada, pero sus ojos, oscuros como la noche, eran un reflejo de la tormenta que se desataba en su interior. Sin perder un segundo, avanzó hacia el alfa con una velocidad que no le dio tiempo a reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, lo tenía contra la pared, su mano apretando su cuello con una fuerza descomunal.

—Te atreviste a tocarlo... —susurró Jungkook, su voz llena de veneno—. Te atreviste a hacerle daño, y ahora pagarás por ello con tu vida.

El alfa intentó luchar, pero estaba claro que no tenía ninguna posibilidad contra la furia de Jungkook. El omega no se movió, demasiado aturdido por lo rápido que había sucedido todo. Pero su corazón comenzó a latir con más fuerza al ver a Jungkook, al ver al alfa que amaba finalmente allí para salvarlo.

Finalmente, Jungkook soltó al alfa, quien cayó al suelo, jadeando y tosiendo. Sin siquiera mirarlo, Jungkook se giró hacia Taehyung, y en ese momento, el pequeño omega se liberó de su parálisis, corriendo hacia él.

—Jungkook... —sollozó Taehyung, sus brazos envolviendo a Jungkook con desesperación.

Jungkook lo recibió en sus brazos, abrazándolo con una fuerza que transmitía todo el amor y la protección que sentía por él. Besó su cabeza, sus labios, cada parte de él que podía alcanzar, tratando de asegurarle que todo había terminado, que estaba a salvo.

—Estoy aquí, Taehyung —susurró Jungkook, su voz más suave mientras lo sostenía con ternura—. No dejaré que nadie vuelva a hacerte daño. Te prometo que esto se acabó.

El alfa responsable de todo esto seguía en el suelo, luchando por recuperar el aliento. Pero la mirada de Jungkook era gélida cuando se dirigió a sus hombres.

—Quemen este lugar —ordenó sin titubear—. Y asegúrense de que él no salga con vida.

Los hombres asintieron, y mientras el edificio comenzaba a ser consumido por las llamas, Jungkook cargó a Taehyung en sus brazos, llevándolo fuera del infierno en el que había estado atrapado. El omega se aferró a él, sintiendo que finalmente podía respirar, que finalmente estaba a salvo.

Jungkook lo llevó de vuelta a la mansión, y esa noche, mientras el fuego purgaba el mal que había tratado de arrebatarle a su omega, juró que nunca más permitiría que algo así volviera a suceder. Taehyung estaba a salvo, y mientras estuviera bajo su protección, ningún otro alfa se atrevería a acercarse a él.

El omega, aún temblando por todo lo que había pasado, se dejó caer en los brazos de Jungkook, sabiendo que ahora estaba donde pertenecía, a salvo y amado. Y aunque las heridas físicas y emocionales tardarían en sanar, Taehyung sabía que con Jungkook a su lado, todo estaría bien.

Fuego EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora