Capítulo 15: Secuestro

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El ambiente en la mansión Jeon estaba impregnado de lujo y poder, reflejo del estatus de los invitados que se reunían en el comedor principal. La cena de negocios prometía ser una de las más importantes del año, con alfas de alto rango social, todos ellos líderes en sus respectivos campos, que habían acudido para discutir alianzas, inversiones, y acuerdos que definirían el futuro de sus imperios. Los temas a tratar eran de máxima importancia, y la tensión en el aire era palpable.

Los omegas que acompañaban a algunos de estos alfas eran tanto símbolos de estatus como compañeras destinadas a acentuar el poder de sus contrapartes. Cada uno de estos omegas había sido cuidadosamente seleccionado por su belleza, gracia y sumisión. Sin embargo, entre las brillantes sonrisas y las miradas sumisas, había un aire de incomodidad. No todos los omegas se sentían cómodos en ese entorno de poder y dominación, pero estaban ahí, cumpliendo con su rol social.

Taehyung, sin embargo, no era parte de esa escena. Se encontraba en su habitación, habiendo decidido no bajar para la cena. La idea de estar rodeado de tantos alfas, cada uno de ellos con su imponente presencia y sus miradas dominantes, le hacía sentir una presión insostenible. Desde que había llegado a la mansión Jeon, su vida había estado llena de momentos de dolor y miedo, y aunque Jungkook había comenzado a cuidarlo más en los últimos días, ese miedo nunca desaparecía del todo.

Taehyung se había quedado en su habitación, buscando refugio en el pequeño espacio que se había vuelto su santuario. Había algo en el ambiente de la mansión esa noche que lo inquietaba profundamente. No era solo la presencia de tantos alfas poderosos, sino una sensación más oscura, una intuición de que algo estaba mal. Pero no pudo identificar exactamente qué era.

Mientras el omega estaba sumido en sus pensamientos, escuchó un suave clic en la puerta, apenas perceptible, como si alguien la hubiera abierto con mucho cuidado. Taehyung se giró, su corazón saltando en su pecho. La figura que apareció en el umbral no era Jungkook, sino un alfa desconocido, vestido con un traje impecable y una expresión que Taehyung no pudo descifrar de inmediato.

Antes de que pudiera reaccionar, antes de que pudiera gritar o correr, el alfa se acercó rápidamente, su mano enguantada cubriendo la boca de Taehyung con una fuerza implacable. Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par por el pánico, y luchó instintivamente, pero su resistencia fue en vano. Con su otra mano, el alfa sacó una jeringa que brilló con el reflejo de la luz tenue de la habitación.

—Shhh... no temas, pequeño omega, todo estará bien —murmuró el alfa con una voz calmada pero con un tono que hizo que el miedo de Taehyung se intensificara.

Taehyung intentó gritar, pero su voz fue ahogada por la mano del alfa. Los ojos del omega se llenaron de lágrimas mientras sentía la aguja perforar su piel, la sustancia fría inyectándose en su sistema. Su visión comenzó a nublarse casi de inmediato, sus extremidades se sentían pesadas y su lucha se fue debilitando hasta que sus movimientos se detuvieron por completo. El sedante fue rápido y efectivo, sumiéndolo en una oscuridad donde el miedo se diluía en la inconsciencia.

El alfa, satisfecho, levantó el cuerpo inconsciente de Taehyung y lo llevó en brazos fuera de la habitación. Los pasillos de la mansión estaban desiertos, la atención de todos centrada en la cena que se desarrollaba abajo. Nadie notó al alfa mientras se deslizaba silenciosamente por la casa, saliendo por una puerta lateral que daba a una parte más apartada de los jardines.

Esperaba un automóvil negro, con las luces apagadas y el motor en marcha. Otro alfa estaba al volante, y sin decir una palabra, el primero colocó a Taehyung en el asiento trasero. Cerraron las puertas con suavidad, el sonido apenas un susurro en la quietud de la noche, y el coche arrancó, alejándose de la mansión con su preciosa carga.

Mientras tanto, en la mansión, la cena continuaba sin interrupciones. Jungkook, como anfitrión, estaba inmerso en conversaciones importantes, su mente ocupada con las negociaciones y los futuros planes de su imperio. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo con Taehyung en esos momentos, ni de la traición que se estaba gestando bajo su propio techo.

Pasaron varias horas antes de que Jungkook notara la ausencia de Taehyung. Había esperado que el omega eventualmente bajara, aunque fuera brevemente, para hacer acto de presencia, pero cuando la cena terminó y todos los invitados comenzaron a retirarse, se dio cuenta de que Taehyung no había aparecido en absoluto. La inquietud se instaló en su pecho, y sin perder tiempo, subió rápidamente las escaleras hacia la habitación de Taehyung.

Lo que encontró allí hizo que su sangre se congelara.

La habitación estaba vacía, pero no en el sentido habitual. La cama estaba deshecha, una señal clara de que Taehyung había estado allí, pero lo que más llamó la atención de Jungkook fue el ligero desorden en la habitación. Un cojín caído al suelo, una silla ligeramente desplazada, como si hubiera habido una breve lucha. Y lo más alarmante, una jeringa tirada cerca de la cama.

Jungkook la recogió con manos temblorosas, su mente trabajando a toda velocidad mientras una oscura comprensión comenzaba a formarse. El alfa que se había colado en su casa, el alfa que había secuestrado a Taehyung, lo había hecho con un propósito claro. Y en ese momento, Jungkook comprendió que el karma que tanto había temido no se manifestaría directamente contra él, sino contra el pequeño omega que había comenzado a significar tanto para él.

Su corazón comenzó a latir con furia, la preocupación y la culpa mezclándose en su interior. Salió de la habitación, llamando a sus guardias, su voz firme y llena de autoridad.

—¡Encuentren a Taehyung! ¡Revisen todas las cámaras, interroguen a todos! ¡No permito que nadie abandone esta casa hasta que él esté a salvo!

El caos estalló en la mansión mientras los guardias y empleados corrían a cumplir las órdenes de Jungkook, pero en su interior, el alfa sabía que estaban perdiendo un tiempo valioso. Taehyung ya estaba lejos, y con cada minuto que pasaba, las posibilidades de encontrarlo ileso se reducían.

Mientras tanto, el coche que llevaba a Taehyung se alejaba cada vez más, adentrándose en una parte remota del bosque que rodeaba la mansión. El omega permanecía inconsciente, ajeno a lo que estaba ocurriendo, ajeno al peligro que se cernía sobre él.

El alfa que lo había secuestrado miró hacia atrás por el espejo retrovisor, una sonrisa satisfecha curvándose en sus labios. Para él, esto no era más que un negocio, una transacción más en su lista de actos despreciables. Y aunque no conocía todos los detalles de la venganza que alguien quería ejecutar contra Jungkook, sabía que el sufrimiento de Taehyung sería una parte clave de ello.

El coche finalmente se detuvo en una cabaña aislada, oculta entre los árboles. El alfa abrió la puerta trasera y sacó a Taehyung, llevándolo al interior del lugar. El omega no se despertó, aún bajo el efecto del sedante, mientras lo colocaban en una cama en la pequeña habitación.

—Será mejor que disfrutes tu último momento de paz, pequeño omega —susurró el alfa, con una malicia apenas contenida—. Porque cuando despiertes, todo será mucho peor.

Con esas palabras, el alfa salió de la habitación, cerrando la puerta con llave tras de sí. Afuera, en la oscuridad del bosque, un viento frío sopló a través de los árboles, llevando consigo un presagio de lo que estaba por venir.

Mientras tanto, en la mansión Jeon, Jungkook se encontraba en su oficina, sus manos temblando mientras miraba las imágenes de seguridad, una y otra vez, buscando cualquier pista que pudiera llevarlo a Taehyung. Pero con cada segundo que pasaba, la desesperación crecía dentro de él. Sabía que había fallado, que no había protegido a Taehyung como debía, y que ahora, el omega estaba pagando el precio de sus errores.

La culpa lo consumía, pero más que eso, la furia comenzó a arder en su interior. No importaba cuánto tuviera que sacrificar, no importaba cuántas vidas tuviera que destruir; encontraría a Taehyung, y haría pagar a quien fuera responsable de este acto de traición.

La noche avanzaba, y con ella, el destino de Taehyung se tornaba cada vez más incierto, mientras la venganza y la desesperación se cernían sobre la mansión Jeon como una sombra oscura, esperando el momento adecuado para desatar su furia.

Fuego EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora